Interior de Santa Sofía
Por Ingo Mehling (2011)
[CC BY-SA 3.0]
via Wikimedia Commons
|
Ubicación: Estambul, Turquía
Fecha: 532-537
Estilo: Arte bizantino
Tipo de edificación: iglesia
La
cúpula más grande del mundo hasta el siglo XVI.
Santa Sofía de
Constantinopla es sin duda el edificio más emblemático y recordado del arte
bizantino. En concreto, de la que se llama su primera edad de oro,
correspondiente a la época del emperador Justiniano, primera mitad del siglo
VI.
El origen de esta
edificación hay que encontrarla en una famosa revuelta popular en tiempos del
emperador Justiniano,
la de Niká. (véase el artículo en la Wikipedia) En el Imperio romano de Oriente (el
único que entonces pervivía) lo de las carreras en el circo era el deporte
nacional. Los Verdes y los Azules se odiaban a muerte, pero un día las dos
aficiones, que debían estar “jartitas” de impuestos y otros temas, decidieron
unirse para atacar al emperador. Asaltaron y quemaron unos cuantos edificios, entre
ellos la antigua iglesia de Santa Sofía.
Cómo vería la cosa de mal
Justiniano, que ya estaba pensando en largarse por pies cuando su mujer, la emperatriz Teodora, de orígenes bastante humildes y bastante lista, le tuvo que parar y soltarle la
frase guapa de
“La púrpura es una buena mortaja”.
Belisario (uno de los grandes militares de la
historia y con quien luego Justiniano sería tan injusto) consiguió dominar la
situación y pudieron seguir viviendo, felices y contentos. Justiniano empezó un
ambicioso plan de reconstrucción de la ciudad de Constantinopla, y Santa Sofía sería
la joya de esta corona. Para construirla, compró (a precio altísimo) los terrenos
y edificaciones alrededor de la vieja iglesia de Santa Sofía, luego pagó
puntualmente a los obreros para que no hubiera retrasos, y se trajeron mármoles,
piedras y otros materiales fastuosos de todos los rincones del imperio.
El resultado es que en cinco
años, estuvo construida esta iglesia, la más rica y brillante de la cristiandad
y con la cúpula más grande, hasta que el récord se lo arrebató la de San Pedro
en el Vaticano mil años más tarde.
Pensadlo un momento.
Mil. Años.
Tiene 31,87 metros de
diámetro y 56,6 de altura. Se elevaba sobre una planta cuadrada y entonces tienes el problema de cómo hacer la transición de una forma cuadrada a otra redonda encima: se hizo mediante triángulos
que se llaman pechinas. Pero luego cómo hacer esto en sí, pues con hiladas concéntricas de ladrillo, reforzadas
con mortero por el exterior. En la parte inferior del casquete hay toda una
serie de ventanas que aportan luz.
Aún estaba otro problema derivado de esas dimensiones. Siendo tan grande, aparece el problema del peso. Los romanos lo arreglaban con puzolana. Así que tuvieron que buscar un material ligero que fuese parecido, resistente y de poco peso. Lo encontraron en unos ladrillos hechos con arcilla procedente de Rodas, más porosos que un ladrillo normal.
Por cierto, que la
iglesia no fue consagrada a ninguna santa llamada “Sofía”. No. Sofía, en
griego, significa sabiduría, y a lo que se dedica en realidad es a la «Santa
Sabiduría de Dios», o sea, a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, como
Sabiduría Divina.
De un edificio tan
prodigioso se conserva el nombre de sus creadores: los geómetras Antemio de Trales e Isidoro de Mileto, arquitectos militares que habían trabajado
en las fronteras orientales del Imperio.
Dañada por un terremoto, la cúpula fue reconstruida por Isidoro el Joven en el 558.
Estilísticamente, recoge
influencias no sólo del arte romano, sino del helenístico, el paleocristiano y
del Asia Menor. Ejemplifica muy bien una de las características de la
arquitectura bizantina, que es el uso de los espacios abovedados. Se crean así
espacios amplios como esta grandiosa basílica, que cumplía la función de ser un
teatro perfecto para las solemnes ceremonias de la monarquía. Esta mezcla de lo
político con lo religioso reflejaba la idea de que el poder del emperador no era
solo civil, sino teocrático.
Hay que intentar
imaginarlo como era en su momento, sin los pegotes que le plantaron los
otomanos, o sea, quitando mentalmente minaretes y adornitos islámicos.
Hoy me siento literaria,
así que, para saber más de esta época fascinante y sus personajes bigger tan life, recomiendo la novela de
Robert Graves Belisario, sí, de cuando las novelas históricas eran buenas de
verdad, y no metían fantasiosos misterios templarios. Dentro de la historiografía,
es entretenido acudir a las fuentes, en este caso, la Historia secreta de Procopio
de Cesarea, que era por cierto un poco cotilla, bastante misógino y muy muy
bicho, poniendo a Justiniano y, sobre todo, a Teodora, como hoja de perejil.
Si quieres saber algo más
de este monumento, siempre puedes empezar por la Wikipedia. Y en YouTube hay documentales explicándote más cosas de esta magnífica estructura. Pongo uno, pero hay varios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario