sábado, 7 de agosto de 2021

#33 El Bosco: El jardín de las delicias (2) Ya, pero, ¿qué significa?

 

Detalle del panel central (el Jardín de las Delicias)


 


 


 

El jardín de las delicias

(De tuin der lusten)

 

Fecha: 1490-1500

Estilo: Arte gótico

Autor: Jerónimo Bosco

Técnica: óleo sobre tabla

Ubicación: Museo del Prado (Madrid, España)

 


Ayer describí un poco este magnífico cuadro que se expone en el museo del Prado. Hoy voy a adentrarme un poco más en otras cosas: el mensaje que puede querer transmitir y su estilo, principalmente.

La naturaleza: paisaje, animales y plantas.

Empiezo con su significado dentro de los géneros pictóricos. Es un cuadro de temática religiosa. Sin embargo, no podemos ignorar los detalles que nos presenta sobre la naturaleza.

 El «paisaje» no era en aquella época un género pictórico independiente, pero sí que aparecía, como fondo. Progresivamente iba cobrando más importancia, dejando a las figuras como algo casi anecdótico. Esto llevó al nacimiento del paisaje como género propio en generaciones posteriores a la del Bosco, con pintores como Patinir (h. 1480-1524) o Brueghel el Viejo (h. 1525-1569).

El Bosco representa, en esta evolución, un momento en el que el paisaje cobra especial importancia, sin llegar a ser el tema dominante. Mezcla formas naturales (montañas, lagos, praderas, árboles) con otras de fantasía, extrañas. Con ello, su contribución al género paisajístico sería particularmente relevante en lo que se llama «paisaje fantástico», como los que harían, ya en el siglo XX, autores surrealistas como Dalí o Chirico.



Como ya he comentado, en sus representaciones de animales y plantas, el Bosco alterna lo real con lo imaginado. Aparecen asnos, ciervos, un elefante, una jirafa, leones, leopardos, osos, panteras, que pudo ver al natural, o en grabados o quizá en algún zoológico de un noble. Destaca lo bien que conocía la anatomía de las aves, de las que se han identificado hasta veinticinco especies distintas.

Junto a ello, otros imaginados, como unicornios o monstruos híbridos y quimeras (hombres-grillo, -pez o -pájaro). Se inspira, en este punto, en las imágenes que pudo ver en bestiarios y otros manuscritos iluminados.

Los animales tenían un sentido simbólico. Por ejemplo, las mujeres que están bañándose en el estanque central tienen encima cuervos que simbolizan incredulidad, o pavos que sería la vanidad. En la tabla del paraíso terrenal aparece un búho, que se interpreta como una imagen del mal tenebroso y seductor y de la tentación sexual. En los cuadros del Bosco suele haber este tipo de aves (búhos, cárabos, mochuelos o lechuzas), considerados como símbolos de maldad. También encontraremos sapos, interpretados como seres demoníacos.



Incluso lo que está imaginado sigue notas realistas. Solo así se explica lo que el humanista Guevara escribió a Felipe II, en 1563: 

«Bosco nunca pintó cosa alguna fuera del natural en su vida, si no fuese en materia de infierno o purgatorio: sus invenciones estribaron en buscar cosas rarísimas, pero naturales».

Estilo.

Nos devanamos los sesos entendiendo qué significa lo que vemos. Pero conviene también detenerlos en el estilazo del Bosco. Las escenas no son caóticas, sino que están bien pensadas. Hay continuidad entre las dos de la derecha, lo que se logra con el mismo paisaje, los tonos claros, un punto de vista elevado. Cada tabla se divide en tres partes, de arriba abajo.

Además, hay cierta relación de espejo entre la tabla de la izquierda (el Paraíso) y la de la derecha (el Infierno). Cada panel lateral se puede interpretar como reflejo contrario en el otro.


Así, en la franja superior se oponen las verdes y azules montañas naturales del Paraíso con los oscuros edificios humanos incendiados del Infierno; la fuente de la vida de la izquierda se convierte en el hombre-árbol de la derecha; el limpio estanque del Paraíso se correspondería con una charca helada del Infierno; Dios-Cristo con Adán y Eva tendrían su reflejo invertido en el demonio sobre el trono que defeca a los condenados; la charca inferior de la izquierda se convierte en una letrina a la derecha.

Es el mayor de sus trípticos, que contiene más detalles, y está considerado su obra maestra. Como buen flamenco, es minucioso, representa las cosas con realismo, ya digo, hasta las cosa que imagina intenta darles una coherencia, los animales inventados tienen una anatomía creíble. Maneja el pincel de forma ágil, aplicando finas capas de pintura al óleo. Su imprimación es mucha más líquida que la de sus contemporáneos. Entre unas cosas y otras, logra unos colores esmaltados, brillantes. La policromía es, simplemente, maravillosa.

Recuerda al mundo de la miniatura, tanto de los libros iluminados como de lo que se ve en otras culturas, como la persa. El Bosco coge esas figuras grotescas que estaban en los márgenes de los libros o en los coros tallados, y los traslada a una composición de gran formato.

