El Partenón, fotografiado en 1978.
Steve Swayne
via Wikimedia Commons
|
Ubicación:
Atenas, Grecia
Fecha: 447-432
a.C.
Estilo:
Arte griego
Lo
mejor de Europa nació en Grecia. El pensamiento liberado de supersticiones o la
democracia son conceptos difíciles de visualizar. Pero uno de los símbolos de
ese país no.
En
la arquitectura clásica griega hay tres estilos: dórico, jónico y corintio.
Pues bien el Partenón es la cumbre del dórico que se caracteriza por:
Columna de fuste estriado, con aristas vivas, sin basa; capitel formado por collarino, equino y ábaco cuadrado; y entablamento que se divide en tres fajas: arquitrabe liso, friso con triglifos y entre ellos las metopas. Rematado el entablamento, la cornisa saliente, con pequeños taquitos o mútulos.
Dejando
a un lado lo técnico, la cosa es que el Partenón, que comenzó Pericles
malversando fondos de la Liga (o eso dijeron) allá en el V a. C., se mantuvo bastante bien hasta el
siglo XVII. Los turcos lo usaron como depósito de pólvora y aquello
acabó estallando. Luego llegaron los hijos de la pérfida
Albión, con su típico ánimo depredador, y se llevaron los mármoles, y sin visos de ir a devolverlos.
Forma
parte del lugar patrimonio de la Humanidad “Acrópolis de Atenas” que en su
página web, la Unesco describe así:
La acrópolis de Atenas y sus monumentos son el símbolo universal de la civilización y el espíritu clásico, y forman el más extraordinario conjunto arquitectónico y artístico legado por la Grecia antigua al mundo entero. En la segunda mitad del siglo V a.C., después de su victoria en la guerra contra los persas y el establecimiento de la democracia, Atenas ocupó una posición dominante con respecto a las demás ciudades-estados de la Antigüedad. En este periodo de florecimiento del pensamiento y las artes, un grupo excepcional de artistas ejecutó los ambiciosos planes del estadista ateniense Pericles y transformó, bajo la inspirada dirección del escultor Fidias, un montículo rocoso en un monumento excepcional del arte y el espíritu. Fue en esta época cuando se erigieron los principales monumentos del sitio: el Partenón, construido por Ictino, los Propíleos, la entrada monumental de la Acrópolis diseñada por Mnesicles, el Erecteion y el pequeño templo de Atenea Niké.
La
Acrópolis, símbolo de libertad y democracia.
En
la Segunda Guerra Mundial, los alemanes ocuparon Grecia y pusieron la esvástica
en la entrada de la Acrópolis. Un par de patriotas griegos dieron un golpe
quitándolo de ahí. Aquí podéis leer la necrológica que publicó El País de Lakis Santas, uno de ellos; el otro era Manolis Glezos. Luego
ellos, como tantos otros resistentes, comunistas en su mayor parte, fueron perseguidos
porque a las potencias occidentales no les interesaba ese tipo de persona en su
zona de influencia y Stalin, por supuesto, no movió un dedo… Porque, a cambio,
los soviéticos masacraron a los resistentes polacos sin que los aliados
occidentales tampoco pestañearan. Conclusión: hubo ciudadanos europeos que
pasaron de una forma de autoritarismo o totalitarismo a otra, y realmente para
ellos no terminó la Segunda Guerra Mundial hasta décadas después.
Así
que cada vez que miremos una ruina así, no pensemos sólo en cuán perfecta es en
su estilo, o nos pongamos a contar cuántas columnas tiene al frente. No.
Pensemos un poco en cómo representa lo mejor de Europa y cómo podemos seguir
manteniendo esos valores.
Para
saber un poco más de este monumento, como siempre, tenemos la wikipedia, también ArteHistoria, y aquí, en una guía turística
de Grecia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario