jueves, 17 de noviembre de 2016

#6 El extranjero



 
Portada del libro editado por Gallimard)
Por Jean Louis [CC BY-SA 3.0 o Dominio público]
vía wikicommons
L'Étranger

Autor: Albert Camus
Año: 1942
Género: Novela





Puf, menos mal que es cortita, si no acabo pegándome un iro


La verdad es que es una novela magnífica, pero puede deprimirte un poco, o alienarte.

Todo es por el desasosiego que te provoca el ver a este tipo, que cuenta la historia en primera persona, deambulando bajo el ardiente sol de Argelia.

Está dividido en dos partes, que pivotan en torno a un crimen, el asesinato de un árabe.

El protagonista Meursault es un tipo que va un poco de pasota por la vida. Es un abúlico que se limita a vivir. Acude al velatorio y entierro de su madre, se baña en el mar, se enrolla con una chica, trabaja, fuma mirando el infinito,... Y aunque hay cosas que le gustan, realmente es una persona a la que no le ves con una pasión especial por nada.

Es un tipo callado, que no habla si no tiene nada que decir. Lo cual suena muy razonable, pero la gente no lo ve así y desconfía de él o lo ve como un ser antinatural por ello. Lo mejor, para mi es su actitud ante los delirios católicos de otros personajes. Por ejemplo, al juez de instrucción, que se le va la olla indagando por sentimientos religiosos que ni van ni vienen en el asesinato. O cómo el capellán intenta una conversión in extremis, y aunque muy educadamente se le dice que le deje en paz, que le queda poco tiempo de vida y quiere pasarlo con otras cosas,... Nada, insiste el muy pesado.

Esta es una novela de la filosofía existencialista que tuvo su origen en la desolada Europa de entreguerras. Yo no se si fue más una filosofía o un movimiento artístico. Ahonda en el absurdo, en la carencia de sentido de la vida, la angustia de simplemente estar aquí. Es francamente desasosegante leer este tipo de libros, menos mal que son breves.

Pero, por otro lado, al fin y al cabo, no tiene por qué ser tu filosofía de vida. En el fondo, es una simplificación absurda: si no crees en Dios, o si la guerra ha desolado tu país, la vida carecía de sentido. Pues no, mira. Es un riesgo que se corre ante las desgracias de la vida, acabar siendo un apático. No, de lo que se trata es de superarlo, entusiasmarse, buscarle a la vida un sentido propio que sea el tuyo, de verdad, no el de conceptos al servicio de los intereses de otros, como la nación, la religión, la ideología y demás.

Vaya, para ser una obra tan breve, da para pensar mucho.

Pero mucho.

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