Año:
1957
País:
Suecia
Director:
Ingmar Bergman
Música:
Erik Nordgren
Una de mis películas favoritas de Bergman. La angustia existencial
puesta en imágenes.
Seré
breve.
Película
en blanco y negro.
Un
viejo profesor, Isak Borg, va en coche con su hija hacia Lund, donde lo harán doctor honoris causa.
En
el camino se encuentran a una muchacha algo dividida en su amor entre dos
chicos.
La
hija del profesor vive un momento de crisis.
El
profesor repasa su vida, los caminos que tomó y que le han llevado a ser quien
es. Su vida podría ser distinta. Y recuerda aquel momento, el Smultronstället, ese instante de la
primavera en que fructifican las fresas salvajes, ese momento que está, que
florece, y luego se desvanece. Como la juventud, evidentemente.
Las
vidas de todos, van cambiando conforme se va eligiendo esto o aquello.
Recuerdo
sobre todo imágenes oníricas, algo surrealistas, aunque no de ese surrealismo incomprensible pero
luminoso del Mediterráneo, de un Miró o un Dalí.
No.
El
surrealismo angustioso de un Magritte.
Relojes sin manecillas. Todo un universo simbólico que te hace evocar otras
cosas diferentes, y que hacen que sea una película de argumento sencillo pero
significado profundo e inquietante. Aún así, no es difícil de ver. Es sólo que
le tienes que dar su tiempo para impregnarte no sólo de lo que te cuentan sino
también, de lo que te quieren decir.
Así
que no, no es una película para ver cualquier día. Me gusta por esa nostalgia
amarga de la mirada al final de la vida, cuando tienes que valorar quién eres,
si ha merecido la pena llegar aquí, y si ha tenido algún sentido todo lo
vivido. Mientras, a tu alrededor, la vida sigue, los jóvenes siguen enamorándose,
los adultos decidiendo qué hacer con su vida,… Y nada asegura que las opciones
que tomes vayan a ser las mejores.
Diría que es cine para adultos, si no sonara tan pretencioso y no se diera la circunstancia de que yo, personalmente, a Bergman lo descubrí siendo niña, y me vi la mayor parte de su filmografía en mi adolescencia y primera adultez, y me fascinó, lo comprendí, me habló a mi como persona del sentido (o la carencia de él) del mundo que me rodeaba y de las relaciones entre las personas.
Así que no, no voy a suponer que los jóvenes de ahora son unos iletrados y yo una listilla. Esta película la puede ver cualquiera, de cualquier edad, que tenga dos dedos de frente y que sea capaz de hacerse preguntas. Otra cosa es que haya, de verdad, respuestas.
Fresas salvajes ganó el Oso de oro a la mejor película
en el Festival de Berlín, un premio Pasinetti en el Festival de Cine de Venecia,
dos galardones en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata al mejor
largometraje y al mejor actor, un premio Bodil a la mejor cinta europea y,
finalmente un Globo de Oro honorífico (ya en 1960) a la mejor película
extranjera.
Para
saber más: consúltese la Wikipedia,
Film Affinity
o la Internet Movie Data Base.
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