Unos modernos Ferrando y Guglielmo (c) Lorne Grandison, Florida Grand Opera (2014) [CC BY-SA 2.0], vía Wikimedia Commons |
Così
fan tutte, ossia La scuola degli amanti
Estreno:
Viena, 26 de enero de 1790
Compositor:
Wolfgang Amadeus Mozart
Libreto
en italiano: L. da Ponte
Género: dramma giocoso
Tal
día como hoy se estrenó, en el Burgtheater de Viena, esta encantadora ópera
rococó
Según leo en mi libro de Poggi y Vallora
(Mozart. Repertorio completo), a
Beethoven le horrorizó la frivolidad del libreto, y toda la crítica
decimonónica despreció esta obra. Ya al poco de estrenarse, se dijo en la
revista Journal des Luxus und der Moden (1792):
La presente ópera es la cosa más banal de la tierra, y a las representaciones acude la gente solamente por la excelencia de la música.
Así consideraban en el remilgado siglo
XIX a esta obra que contiene la música más hermosa y conmovedora de las últimas
óperas de Mozart.
Fue un encargo del emperador José II
para su «Teatro Nacional Alemán» (Teutschen
Nationaltheater). En él solo quería obras con final feliz, para alegrar a
la gente. No es coña, que hasta Hamlet
o Romeo y Julieta se representaban
con su «final de Viena».
Esta vez, Da Ponte no contaba con antecedentes
literarios sólidos, como sí le ocurrió con Las bodas de Fígaro o Don Giovanni,
así que montó una trama a partir de
recursos de la comedia del arte: ligera, con equívocos, y sin historias secundarias
que distrajeran del vodevil.
¿Qué cuenta? Algo totalmente alejado de
la sensibilidad romántica, no es de extrañar que en el XIX les pareciera
atrevida.
Ferrando y Guglielmo, dos oficiales, alardean
en un café de Nápoles de lo maravillosas que son sus novias. Cuando Don Alfonso,
un anciano filósofo duda de la fidelidad femenina, ellos protestan. Se hace
una apuesta. Se largan, aparentemente a la guerra, y quienes llegan son unos
albaneses atractivos y ricos, que empiezan a cortejar a las jóvenes. No son
otros que Guglielmo y Ferrando, que disfrazados intentan seducir cada uno a
la novia del otro. Dorabella, más ligera, fácilmente cae; Fiordiligi, que se
pone más en plan heroico, también acaba cediendo. Cuando se firma el contrato
de matrimonio «regresan» los soldados. Todo ha sido falso, hasta
el notario, y las parejas originales acaban formándose de nuevo, un poco menos ingenuos pero igual de
enamorados.
Todos cantan juntos Fortunato l'uom che prende:
Afortunado el hombre que toma las cosas por su lado bueno, y en todos los casos y sucesos se deja guiar por la razón. Aquéllo que hace llorar y en medio de los torbellinos a los demás, para él será causa de risa, del mundo encontrará una calma agradable.
Porque la vida es demasiado corta para tomarse a uno mismo tan en serio.
De esta ópera suele decirse que es
modelo de equilibrio y simetría.
Demuestra, una vez más, que el arte no
es solo contar una cosa, sino principalmente, cómo se cuenta. Da Ponte sabe
producir una construcción teatral muy medida, de una claridad diría arquitectónica, y con
el encanto de una pompa de jabón. No sobra una sola escena, y te lleva con una
sonrisa hasta el final.
Con su cinismo, te pone de bien humor. Aquí no hay
malos que castigar ni virtud que recompensar: los seres humanos tenemos
nuestras flaquezas pero, pelillos a la mar, a vivir, que son dos días.
Yo creo que eso es lo que no tragaban en
la hipócrita sociedad victoriana: los donjuanes eran aceptables, pero ¿una
mujer seducida a la que no castigan sino que logra un final feliz? ¡Inadmisible!
Por eso hubo que esperar al siglo XX para que se recuperara esta decadente joya
rococó.
José María Martín Triana (El libro de la ópera) no se corta:
Così fan tutte no es sólo la comedia más perfecta de Mozart, sino también el mejor libreto de da Ponte.
La música de Mozart crea la más sublime y
elegante comedia del género. Predominan los momentos graciosos, pero no falta
algún toque de melancolía e incluso de heroísmo… Sin embargo, nunca la emoción
acaba apagando el sentimiento tranquilo, de armonía, que subyace en toda la
producción clásica. De hecho, hay veces que ni siquiera sabes si esto va en
serio o los propios personajes se parodian a sí mismo. Cuando Fiordiligi entona
su épica aria «Come scoglio» en que canta a su amor como si fuera una firme roca contra la que las olas del mar furioso se baten en vano,... ¿es real, o mera parodia de este tipo de arias
heroicas propias de la ópera seria?
(Yo me imagino a Mozart descojonándose mientras la escribía).
Es una de esas óperas que se ven muy
agradablemente en el teatro, siempre que las representaciones sepan conservar
la ligereza, la gracia, de la partitura.
Es difícil dar con voces tan excelsas como se exige, que tengan además encanto y donaire, y con puestas en escena que sepan sacarle punta a
este afable juego de engaños.
Una ópera así tiene tantos momentos
destacados, las arias de cada personaje, los dúos de cada pareja, los tríos… ¡Que
es difícil quedarse con uno solo! Pero yo lo voy a hacer porque es una de mis
piezas favoritas de toda la historia de la ópera: Soave sia il vento.
Un trío de despedida con dos voces
femeninas (Fiordiligi y Dorabella) empastándose con la grave de don Alfonso
(bajo). Hay tanta melancolía, y serenidad… es la perfecta canción de adiós, de
esas que querrías que cantaran al final de cada separación, incluso en tu
funeral por junto a la tristeza está la esperanza.
Aquí os
dejo el extracto, de una representación de Glyndebourne del año 2006, con Nicolas
Rivenq (Don Alfonso), Miah Persson (Fiordiligi) y Anke Vondung (Dorabella).
Como
grabación recomendada de esta ópera propongo la dirigida por Karl Böhm a
principios de los sesenta para la EMI, con el coro y la orquesta Philharmonia.
Los cantantes fueron: Elisabeth Schwarzkopf (Fiordiligi),
Christa Ludwig (Dorabella), Hanny
Steffek (Despina), Alfredo-siempre-en-nuestro-corazón-Kraus
(Ferrando), Giuseppe Taddei (Guglielmo) y Walter Berry (Alfonso).
Para saber
más, la wikipedia. El libreto, en español e italiano,
así como discografía de referencia, en Kareol.
En You Tube
he encontrado esta grabación con la Janowitz, Ludwig, Alva y Prey, dirigidos
por Böhm.
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