martes, 29 de agosto de 2017

#15 Santa Sofía

Interior de Santa Sofía
Por Ingo Mehling (2011)
[CC BY-SA 3.0]
via Wikimedia Commons

           Ubicación: Estambul, Turquía

Fecha: 532-537
Estilo: Arte bizantino
Tipo de edificación: iglesia


                       
La cúpula más grande del mundo hasta el siglo XVI.

Santa Sofía de Constantinopla es sin duda el edificio más emblemático y recordado del arte bizantino. En concreto, de la que se llama su primera edad de oro, correspondiente a la época del emperador Justiniano, primera mitad del siglo VI.

El origen de esta edificación hay que encontrarla en una famosa revuelta popular en tiempos del emperador Justiniano, la de Niká. (véase el artículo en la Wikipedia) En el Imperio romano de Oriente (el único que entonces pervivía) lo de las carreras en el circo era el deporte nacional. Los Verdes y los Azules se odiaban a muerte, pero un día las dos aficiones, que debían estar “jartitas” de impuestos y otros temas, decidieron unirse para atacar al emperador. Asaltaron y quemaron unos cuantos edificios, entre ellos la antigua iglesia de Santa Sofía.

Cómo vería la cosa de mal Justiniano, que ya estaba pensando en largarse por pies cuando su mujer, la emperatriz Teodora, de orígenes bastante humildes y bastante lista, le tuvo que parar y soltarle la frase guapa de

“La púrpura es una buena mortaja”.

Belisario (uno de los grandes militares de la historia y con quien luego Justiniano sería tan injusto) consiguió dominar la situación y pudieron seguir viviendo, felices y contentos. Justiniano empezó un ambicioso plan de reconstrucción de la ciudad de Constantinopla, y Santa Sofía sería la joya de esta corona. Para construirla, compró (a precio altísimo) los terrenos y edificaciones alrededor de la vieja iglesia de Santa Sofía, luego pagó puntualmente a los obreros para que no hubiera retrasos, y se trajeron mármoles, piedras y otros materiales fastuosos de todos los rincones del imperio.

El resultado es que en cinco años, estuvo construida esta iglesia, la más rica y brillante de la cristiandad y con la cúpula más grande, hasta que el récord se lo arrebató la de San Pedro en el Vaticano mil años más tarde.

Pensadlo un momento.

Mil. Años.

Tiene 31,87 metros de diámetro y 56,6 de altura. Se elevaba sobre una planta cuadrada y entonces tienes el problema de cómo hacer la transición de una forma cuadrada a otra redonda encima: se hizo mediante triángulos que se llaman pechinas. Pero luego cómo hacer esto en sí, pues con hiladas concéntricas de ladrillo, reforzadas con mortero por el exterior. En la parte inferior del casquete hay toda una serie de ventanas que aportan luz.

Aún estaba otro problema derivado de esas dimensiones. Siendo tan grande, aparece el problema del peso. Los romanos lo arreglaban con puzolana. Así que tuvieron que buscar un material ligero que fuese parecido, resistente y de poco peso. Lo encontraron en unos ladrillos hechos con arcilla procedente de Rodas, más porosos que un ladrillo normal.

Por cierto, que la iglesia no fue consagrada a ninguna santa llamada “Sofía”. No. Sofía, en griego, significa sabiduría, y a lo que se dedica en realidad es a la «Santa Sabiduría de Dios», o sea, a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, como Sabiduría Divina.

De un edificio tan prodigioso se conserva el nombre de sus creadores: los geómetras Antemio de Trales e Isidoro de Mileto, arquitectos militares que habían trabajado en las fronteras orientales del Imperio.

Dañada por un terremoto, la cúpula fue reconstruida por Isidoro el Joven en el 558.

Estilísticamente, recoge influencias no sólo del arte romano, sino del helenístico, el paleocristiano y del Asia Menor. Ejemplifica muy bien una de las características de la arquitectura bizantina, que es el uso de los espacios abovedados. Se crean así espacios amplios como esta grandiosa basílica, que cumplía la función de ser un teatro perfecto para las solemnes ceremonias de la monarquía. Esta mezcla de lo político con lo religioso reflejaba la idea de que el poder del emperador no era solo civil, sino teocrático.

Hay que intentar imaginarlo como era en su momento, sin los pegotes que le plantaron los otomanos, o sea, quitando mentalmente minaretes y adornitos islámicos.

Hoy me siento literaria, así que, para saber más de esta época fascinante y sus personajes bigger tan life, recomiendo la novela de Robert Graves Belisario, sí, de cuando las novelas históricas eran buenas de verdad, y no metían fantasiosos misterios templarios. Dentro de la historiografía, es entretenido acudir a las fuentes, en este caso, la Historia secreta de Procopio de Cesarea, que era por cierto un poco cotilla, bastante misógino y muy muy bicho, poniendo a Justiniano y, sobre todo, a Teodora, como hoja de perejil.

Si quieres saber algo más de este monumento, siempre puedes empezar por la Wikipedia. Y en YouTube hay documentales explicándote más cosas de esta magnífica estructura. Pongo uno, pero hay varios.

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