domingo, 29 de noviembre de 2020

#60 La fábula de Orfeo

 

Portada de L'Orfeo
Ricciardo Amadino (Venecia, 1609)



 

La favola d’Orfeo

 

 

Estreno: Mantua, febrero de 1607

Compositor: Claudio Monteverdi

Libreto en italiano: Alessandro Striggio el Joven

Género: dramma per musica

 

Tal día como hoy, del año 1643, murió en Venecia Claudio Monteverdi, compositor, violagambista, cantante, director de coro y sacerdote italiano que marca el momento de transición entre el Renacimiento y el Barroco.

Se sabe que esta ópera se estrenó con motivo de los carnavales de 1607, en el mes de febrero, pero no la fecha exacta. Hubo una representación en el palacio ducal de Mantua el día 24, pero al parecer ya se había estrenado antes.

Por eso hablo de ella hoy, cuando hace 377 años que murió su compositor.

Esta es una de las óperas antiguas más conocidas y que aún se representa. Marca el momento inicial del género, en el que abundaron historias en torno al mito de Orfeo, algo muy apropiado para ponerle música a las palabras.

Claro que hubo música para escena antes de las óperas de Monteverdi. E incluso cosas que se consideraban como óperas primitivas, como las de Peri o Caccini. Pero estos lo veían más como una forma de literatura, palabras con música en las que lo importante era la letra, por lo que sus obras se nos hacen bola a los espectadores actuales.

Monteverdi, en cambio, puso el énfasis en la música, armonizando los elementos preexistentes para crear algo diferente. Se reunieron los elementos esenciales del género, como la caracterización de los personajes por la música, o eso tan curioso como era el final feliz aunque el mito original no lo tuviera. Aquí la historia no acaba con Eurídice perdiéndose de vuelta en el infierno, sino con Orfeo llevado al cielo, donde volverá a ver a su Eurídice.

Me encanta eso del lieto finale, que durante siglos fue algo exigido por el público. Qué contraste con el momento actual, en que se considera que lo propio de la alta cultura son los remates deprimentes de cualquier narración.

El efecto que produce esta ópera al espectador actual es, sin embargo, extraño. Una representación estilizada, tranquila, casi como tableaux vivant, mezclando la historia de Orfeo, Eurídice, el dios Apolo, etc., junto con otros que son alegóricos, como la Música.

 La parte dramática nos resulta algo ajeno, encuentro difícil que te atrape. No me parece de esas óperas que conviene ver para aficionarse. La impresión general es de belleza elegante, delicada, con cierta distancia, sin que la maravillosa música baste para implicarnos emocionalmente en la historia.

El momento más conocido de la ópera posiblemente es la sonora tocata instrumental, en re mayor. 

También es conmovedor el momento en el que Orfeo interpreta, desesperado por recuperar a su amada Eurídice. Suena muy humano, triste, reflejando quizá la desolación del propio Monteverdi, que perdió a su esposa ese mismo año, según he leído por ahí, aunque ella falleció en septiembre, y esta ópera se estrenó en febrero.

¿Qué grabación proponer de esta ópera? Merece la pena tener la versión de Nigel Rogers y Charles Medlam, del año 1983, para la EMI. La orquesta London Baroque usa instrumentos originales. Los intérpretes son: Nigel Rogers, Patricia Kwella, Guillemette Laurens, David Thomas y Mario Bolognesi, con el Chiaroscuro Ensemble.

Una representación estupenda de esta ópera la encontramos en You Tube, con Jordi Savall dirigiendo a la Capella Reial en el Liceo de Barcelona (2002)

 



Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español e italiano, así como discografía de referencia, en Kareol

lunes, 23 de noviembre de 2020

#28 Piero della Francesca: La flagelación

 




 

La Flagellazione



 

Fecha: 1459-60

Estilo: Arte renacentista

Autor: Piero della Francesca

Técnica: temple sobre tabla

Ubicación: Galería de Las Marcas (Urbino, Las Marcas, Italia)

 

 Cuando las cosas se ignoran, campo libre a la elucubración

 

Ya he comentado que uso trucos para distinguir los pintores de la primera generación renacentista. Piero della Francesca sería el «pintor matemático», por su estudio científico de la perspectiva lineal.

Esta tabla, tan pulidita ella, se incluye entre las obras maestras de la Italia del siglo XV. Actualmente se conserva en la Galería Nacional de Las Marcas, en Urbino.

Es una pintura más bien pequeña, dentro de lo que es el arte renacentista, que tenía más a lo monumental: 67,5 × 91 cm

Como se ve, hay dos partes. A un lado, flagelan a un hombre atado a una columna, sobre la que hay una estatuilla dorada de estilo clásico. 

A la izquierda, sobre un trono está sentado alguien vestido con púrpura imperial y con un sombrero típico de los emperadores bizantinos de la época. Otra figura, con un turbante de inspiración oriental, da la espalda al espectador.

Esta escena se enmarca en una arquitectura clásica, con columnas y un suelo ajedrezado, con un obvio esfuerzo en representar con perspectiva lineal la escena. Esta parte del cuadro está iluminada desde arriba, a la derecha, como se ve en el torso del hombre azotado.

Al otro lado hay tres figuras en pie, en primer plano. Uno viste un sombrero oscuro, también de inspiración oriental. En medio, un joven rubio, coronado de laurel y descalzo, va de rojo. A la derecha, un hombre mayor, con una vestimenta bordada de oro sobre azul, con signos que asemeja la típica de un astrólogo.

Este trío tiene otra iluminación, contrapuesta a la de la escena de la flagelación, pues aquí la luz viene desde la izquierda, como se ve en el rostro del personaje de la izquierda.

Es un cuadro de colores claros, luminosos, no muy variados, rojos y blancos. Las arquitecturas se representan de una manera muy exacta, y demuestra el conocimiento que tenía Piero de la arquitectura clásica y renacentista de la época, pensemos en un León Battista Alberti.

En este cuadro, sobresale el estudio de la perspectiva. Además, adopta un punto de fuga original: normalmente se coloca en el sitio más importante. Si estamos ante una flagelación de Cristo, lo lógico es que se situara en la cabeza de este, como lugar más importante del cuadro.

Sin embargo, aquí lo traslada a la derecha de la figura azotada, más bien abajo del soldado que viste de verde. Este recurso le sirve para «acercar» la escena de flagelación al trío del primer plano.

A pesar de que se representa un hecho violento, una flagelación, el aspecto general es frío, tranquilo, con una cierta calma. Esto se logra por los colores que elige, así como por esa iluminación, refulgente pero gélida, casi como de fluorescente. También en las expresiones neutras de los personajes. El trío de la derecha está como aislado, apartado, indiferente a lo que ocurre a un lado. Tampoco están implicados el uno con el otro, no transmiten ninguna emoción.

¿Qué representa?

Como no se sabe exactamente qué representa, esto ha dado lugar a diversas interpretaciones. No voy a entrar en detalles, porque los podéis leer en el artículo de la Wikipedia

Os cuento la clásica: la flagelación de Cristo. Según esto, sería Poncio Pilatos el personaje sentado en el trono sobre el patio enlosado y Herodes Antipas quien está de espaldas. La escena se desarrollaría en el palacio de Pilato en Jerusalén.

En cuanto a quiénes son los personajes de la derecha, ni siquiera hay una sola interpretación tradicional. Una es que el personaje rubio sería Oddantonio II de Montefeltro, el duque de Urbino antecesor de Federico, asesinado en 1444, flanqueado o bien por sus asesores, a quienes se echaba la culpa del asesinato por su negligencia, o bien por sus asesinos, dos ciudadanos de Urbino. También se ha identificado la figura de la izquierda como Ottaviano Ubaldini, astrólogo de Luis III Gonzaga, marqués de Mantua (1412-78) que sería el personaje retratado a la derecha.

Pero también era clásico interpretar el trío como una representación alegórica de la iglesia latina (católica) y la griega (ortodoxa) separados por un ángel. Se trataría así de reflejar un tema por entonces de mucha actualidad, el cisma de Oriente, que se intentó superar a través del Concilio de Ferrara/Mantua/Florencia.

Y es que para estos cuadros antiguos, muchas veces hay que ver no sólo lo que hay en el cuadro, sino también los posibles significados ocultos. Es lo que dicen la iconografía, inagotable. Así, por ejemplo, se ven como símbolos de la gloria divina cosas como el laurel que rodea la cabeza del muchacho rubio, o la estatua dorada en lo alto de la columna.

Historia del cuadro

No se sabe cuándo se encargó, ni para quién. Posiblemente sea un encargo del duque Federico de Montefeltro. La mención más antigua y tradicional procede de un inventario de la catedral de Urbino, donde estaba en 1744; allí estaba, en la sacristía de la catedral, hasta que entró en la Galería en el año 1915.

Este cuadro, como por lo general los de Piero della Francesca, es difícil de datar. En cuanto a la datación, se han propuesto fechas que van desde 1444 hasta 1472. Por ejemplo, si cojo alguno de los libros de arte que tengo por casa, puedo leer como datación: ¿h. 1460?, h. 1447-1449, ¿h. 1455?, posterior a 1459, c. 1450-1460. Para que veáis el desconcierto. Yo he puesto arriba la que dan en la página web de la Galería de Las Marcas.

Sí que se asume con certeza la autoría, pues hay una inscripción con la firma del autor, a la izquierda bajo el trono: Opus Petri de Burgo S[an]c[t]i Sepulcri. Es decir, obra de Pedro de Burgo S[an] Sepulcro.

El autor: Piero della Francesca

Piero della Francesca nació como Piero di Benedetto en Sansepolcro, cerca de Arezzo, hacia el año 1416. Terminó su formación en Florencia, donde fue discípulo de Fra Angélico, aunque era bastante distinto de su maestro, y allí empezó su carrera artística. Pero luego volvió a su región de procedencia, trabajando en lugares como Arezzo, Rímini o Sansepolcro. Es uno de los cuatrocentistas que más se movió. Entró a trabajar para Federico de Montefeltro, duque de Urbino. Murió en 1492.

Representa el momento cumbre de una línea de investigación que siguieron algunos pintores del siglo XV: el estudio de la perspectiva de una manera científica, partiendo del estudio de la matemática y la geometría. Otros pintores que se interesaron por estos temas fueron Paolo Uccello y Andrea del Castagno.

Se le considera como uno de los maestros del primer renacimiento italiano. Podría decirse que Piero es el ejemplo perfecto del triunfo de la perspectiva lineal en el siglo XV, fusionando conocimientos de matemáticas con los pictóricos.

Su estudio de la técnica es muy preciso, intelectual. Se le llega a considerar, por eso, no solo como artista, sino también como matemático. Llegó a escribir un tratado sobre perspectiva: De prospectiva pingendi, cuyo texto entregó a Federico de Montefeltro en el año 1474.

Otras obras

Creo que La flagelación de Cristo puede considerarse como la obra más conocida de Piero della Francesca, aunque hay otros cuadros suyos que suelen aparecer en los libros de Historia del Arte. Voy a usar los datos que aparecen en la Wikipedia en español, con todas las dudas que se plantea en cuanto a su datación.

Ante todo, su obra maestra: los frescos que ejecutó en Arezzo, con la historia de la Santa Cruz. Son composiciones claras, matemáticas, con un uso expresivo de la luz y del color. Destaca una imagen que se considera de los primeros cuadro nocturnos de Occidente, en los que se ve la maestría del autor en el uso de la luz, para sobrado, él:


«El sueño de Constantino», detalle del ciclo de frescos de la Leyenda de la santa Cruz en el coro de la basílica de San Francisco de Arezzo (1452-1466). 329 × 190 cm, una de las primeras escenas nocturnas del arte occidental.

 


«Batalla de Cosroes », detalle del ciclo de frescos de la Leyenda de la santa Cruz (1452-59). 390 × 747 cm. Basílica de San Francisco, Arezzo.



«Santa Elena halla la Vera Cruz», detalle del ciclo de frescos de la Leyenda de la santa Cruz (1452-66). 356 × 747 cm. Capilla Bacci en la Basílica de San Francisco, Arezzo.

 

Pongo a continuación otras obras conocidas de Piero.


El bautismo de Cristo (h. 1450). Temple sobre tabla, 167 × 116 cm. National Gallery (Londres, Reino Unido).

 


La resurrección de Cristo (1463-65). Fresco y témpera, 225 × 200 cm. Museo Cívico de Sansepolcro (Sansepolcro, Italia)

 


Virgen de Senigallia (1470-85). Óleo sobre papel llevado a tabla, 61 × 53,5 cm. Galería Nacional de las Marcas (Urbino, Italia)

 


Retrato de los duques de Urbino Federico de Montefeltro y Battista Sforza (1472). Temple sobre tabla, 47 × 33 cm. Galería de los Uffizi (Florencia, Italia). Este desde luego es uno de los cuadros más célebres, el de su mecenas y señora. Están representados de perfil a modo de las medallas antiguas.

 


Virgen con el Niño y Santos, con Federico de Montefeltro (1472-74). Temple sobre tabla, 251 × 173 cm. Pinacoteca de Brera (Milán, Italia).

Uno de esos pintores destacados del renacimiento italiano, en su primera fase, de esos que bien merece la pena que visites en un viajecito a Italia, la zona de Las Marcas. Hay que tener cierta esperanza y vamos a pensar en posibles viajes a Urbino y sus alrededores. Tiene playa y montaña, así que para mí, estupendo. Algún día...

viernes, 20 de noviembre de 2020

#47 Sepulcro del cardenal Juan de Cervantes

 

Detalle del sepulcro
Foto de Nick (2010)
CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons


 

Ubicación: Catedral de Sevilla (Andalucía) España

Fecha: 1458

Época: Arte gótico

 




Ejemplo de la influencia nórdica en el gótico hispano

 

¿Cómo eran las bibliotecas importantes en el pasado? ¿No os lo habéis preguntado?

Todos tenemos en casa nuestra biblioteca, los libros que nos gustan, leídos y sin leer. Pero, la gente estudiosa del pasado, ¿cuántos libros tenían?

La del cardenal Juan de Cervantes pasó al Cabildo de la Catedral, y se consideraba magnífica en su época, se sabe que estaba formada por 306 volúmenes manuscritos.

Lo comparo con los cinco mil libros, más o menos, que tenemos en casa, y sobrecoge lo limitado que era aquello.

Este Juan de Cervantes y Bocanegra (Lora del Río, 1382 - Sevilla, 1453) era de buena familia, por lo que formó parte del alto clero en la España del siglo XV. Acudió a un par de concilios, defendiendo la tesis de primacía del papa. Martín V se lo agradeció nombrándolo cardenal.

Él casó, a los quince años, al rey Enrique IV de Castilla con Blanca de Navarra. Sí, el rey al que luego, despectivamente, se le llamó «el Impotente», medio hermano de Isabel la Católica. Cuando el interés político cambió, ese matrimonio se anuló, en 1453.

Ese fue el último año de vida del cardenal Juan de Cervantes. Para entonces este señor, que había fundado un hospital en Sevilla e impulsado obras en la catedral, ya había encargado un magnífico sepulcro a Lorenzo Mercadante de Bretaña.

Este Lorenzo Mercadante era un escultor bretón que, como otros muchos artistas del norte de Europa, llegaron a Castilla en esta época. Estos provocaron que el gótico hispano se hiciera más ornamentado. Se le atribuye a él la introducción de las formas flamencas en Sevilla, uno de los focos del estilo en Castilla, junto con León y Toledo.

No es de extrañar, entonces, que a Lorenzo Mercadante se le conozca, sobre todo, por sus trabajos en Sevilla, y murió en 1480.

Se enmarca dentro de la escultura gótica en España, fase manierista. En Castilla se notó más la influencia borgoñona y flamenca que en la Corona de Aragón.

Destaca el profundo realismo de la escultura, sobre todo en el rostro del cardenal, cuyos rasgos se procuran reproducir con fidelidad. Es un realismo burgués, muy propio de los Países Bajos, alejado a mi modo de ver tanto de un idealismo clásico como del expresionismo nórdico.

El sepulcro, fotografiado por Ángel M. Felicísimo en 2015
CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons

Es una escultura labrada en alabastro.

Como vemos, hay un túmulo en forma de hexaedro rectangular. Se distinguen seis escudos: uno a la cabecera, otro a los pies y dos en cada uno de los lados largos. Hay ángeles que sostienen el escudo cardenalicio.

Detalle de la cabecera, por Pepe Becerra (2015)
CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons


El sepulcro está sostenido por seis cabezas de leones.

A los pies, tiene una cierva

En el frente, se distinguen escenas de la vida de Jesús.

Encima, descansa la figura yacente del difunto. Su cabeza reposa sobre tres cojines decorados.

Está revestido de pontifical, o sea, en traje de ceremonia o etiqueta. Hay escenas labradas en las ropas, por ejemplo una Anunciación en la mitra y santos en la casulla.

 

Foto de José Luis Filpo Cabana (2011)
CC BY-Sa 3.0, vía Wikimedia Commons

      Este sepulcro se encuentra en la Capilla de San Hermenegildo de la catedral sevillana, y es uno de los ejemplos más famosos de la escultura funeraria en esa ciudad, y de toda España, casi podríamos decir.

Así que si en vuestros viajes pasáis por allí, dejad unos minutos para examinar el rostro de este hombre que vivió hace cinco siglos, que se movió por las altas esferas y que, a su muerte, dejó un espléndido ejemplo de escultura funeraria... y sus trescientos y pico libros.

martes, 17 de noviembre de 2020

#27 Ucello: Batalla de San Romano

 

Battaglia di San Romano


Fecha: h. 1435-1440

Estilo: Arte renacentista

Autor: Paolo Uccello

Técnica: temple al huevo con aceite de nuez y de linaza sobre madera de álamo

 

Niccolò Mauruzi da Tolentino en la batalla de San Romano, 182 × 320 cm. National Gallery (Londres, Reino Unido)

 

 


 El contraataque de Michelotto da Cotignola en la batalla de San Romano, 182 × 317 cm. Museo del Louvre (París, Francia)

 

 


Niccolò Mauruzi da Tolentino desmonta a Bernardino della Carda en la batalla de San Romano, 182 × 320 cm. Galería Uffizi (Florencia, Italia)

 Colorido amante de los caballos


Cuando se habla de la primera generación renacentista, es difícil a veces recordar quién es quién. Para mí, Uccello es el «pintor de caballos y sombreros».

Su obra más conocida son estas tres tablas que se refieren a tres momentos de una batalla olvidada entre los sieneses y los pisanos. Los florentinos derrotaron a los sieneses el 1.º de junio de 1432 en San Romano en las cercanías de Lucca. Actualmente están divididas entre tres museos.

Son una forma de pintar que recuerda un poco al gótico internacional, por lo minucioso y el amontonamiento de detalles. Pero usa recursos que consideramos ya renacentistas, como el estudio de las anatomías, especialmente de los caballos. Se ve que la gozaba, el señor, presentando a estos animales desde distintas perspectivas. Eso no significa que no representara también con cuidado a los humanos, siendo famoso un escorzo de un caballero muerto.

A la izquierda, vemos al famoso caballero caído, que se puede ver de la tabla que está en Londres.

Posiblemente este caballero muerto fuese la primera figura humana en escorzo. Un decúbito prono que debió llamar mucho la atención. 

Escorzar es, según el DRAE, «representar, acortándolas según las normas de la perspectiva, las imágenes que se extienden en sentido perpendicular u oblicuo al plano del papel o lienzo sobre el que se pinta».

Este tipo de representación deformada de la figura humana lograba intensificar el dramatismo de la escena. Que el escorzo incrementaba el dramatismo es una de las lecciones bien aprendidas de Uccello, lo mismo que Mantegna con su famoso Cristo muerto, en decúbito supino.

También reflejaba con minuciosidad la moda masculina de la época. Lo que más llamativo nos resulta son esos tocados que parecen turbantes con esteroides. Se les llamaba mazzochi

Uccello representaba a caballeros medievales, con vestiduras de colores y largas lanzas. Llenaba la imagen de colorido y movimiento.

Digo que era el pintor de los caballos por ese empeño de representarlos de cuerpo entero, y también en diversas posturas. Pero al mismo tiempo, hay cierto aire artificioso, como si fueran caballitos de tiovivo.



A la derecha, uno de los caballos, en este caso está a la derecha de la tabla conservada en Londres.

Esta obra nos recuerda cómo eran las batallas en aquel final de la Edad Media

Aún dominaba la caballería pesada, con sus armaduras de suaves líneas curvadas que se ajustaban al cuerpo. Todavía eran enfrentamientos con arma blanca, picas o lanzas, se usa la ballesta o la maza para derribar al contrario. Un caballero en el suelo, con todo el peso de la armadura, podía darse por perdido.

En el siglo siguiente, aunque ya se introdujo la artillería, y la fuerza militar imbatible era la infantería, en concreto los tercios españoles, se siguieron confeccionando armaduras, si bien eran más ceremoniales o para torneos y justas, no tanto para la guerra de verdad.

Historia del cuadro

Este tríptico aparecía en un inventario a la muerte de Lorenzo de Médicis, llamado el Magnífico (1492). Por eso se creyó tradicionalmente que eran cuadros heredados de Cosme de Médicis, el Viejo, quien se los habría encargado a Uccello.

La datación de la obra no es segura. Su estilo es cercano al Monumento a John Hawkwood (1436), por lo que se cree que se realizó poco después de la batalla. Actualmente, gracias a determinadas evidencias documentales, se considera que son un encargo, pagado en 1438 por el rico Lionardo Bartolini Salimbeni.

El Louvre data su tabla así: h. 1435 - 1440?

La National Gallery dice que probablemente alrededor de 1438-40.

Y los Uffizi publican: 1435-1440 ca.

Los hijos de Salimbeni, Damiano y Andrea, habrían llevado los cuadros a Santa Maria a Quinto, en las colinas al noroeste de la ciudad, donde Lorenzo el Magnifico los descubrió y se los compró en 1484.

Estaría en el palacio Médici-Riccardi hasta 1659, donde pasó a la Guardaroba medicea. El tríptico pasó a los Uffizi en 1784, que se quedó con la que consideraban mejor conservada y vendió las otras dos. La National Gallery adquirió una en 1857 y la del Louvre la otra en 1863, con la colección Campana.

 El autor: Paolo Uccello



Uccello se enmarca en el «Quattrocento» florentino. Se llamaba Paolo di Dono, pero le conocemos como Paolo Uccello. No se sabe si nación en Pratovecchio o en Florencia, pero sí la fecha: 1397. 

Se formó en el taller de Ghiberti y trabajó principalmente en Florencia, aunque pasó años en otros lugares, como Venecia (1425-1430), Padua y Urbino. No se sabe si llegó a ir a Roma, pero sí que volvió a Florencia, donde murió en 1475. 

Su principal punto de interés fue lograr la perspectiva visual. Es uno de esos pintores que siguió la línea de investigación racional sobre la forma matemática, geométrica, de reflejar la perspectiva. Se trata, en definitiva, de incluir las tres dimensiones en una superficie bidemensional como es la de una tabla. Uccello estaba obsesionado por representar correctamente el espacio, con paisajes profundos, y las figuras en escorzo.

Pero si te fijas el aire general de sus obras sigue teniendo cierto estilo gótico, minucioso y colorido. Por eso hay quien considera que está un poco a caballo entre dos mundos. O justo en el que le tocaba: la Florencia del siglo XV, medieval y renacentista a un tiempo.

Aunque este tríptico de la Batalla de San Romano es su obra más conocida, hay otras obras de Paolo Uccello que suelen aparecer en los libros de Historia del Arte. A continuación, os pongo un par de ellas.

Monumento funeraro a sir John Hawkwood (1436). Fresco, 732 × 404 cm; con marco de trampantojo añadido en 1524 (820 × 515 cm). Catedral de Florencia (Italia)

 


San Jorge y el dragón (1458-1460). Temple sobre madera, 52 × 90 cm. Museo Jacquemart-André (París, Italia). Hay otro cuadro con este mismo tema, muy parecido, en la National Gallery de Londres.

domingo, 8 de noviembre de 2020

#69 Blade Runner

 


Blade Runner

Año: 1982

País: Estados Unidos

Dirección: Ridley Scott

Música: Vangelis

 

Como es domingo, nos vamos al cine a ver… cosas que vosotros no creeríais

 

En cierta ocasión, hace unos cuantos años, calculé qué película era la que había visto más veces en mi vida. Creo que fue esta; ahora tengo mis dudas de si fue está o La guerra de las galaxias, pero una de esas dos seguro.

 Tienen en común que ambas son de ciencia ficción y el protagonista es Harrison Ford. Una la vi en mi infancia y otra en mi adolescencia. Tengo la impresión de que nuestros gustos se suelen conformar en esa época de la vida en que todo es nuevo, al menos en lo que se refiere al arte, a la música, al cine, la literatura… y la mía quedó formada de esa manera.

 Como la vi en el momento de su estreno, aún puedo recordar que no fue recibida con especial entusiasmo. Las críticas hablaban un poco con ese tonillo de superioridad, un poco como si cada uno fuera un Truffaut, cuando en realidad, verlo probablemente el director francés fuera más tolerante que la mayor parte de los letraheridos. Ahora que lo pienso, cuando hablamos de cine, letraheridos igual no es un término adecuado; tengo que buscar algo otro.

 Esta película es de ciencia ficción pero no es una space opera como era La guerra de las galaxias. Ésta es ciencia ficción futurista bueno lo era entonces se supone ambientada en noviembre de 2019 y fijaros eso ya pasó.  Es un mundo en el que gracias a la ingeniería genética se ha conseguido hacer unos robots prácticamente iguales a los humanos pero mejorados en algunas de sus capacidades. Son los replicantes, y el modelo más avanzado, el Nexus 6, usados para colonizar el espacio exterior,  y como representan un peligro para la especie humana tienen un límite no pueden vivir más de cuatro años.

 Tienen prohibido entrar en el planeta Tierra. En caso de que lo hagan, un grupo policial llamado blade runners los “retiran”, o sea, matan a estas máquinas biológicas. Cuando un grupo de cuatro infringen la prohibición, será tarea de Dekker (Harrison Ford) el retirarlos.

 Es un tipo desencantado, que al principio de la película dice que está retirado de estas cosas. Pero es consciente de que estos robots en un peligro. Y entonces se pone a ello, a averiguar dónde pueden estar estos robots.

 En mitad de su misión se le suma otro Nexus 6 al que retirar: Rachel, una replicante que, al principio, ni siquiera sabe que lo es. Su relación con Dekker es la parte “romántica” (de consentimiento dudoso en algún caso, ya sabéis, estamos en los ochenta) de la historia.

 ¿Por qué me gustó en su momento? La vi y se convirtió en mi película favorita automáticamente, a diferencia de lo que decían los críticos. A ver, yo leo las críticas porque suelen escribirlas personas que saben mucho del cine (mucho más que yo) y analizan las cosas de forma brillante. Sin embargo, yo los veo más como a los economistas o los historiadores: lo suyo es analizar lo ya ocurrido, no predecir el futuro. En ese mismo sentido, creo que los críticos de arte son arqueólogos. No veo que tengo una especial lucidez a la hora de señalar que qué películas van a sobrevivir a su temporada en taquilla. 

