Nuovo Cinema
Paradiso
Año: 1988
País:
Italia
Director:
Giuseppe Tornatore
Música:
Ennio Morricone
Sentimental y un poquito tramposa, pero el
amor al cine que destila es absolutamente sincero y emocionante.
He visto esta película varias veces,
y siempre me emociona. Y eso que el cine italiano no es lo mío.
Como fue un taquillazo y ganó el Óscar a
la mejor película de habla no inglesa, creo que todo el mundo sabe de qué va.
Pero por si acaso, os lo cuento.
Toda la peli es un enorme flashback. Un director de cine que vive
en Roma recibe la noticia de que Alfredo, un viejo conocido de su niñez, ha
muerto. Y entonces él empieza a recordar.
Sicilia, plena posguerra. Un niño, Totò,
vive con su madre; su padre se fue a la guerra y no volvió, puede que esté
prisionero en la URSS, pero el tema no es ese, sino que a este chavalín le
encanta el cine. Consigue hacerse amigo del que maneja la cámara, Alfredo, a
regañadientes de este. Recuerdas especialmente eso, la relación entre Alfredo y
el niño, un niño sin padre y un hombre sin hijos, cómo riñen, y discuten, y se
aprecian, son cómplices, el niño llega a salvarle la vida al otro.
Esta criaturita pasa todo el tiempo que
puede en el cine, por mucho que a su madre la cabree.
Aprende a manejar el proyector y cuando
puede hacerse con una cámara, a rodar pequeñas escenas cotidianas. Tú le ves
crecer, ser un niño primero, luego su primer amor, cómo se va a la mili,… y acaba
marchándose, porque el mismo Alfredo se lo dice, que se vaya, que no vuelva
jamás, que es joven y tiene todo el mundo por delante.
Y en efecto no vuelve a la isla hasta el
funeral de Alfredo.
Es una película sentimental, de
nostalgia hacia la niñez y hacia un pasado que era duro, pero con un fuerte
sentido de comunidad. Todo el pueblo se reunía en el cine, jóvenes y viejos,
hombres, mujeres y niños, para ver las pelis americanas o europeas,
convenientemente privadas de cualquier aspecto vagamente pecaminoso por el cura
del lugar.
La música, una de las mejores partituras
de Ennio Morricone para mi gusto, es de esas que ensalza las imágenes, se te
mete dentro y te hace llorar y llorar.
No, en serio, he visto esta peli el otro
día, otra vez, y de nuevo a moquear como una Magdalena.
Precisamente por eso es un poquitito
tramposa, la música conmovedora, un niño sin padre, un pueblo que se apelotona
en el cine para ver las pelis como una forma de nueva liturgia colectiva,… los
que se conocen y hacen ojitos allí, los ves enamorarse, tener familia...
Todo se suaviza, a pesar de que ves al mafioso
de turno, al que tiene que emigrar a Alemania, el surgimiento del Partido
Comunista Italiano, lo cuentan muy amable, como si nadie fuera realmente malo.
Hasta la mili del muchacho se ve como una cosa más o menos divertida.
Sin embargo, en lo que se refiere al cine,
destila un amor del que no se puede dudar. Y al fin y al cabo, para mí es de lo
que va esta película, del cine como lugar de encuentro, las películas como escapismo,
sobre todo, de sentimientos y emociones inmensas que provoca el cine en el
espectador.
Te refleja la propia evolución de éste
como espectáculo público. En los años cuarenta y cincuenta, era el sitio al que
todo el mundo iba para entretenerse, no había televisión. Luego cómo pasa a ser
algo cada vez menor, hasta el extremo de convertirse en una sala X. El porno
parece que salvó el negocio hasta que surgió el vídeo y entonces todo el mundo
lo consumió en casa.
El cine acaba cerrándose y, al final de
la película, es demolido.
Te hace pensar en la evolución del entretenimiento
público (que aquí son las películas, pero valdrían para los conciertos o las
verbenas): se ha pasado de algo colectivo a un divertimento cada vez más
individualista, cada uno encerrado en su casa; y, ahora, dentro de su casa, cada
uno de sus moradores con sus cascos y su pantalla individual.
Lo que se gana en libertad individual, al
satisfacer el gusto estrictamente personal, se pierde en sentido de la
comunidad.
Precisamente son las escenas vinculadas
con el cine de forma más directa las que, creo yo, recordamos todos. Mencionaré
las dos más obvias.
Primero, ese momento en que, cerrada
temporalmente la sala, a Alfredo se le ocurre proyectar la película en la pared
de una casa cercana, poco antes de la tragedia que le deja ciego.
Lo mejor, el final. Alfredo le ha dejado
un legado al personaje principal, ese Totò que ahora es director de cine y que
no acaba de tener satisfacción vital.
Todos esos fragmentos de películas que
el cura obligó a cortar, Alfredo los almacenó y los guardó. La película acaba
con Salvatore viendo en la pantalla grande todos esos pedacitos de cine clásico
que la Iglesia hurtó a los ciudadanos, esos besos, miradas, posturas,… algunos
reconocibles, otros desconocidos…
Un repaso maravilloso por una
determinada época del cine.
De los actores destacaría a Philippe Noiret, que lamentablemente
fue doblado porque su italiano tenía un acento francés demasiado fuerte. Así
que no sé si me gusta la interpretación en sí o más bien el personaje. Fue galardonado
en los Premios del Cine Europeo como mejor actor.
El niño reconozco que se me hizo un poco
cargante con sus monerías, sonriendo todo el rato. Preferiría que hubiese
tenido un poco más de registro, pero hay que admitir que era un actor muy
jovencito. Luego, el que hace de adolescente, con su historia de amor
frustrada, seguía siendo mono, pero no ganaba mucho en expresividad.
Es una película de la que hay dos
versiones, de la que yo he visto la “internacional”, sin la parte en que Salvatore
se reencuentra con Elena, casada con otro.
Como me suele ocurrir con el cine
italiano, en general, las mujeres son secundarias y con representación bastante
tópica de la mamma, o la amada
inalcanzable, o la puta. No las ves realmente cómo son ellas como personas, sus
sentimientos o aspiraciones personales, están al servicio exclusivo del
personaje masculino.
Es una película que por su amabilidad, y
capacidad para emocionar, fue muy vista en las salas y premiada en los
certámenes. Ya he mencionado que tuvo el Óscar a la mejor película de habla no
inglesa. También ganó el Globo de Oro a la mejor película extranjera, cinco
Premios BAFTA, incluyendo mejor película de habla no inglesa, premio especial
del jurado en el Festival de Cannes y, en los Premios David di Donatello, ganó
en la categoría de mejor música.
La recomiendo totalmente, eso sí,
advirtiendo de que vas a necesitar klínex, sí o sí. Pero no es desagradable, es
un ugly-cry de lo más relajante.
Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet MovieData Base.
Y luego, si quieres pasar un buen rato,
puedes ver la tertulia Cine más copazo #22:
Este programa de Juan Gómez-Jurado y Arturo González-Campos me
parece bastante irregular. A veces son unos cargantes que dejo de verlo a los
cinco minutos y otras querría que siguieran hablando horas y horas. Depende del
día y del invitado, y de la peli que escojan, y de muchas otras cosas.
Este #22 con Miki Nadal es una de las sesiones buenas-buenas, que entretiene un montón.
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