martes, 6 de julio de 2021

#50 Miguel Ángel: David

 

Foto de Jörg Bittner Unna (2016)
CC BY-SA 3.0
Via Wikimedia Commons


 

Ubicación: Galería de la Academia (Florencia) Toscana, Italia

Fecha: 1501-1504

Época: Arte renacentista

Autor: Miguel Ángel

 



 

El más grande, como la Jurado

 

He reflexionado mucho sobre Miguel Ángel, cómo hablar de él aquí. 

Está considerado el artista más completo de la historia. Arquitecto, pintor, escultor, poeta, urbanista. Todo lo hizo, y todo bien, a lo largo de las décadas. Nació en 1475 y murió en 1564. O sea, empezó trabajando en la Florencia de los Médici, y acabó ya en tiempos manieristas de la Contrarreforma.

El más grande, aunque admito que a mí me deja un poco fría. No me emociona, pero sí me impresiona lo que no está escrito. Leo en Miguel Ángel: una vida épica, de Martin Gayford:

…de acuerdo con muchos parámetros, el más famoso de todos los tiempos. Pocos otros seres humanos, a excepción de los fundadores de religiones, han sido objeto de estudios y debates tan meticulosos. La vida, la obra y la fama de Miguel Ángel transformaron para siempre nuestra noción de lo que podía ser un artista.

 

¿Qué puedo añadir yo?

Al final, he decidido comentarlo como si hablara con alguien de otro planeta que jamás haya oído hablar de Miguel Ángel y su terribilitá. Explicar algunas de sus obras y, si acaso, hacer al final una serie de artículos como los que escribí respecto a Alberto Durero.

Hoy os traigo esta escultura que se alzaba en la plaza de la señoría de Florencia y ahora la puedes ver en la Galería de la Academia.

Mide más de cinco metros de altura. Yo la he visto in situ y sí, impresiona. 

Está ejecutada en mármol blanco. El mármol blanco de Carrara representaba mejor que ningún otro material el ideal neoplatónico de Belleza que dominaba filosóficamente la Florencia de la juventud de Miguel Ángel. 

La pieza concreta con la que se confeccionó tiene su historia. Luego la cuento.

El tema es religioso. Viene del Antiguo Testamento. David, el joven héroe judío que venció al gigante filisteo Goliat. Aquí está con su honda al hombro y una piedra en la mano, preparado para ejecutar el lanzamiento que cambiará la historia de su pueblo.

En otras representaciones, David era más suave, juvenil y podríamos decir que hasta afeminado. Supongo que para contrastar mejor con un Goliat maduro y viril. Tenemos como ejemplo el David de Donatello



Este David de Miguel Ángel, en cambio, aunque joven, resulta muy varonil. Fuerte, de poderosa musculatura. Un tipo decidido. Con él, tonterías las justas.

Tiene el vello corporal, las manos y la poderosa musculatura de un hombre adulto. La cabeza, en cambio, es más bien grandota como la de los bebés o los adolescentes aún no desarrollados del todo.

La postura general se da un aire helénico, como la estatuaria de la Antigüedad. 

Pero si te fijas en las manos tensas, apretadas, hay una energía, un poder apenas reprimido muy alejado del clasicismo. Este David es sereno solo en apariencia.



En los detalles ves un cuidadoso estudio del cuerpo humano: las venas por encima de la tensión de músculos y huesos. 

Miguel Ángel había practicado disecciones de cadáveres. Esto de cortar el cuerpo humano a ver qué hay estuvo prohibido durante siglos. En esto, como en tantas otras cosas, Italia fue pionera. Está documentado que en la facultad de Medicina de Bolonia se practicaban ya en el siglo XIV.

Se recomendaba a los artistas, sobre todo escultores, que acudieran a ver cómo era el cuerpo humano bajo la piel: los huesos, los músculos y tendones y cómo se conectaban y movían. Así sus esculturas serían más reales.

Si te fijas en la cabeza, además del ceño fruncido, verás los ojos redondos, de mirada fija, y los rizos del cabello tallados como el trépano de las esculturas de la Antigüedad. Esas esculturas, durante siglos se conocieron solo por las referencias literarias de un Plinio el Viejo.


Pero en la Roma del siglo XV se empezaron a desenterrar unas cuantas piezas romanas. A finales del siglo XV, bajo el reinado de Inocencio VIII, se hallaron en la basílica de Majencio restos de una estatua colosal de Constantino. Hoy lo puedes ver en el patio del Palazzo dei Conservatori (Museos Capitolinos) uno de los más aconsejables de Roma, no tan saturado de turistas como los Museos Vaticanos o el Coliseo.

Aquí os pongo, a la derecha, la cabeza del Coloso de Constantino, del siglo IV, para que comparéis.

Ahora vamos con el salseo histórico. 


En la primavera de 1501, un Miguel Ángel de veintiséis años estaba en Roma. Unos amigos florentinos le avisaron de que esa pieza de mármol a la que deseaba echar mano desde hace años, por fin iba a ser adjudicada. Que volviera rapidito.

En la catedral de Florencia llevaban más de un siglo trabajando. Tenían la idea, ya desde hace años, de poner una serie de esculturas en los baluartes de la catedral. Así, grandotes, que se vieran desde lejos, profetas y demás.

Hacía unos cuarenta años que un escultor se había pasado por Carrara a coger una pieza de mármol con la que hacer un David. Para aligerar el peso, le quitó algo de material, dándole un poco de forma. Llevaron este bloque hasta el taller de las obras de la catedral (Opera del Duomo) y allí se quedó, esperando a un titán que se atreviera a darle forma. Se consideraba que estaba «mal abocetado», y verdaderamente difícil de hacer algo bueno con ella.

Había varios candidatos al premio de torear este morlaco. Al parecer una de las cosas que decidió a los operai a dársela a Miguel Ángel fue que él decía que era capaz de tallar un David con lo que había, sin necesidad de añadirle piezas de mármol. O sea, hacerlo de una sola pieza, ex uno lapide, que es lo que se consideraba fetén desde la Antigüedad.

La cosa es que Miguel Ángel consiguió ganar ese concursillo. Se puso manos a la obra. Una de las primeras cosas que hizo fue ordenar que construyeran un muro en torno a la estatua. Y luego la techó. Allí estuvo trabajando, lejos de los ojos del público, durante dos años en lo que los florentinos apodaron Il Gigante.

En principio, un David estaría vestido, que era lo habitual. Pero no había allí mármol suficiente, y Miguel Ángel hizo de la necesidad virtud: lo desnudó. Y también porque seguía así los modelos clásicos.

El 23 de junio de 1503, víspera de San Juan, la escultura estaba prácticamente terminada y se quitó el muro que rodeaba al David. Podían verlo, entonces, a lo largo de todo el día.

Vino entonces el debate. ¿Dónde ponerla? Estaba claro que no sería en lo alto de la catedral. Meses más tarde, ya en enero de 1504, se formó un comité de expertos entre los que estaban Botticelli y Leonardo, este último porque había tenido que salir por piernas de Milán poco antes. Al parecer, al cantamañanas de Leonardo esta obra le parecía interesante, pero mal proporcionada, prepotente y, sobre todo, indecorosa. ¿Qué es eso de andar por ahí con sus partes al aire?

La cosa es que estos expertos no llegaron a ninguna conclusión clara. Había que tener en cuenta muchas cosas, desde las implicaciones políticas hasta la propia protección de la estatua.

Al final, se optó por el lugar que al parecer era el querido por Miguel Ángel: la plaza de la Señoría.

Problema, llevar hasta allá este mazacote de más de cinco metros de alto y cinco toneladas y media de peso, sin que se les rompiera nada. Es más, ni siquiera pasaba por la puerta para salir.

Solución: rompieron parte del muro para que pasara la estatua y el artilugio en la que la habían montado. Porque sí, la envolvieron bien y la suspendieron de una plataforma de madera, atada de cuerdas, con cierta holgura para que pudiera bambolearse y no dañarse. Más de cuarenta hombres tiraron de los cabestrantes.

Son solo unos cientos de metros. Pero tardaron cosa de cuatro días en llevarla hasta allí; del 14 de mayo a las ocho de la tarde hasta las ocho de la mañana del día 18.

Y allí se quedó, el 18 de mayo de 1504. Aún tapada, mientras pensaban un poco más… A la gente le gustó, aunque como siempre hubo alguna opinión discrepante. A Leonardo le hicieron caso en solo una cosa: la desnudez en un sitio público. Así que le pusieron como taparrabos una guirnalda de hojas doradas, y allí estuvo durante siglos.

Ahora, la puedes ver en la Galería de la Academia en todo su esplendor au naturel.

 



El David representa de manera estupenda la escultura del segundo Renacimiento, el Cinquecento. De gran tamaño, esforzándose en detalles anatómicos realistas. Tiende a lo grandioso, más que a lo sereno y encantador. Predominó en este momento la escultura de bulto redondo, desapareciendo casi los relieves.

Aunque ya dije más arriba que Miguel Ángel cultivó varias artes, y todas de manera sobresaliente, es recordado es, sobre todo, como escultor. Él mismo se consideraba escultor ante todo

Alcanzó la excelencia con obras como este David. No sólo domina la técnica sino que, además, aquí, sí, es capaz de conmover, de expresar sentimientos y pensamientos con el mármol.

Vasari, que es el fan number one de Miguel Ángel, dejó escrito: 

Y realmente quien ve esta escultura no debe ya preocuparse por ver ninguna otra escultura de cualquier otro artista, ya sea de nuestra época o de cualquier otra.

Pues eso.

Como curiosidad, mientras estaba escribiendo esta entrada, con ayuda de diversos libros de arte, sobre todo la biografía que mencioné más arriba, la de Gayford, estuve escuchando a Dietrich Fischer-Dieskau interpretando poemas de Miguel Ángel: Drei lieder nach Michelangelo Buonarroti de Hugo Wolf (1860-1903) y Suite sobre poemas de Miguel Ángel Buonarroti, Op. 145 de Shostakóvich (1906-1975). Poniéndome muy eurocéntrica, para mí esto es lo mejor que se puede ofrecer: unos poemas renacentistas en italiano, puestos en música por un ruso del siglo XX e interpretado por un señor alemán.



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