domingo, 28 de enero de 2018

#8 En el camino

Tres ediciones de En el camino, por Prosopopee, [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons



On the road
Autor: Jack Kerouac
Fecha de publicación: 1957

Debió ser muy rompedora en su momento, pero (para mí) ha sido un poco tirando a... pestiño.

De verdad, ¿«esto» le ha gustado a alguien en los últimos veinte años?

Esta novela fue todo el símbolo de una generación, la generación beat, con muchas citas sobre todo jazzísticas. Si hemos de fiarnos de la Wikipedia, está considerada como uno de los clásicos más influyentes del siglo XX. La revista Time la incluyó en su lista de las cien mejores novelas en idioma inglés editadas desde el nacimiento de la revista en 1923, hasta la actualidad.​

A partir de las notas que fue haciendo Jack Kerouac en el curso de sus viajes por el país y México entre 1947 y 1950, escribió esta novela en tres semanas.

Por lo visto, inicialmente este monólogo interior lo mecanografió sin márgenes ni párrafos, lo que Kerouac llamaba el rollo. Para editarlo, al menos en mi traducción española, se divide en cinco partes y luego cada una de estas en capítulos tirando a breves. Los diálogos van con sus guiones y todo, lo cual francamente facilita la lectura. No quiero ni pensar en cómo sería leerlo formado un continuum sin pausas.

Se relata en primera persona, por un alter ego del escritor llamado Sal. Y en el personaje de su amigo Dean se supone que es Neal Cassady. Te cuenta básicamente viajes del Este al Oeste y, al final, al Sur, internándose en México hasta el Distrito Federal. A lo largo de los años, en sus viajes, se unen y separan y se reencuentran con personas diversas.

Debo reconocer que me ha costado un montón leerla. Y no por la forma que está escrita. Aunque la traducción podría ser mejor, la verdad es que es una forma de narrar que engancha. No, el problema que he tenido es que no me interesaban nada los personajes ni sus vidas. Me parecieron gente ociosa, muy dada al jazz (me pasa como con el flamenco, que ni lo entiendo ni lo disfruto), hablando verborreicamente como si se hubieran tomado unos cuantos tripis (que, de hecho, probablemente era así), pero sin decir nada con una mínima profundidad o sentido.

Igual en los años cincuenta era muy rompedor eso de oír a unos drogatas descascarillados hablar de sus cosas. A mí, la verdad, me resultó un aburrimiento.

¿Lo peor del libro, para mí? El retrato de las mujeres, que resulta repugnante. Ojo, que entiendo que posiblemente no sea cómo las ve el escritor en sí, sino cómo las ven los personajes de la novela. Pero aun así, están al margen, siempre, y sólo como hembras a las que beneficiarse, preñar, de las que vivir un tiempo y luego abandonarlas. Pasando de pensiones alimenticias. Regado con unas cuantas denominaciones de «puta» a toda aquella que tuviera una vida sexual, incluso si era con los propios protagonistas.

En un momento dado, el personaje de Dean habla elogiosamente de la mujer de otro personaje llamado Walter, una mujer que sonreía sin decir ni una palabra:

—Ahí la tienes, tío, ésa es la auténtica mujer que necesitamos—dijo Dean en la calle a la luz del amanecer—. Nunca una palabra más alta que otra, nunca una queja; su marido puede volver a casa a la hora que quiera y con quien le dé la gana y hablar en la cocina y beber cerveza y marcharse en cualquier momento. Eso es un hombre y ése es su castillo. —Y señaló el edificio de apartamentos.

Eso yo, como mujer, claro. Tengo la impresión de que una persona con un color de piel más oscuro que el mío, y los que tengan gustos homosexuales, se sentirán más ofendidos por otros pasajes. Mi impresión es que no le interesaban las mujeres en absoluto, por lo que no me ha extrañado leer por ahí que en realidad podía ser un gay reprimido que se escondía detrás de su machismo.

No te diría yo que no, viendo la ferocidad con la que ataca a un «marica» (me chirría el escribirlo, pero es como lo escribe el traductor) que aparece por ahí.

Y ya cuando pasan por México, me sonó todo tan tópico que era casi como ver las calles llenas de mariachis con sus sombreros. Que sí, que el escritor habrá ido y cuenta lo que vio, o, más bien, lo que escogió ver. 

Ya digo que lo peor es la perspectiva sobre las mujeres. En esta novela, aparecen como extrañas criaturas que intentaban hacer que sus amigos madurasen y dejasen los comportamientos adolescentes. Fracasando, por supuesto. Las pinta un poco bobas, como perritos falderos siempre dispuestas a perdonar a sus amos las correrías, los abandonos, físicos y económicos.

¿Lo mejor del libro? Los paisajes, la inmensidad. Cuando Sal recorre Estados Unidos, y nos va contando, desde el vehículo en el que esté, cómo son las montañas, las llanuras, la oscuridad o la luz, las ciudades populosas, o la soledad de la naturaleza inmensa de ese gran país,… Ahí sí, reconozco que me quedé colgada totalmente.

Sí, bueno, será que me gustan más los paisajes que el jazz o las elucubraciones de estos tipos.

Pero, así como otras obras de la literatura se te quedan grabadas en tu piel, en tu cabeza, les das vueltas, y te van enriqueciendo,… Esta no es así. Me parece que forma parte del canon literario, claro, como una novela esencial para entender una época. Pero se me hace difícil creer que pueda ser un clásico que vaya obteniendo nuevos lectores entre las distintas generaciones.

¿Mi consejo? Si le das una oportunidad igual a ti te engancha. Pero si ves que no conectas con la novela, no pierdas el tiempo pensando que igual mejora después, porque no lo hace. Es todo penosamente igual.

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