Sentido

Ahora que hemos visto lo que hay, nos toca resolver la gran pregunta, la que a todos nos inquieta: ¿qué significa esto? ¿Para qué o por qué lo pintó? ¿Qué quería decir, o expresar, o despertar en ti?



Porque tú te vas al Museo del Prado, te pones a ver obras como esta y empiezas a mirar, a fijarte en los detalles, y te quedas perpleja. Vale, aquí distingo a una pareja encerrada en una burbuja de cristal y allí, a un cerdo con toca de monja abrazando a un tipo, pero ¿qué significa?

Hay que leerlo en un sentido moral, religioso, está claro. Tú lees libros de Historia del Arte y te cuentan que es alegórico y burlesco, pero no sabes exactamente en qué sentido.

Pues eso es algo que llevan siglos debatiendo. Se le han dado dos lecturas diferentes y opuestas. Tenemos claro que el ala izquierda es el Paraíso, y la derecha, el Infierno. 



La interpretación tradicional, leyendo de izquierda a derecha, sería que la humanidad, entregada a los placeres, acaba condenada precisamente por esos pecados de la carne. La tabla central, entonces, representaría los goces terrenales, efímeros, que te llevan al infierno, eterno. Todo en ella aludiría al sexo, no de una manera explícita (aunque a mí el tipo de las flores en el trasero me parece bastante claro) sino mediante símbolos y alusiones. La cabalgata en círculo de la tabla central se consideraría símbolo del pecado y la pasión, cada tipo de animal cabalgado sería representativo de un determinado pecado capital; la carnosidad de los frutos rojos como las fresas evocaría la carne misma, el cuchillo con las orejas a los genitales masculinos, y así todo. Recurriría, entonces, a la fantasía, con intención moralizadora: advertir de los peligros de los placeres terrenales, en especial la lujuria.

O sea, empezaría enseñando el paraíso verdadero, luego un paraíso falso, consecuencia del pecado original, para acabar en el infierno. En los siglos XV y XVI al falso Paraíso del amor lo llamaban Grial, que no tiene que ver con el ciclo artúrico.

Pero hay otra interpretación que se fija en el hecho de que, en esa tabla central no hay sufrimiento ni dolor, enfermedad ni muerte; tampoco pasa el tiempo, todos son jóvenes, no hay ni niños ni viejos. El Bosco parece mirarlos divertido, no condenando a esta gente que se entretiene tanto, que vive para el placer de la conversación o la compañía mutua, sin necesidad de trabajar. Solo hay armonía entre los humanos y lo que les rodea, no hay animales agresivos (a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en la tabla del Paraíso, donde un gato lleva a una presa en las fauces), unos mordisquean un madroño, todo es pacífico, viven desnudos en plena naturaleza. Así, lo que demostraría no el mundo lleno de pecado, sino uno ideal, en el que hubieran cumplido lo ordenado por Dios en el Génesis 1, 28:

Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Sería, entonces el mundo humano que podría haber sido, el futuro posible tras la creación de la primera pareja, lo que será el Paraíso cuando se hayan reproducido. Se frustró por el pecado original de Eva. Eso es lo que le estaría diciendo el Bautista a Eva, abajo a la derecha: Ves, esto es lo que debería haber sido y no fue, por tu culpa.



En cualquier caso, es un mensaje cristiano, aunque recurra a imágenes profanas. Queda claro es que no hay nada herético, nunca se lo plantearon así, ni en su tiempo ni en las décadas posteriores. Así, el padre Sigüenza escribió: 

«Si hay algún absurdo aquí es nuestro, no suyo […] son sátiras pintadas sobre los pecados y delirios del hombre».

Este autor señala cuál es la diferencia, para él, entre este autor y el resto: 

«Los demás tratan de pintar a los hombres tal como aparecen por fuera, en tanto que él tiene el valor de pintarlos cuales son dentro, en el interior».

Lo que te espera si no cumples con los deberes cristianos, ya lo sabes, las penas del infierno. A cada pecador le corresponde una pena adecuada, como nos van detallando en la tabla de la derecha. Así, a los avaros les correspondería el destino de ser tragados por el demonio-pájaro que hay sobre una especie de trona infantil. A los que sufrieron gula les espera la escena de taberna del interior del hombre-árbol: tener que tragarse sapos que les sirven los demonios. Los envidiosos padecerán el agua helada. Y así con todas las cosas...



Con ocasión del V centenario de la muerte de El Bosco, en 2016, se escribieron artículos como este en el ABC, que hace referencia a esta pintura como el jeroglífico más hermoso pintado nunca.

Aquí os dejo un clip que hay en You Tube, del Museo del Prado para niños, que explica este cuadro para niños en menos de tres minutos. Si pones en You Tube «El jardín de las delicias» encontrarás más de una explicación a lo que puedes ver aquí, de manera más amena que la mía.


Llevamos cinco siglos quedándonos perplejos ante este cuadro, sin comprenderlo del todo. Así que, si no lo entiendes, que no te incomode, porque hasta los expertos se contradicen al respecto. 

El jardín de las delicias (1) Esto, ¿qué es?       (3) Un poco de historia ⇨

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