 A mí, adolescente criada a los pechos de Lucas, Spielberg… e Ingmar Bergman, esta película me fascinó. Aquella muchacha que yo era buscaba la aventura y la trascendencia, el romance y las reflexiones filosóficas, el desencanto y la belleza… Esta película tiene un poco de todo eso. 

La he vuelto a ver por enésima vez y me ha seguido encantando. Una mirada de Harrison Ford o Rutger Hauer merece la pena.

 La dirección artística es fabulosa a la hora de recrear un mundo futurista en tono sombrío, o sea, una distopía. Vale, sí, bueno, como todos, fueron incapaces de predecir algo como el iPhone, de acuerdo, eso fue una genialidad de Apple por mucho que el mindundi de Errejón crea lo contrario. 

A esa puesta en escena excepcionalmente evocadora, hay que incluir un guion que no da un momento de respiro, no sobra una escena. 

Las interpretaciones son muy correctas, nada exageradas, de actores profesionales que buscan más la naturalidad, de los que a mí me gustan, y palabras... las justas.

 Me doy cuenta de que la ciencia ficción me gusta, pero no la dura, sino cuando se mezcla con otro género, como el romántico o, en este caso, el suspense policial, de ahí que se la califique también como neo-noir. Aquí hay una parte de investigación puramente policíal, con Dekker siguiendo una serie de pistas.

 De esta película hay varias versiones, y a mí me da un poco lo mismo una que otra. La que más veces he visto creo que fue la primera, con voz en off. Luego Ridley Scott hizo un director’s cut, le quitó esa voz en off, metió por ahí una escena de un unicornio y quitó el final en el que se ve a los protagonistas fuera de Los Ángeles.

 Ahora que la he visto, me he fijado más en los personajes femeninos. Las replicantes están sexualizadas al estilo de los ochenta, más que los hombres. Pero, al mismo tiempo, son luchadoras y peleonas. Eso sí, las combatientes se mueren y la que tiene un rol más femenino es la que sobrevive. Usar el cuerpo como objeto tiene sentido para que veas la humanidad de los robots.  En ese sentido también hay un uso del físico impresionante de Rutger Hauer, a ver según los parámetros que a mí me gustan, tipo armario empotrado, no es un lánguido flacucho ni hipermusculado, no, lo que tiene es un físico varonil, de hombre maduro.

 El paso de los años ha determinado no que el cuerpo de las mujeres deja de estar sexualizado, sino que se sexualice el cuerpo de los hombres. Claro, pensando en la última de Tarantino y el momento en el que Brad Pitt se quitó la camiseta,… yo sería muy hipócrita si me quejara de esto.

 Ya sabéis como soy, no tengo remedio.

 Ridley Scott es uno de los directores que suele acertar con el tipo de actor y el tipo de historia que a mí me gusta que me cuenten y eso a pesar de que hace películas muy diferentes aparentemente o que pertenecen a géneros diversos. Va desde Los duelistas (1977) con Harvey Keitel al Gladiator (2000) protagonizado por Russell Crowe o American Gangster (2007), con Russell y ohmygod Denzel Washington.

Espero a poner hablar de alguna de estas películas aquí en otra ocasión. Tienen un formato perfecto, actorazos como protagonistas y un ritmo fabuloso a la hora de contar la historia.

Y cómo no recordar las frases finales de Rutger Hauer, el monólogo de las lágrimas en la lluvia, que hasta tiene entrada propia en la Wikipedia.

I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain. Time to die.

Por cierto que la versión final fue una mejora de Rutger Hauer, que le dio una intensidad dramática, quitando cosas y añadiéndole lo de que se perderá en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hay que quitarse el sombrero ante este actorazo que, lamentablemente, nos dejó en julio de 2019.

Sobre este monólogo, y el diálogo previo con Dekker, y lo ocurrido en toda esta escena, ha sido analizada hasta la saciedad, y si quieres, puedes encontrar muchísimas reflexiones en internet y en libros. Impresiona por sus palabras y el contexto, la humanidad que transmite, la emoción de querer seguir viviendo, un día más, análogo al aria "E lucevan le stelle" de Cavaradossi en Tosca.

Yo, ¿qué queréis que os diga? Es una de esas escenas intensas que forman parte de la Historia del Cine, y que me conozco de memoria... en inglés.

Acabo con una referencia al doblaje. Me conocéis, yo veo las cosas VO hasta en idiomas que desconozco, sea iraní, japonés o francés. Esta película no es una excepción, también la prefiero en original.

Sin embargo, debo romper una lanza por los excepcionales actores de doblaje españoles. En particular por aquella maravilla que era Constantino Romero, que aquí sinceramente mejora el personaje de Rutger Hauer con su magnífica voz. Y eso que a la de Hauer no le puedes poner ningún pero. Es una de esas cosas en las que estoy más con Fernando Díaz Villanueva que con Mauricio Schwartz.

Romero nunca será lo suficientemente llorado. Era uno de los pocos actores que a veces mejoraba la interpretación original; desde luego, era así con Clint Eastwood, pues al personaje de Harry el Sucio le va mejor el vozarrón de Romero que la vocecilla de Eastwood. Y como no recordar el miedo que metía como Darth Vader, no desmerecía al original de James Earl Jones.

No conozco a nadie quien no le guste Blade Runner, salvo aquellos críticos de los años 80 que me parecen un poco cegatos. Si te gusta el suspense, o las distopías, las facturas sombrías pero bellas, y la música de Vangelis, sí, esta es tu peli.

 Tuvo varias nominaciones a distintos premios, pero ganar, solo ganó tres BAFTA (fotografía, vestuario y diseño de producción) y un premio de la Asociación de Críticos de Los Ángeles (mejor fotografía).

Esta es otra de esas películas que no sé en cuántas listas de cien mejores películas aparecerá. Tenía que aparecer en la mía, por ser una de mis favoritas.

Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity  o la Internet Movie Data Base.

Aquí os dejo el monólogo de las tears in the rain:

jueves, 5 de noviembre de 2020

#46 Sagrera: Lonja de Palma de Mallorca

 

Interior de la Lonja de Palma de Mallorca
por Felivet (2008)
[Dominio público] vía Wikimedia Commons


 

 

                       

Ubicación: Palma de Mallorca (Islas Baleares, España)

Fecha: 1420-1452

Estilo: Arte gótico

Tipo de edificación: lonja (edificio comercial)

 


 

 

Una preciosa obra de la fase barroca del gótico español

 

Dentro de la arquitectura gótica española, se diferencian varias fases: protogótico, clásica, manierista y luego está la fase barroca, en la que se enmarca esta obra.

Este precioso edificio que se encuentra en la capital de las Islas Baleares. La actividad que se desarrollaba en él era comercial: un centro donde se reunían los mercaderes para negociar.

 Hay que recordar que Mallorca fue un reino propio, con mucha actividad mercantil. Fue un reino conquistado por el rey de Aragón en 1231; hubo un tiempo que fue más o menos independiente, pero se integró definitivamente en la Corona de Aragón con la conquista de Pedro el Ceremonioso en 1343.

 La Lonja tiene planta rectangular

El interior se divide en cuatro naves, de la misma altura. La separación entre las naves viene marcada por seis columnas retorcidas, helicoidales, con estrías, con lo que al final puedes entender que hay doce partes.

 Estas columnas no tienen capitel que corte su continuidad, sino que se elevan hacia el cielo, de manera que forma de una manera muy natural, orgánica, los nervios de bóveda de crucería. Si te dejas llevar por la imaginación, acaba pareciendo una palmera que se abre.

 Al hacerlo así da una idea más de espacio diáfano, de piedra un poco flotante, te lleva los ojos hacia arriba en una sensación de ingravidez.

 En la clave de la bóveda se encuentran escudos de la Corona de Aragón y de la ciudad de Mallorca.

 

Os pongo esta otra imagen de la portada, con la famosa escultura del Ángel Custodio. El autor es Z thomas (2019). [CC BY-SA 4.0], vía Wikimedia Commons

Del exterior, destaca la portada, en la que se ve el talento del autor, Guillermo (o Guillem) Sagrera no solo como arquitecto, sino también como escultor. Sagrera es, junto a Pere Joan, el escultor más representativo de la Corona de Aragón en esta época. Es muy conocido este Ángel Custodio, sonriente, y sujetando una cinta en la que se puede leer defenedor de la mercancía. Es un ejemplo de escultura gótica española.

 La Lonja de Palma de Mallorca es un inmueble protegido, declarado monumento histórico-artístico en el año 1931.

 Como ya mencioné antes, el edificio se enmarca en la fase barroca del gótico. El estilo de este período se llama también flamígero, por aquello de que emplea calados con adornos inspirados en las ondulaciones de las llamas.

 Este rasgo procede de Flandes, y cuando se introduce en España, y se une a características autóctonas, mudéjares, crea este estilo hispano-flamenco. Las formas flamígeras llegaron a la Corona de Aragón en el siglo XV.

 Otra denominación que encontraréis, pero más para edificios de la Corona de Castilla, es la de isabelino, por la reina Isabel I de Castilla.