sábado, 17 de julio de 2021

#51 Sepulcro del Doncel

 

Foto de Borjaanimal (2018) CC BY-SA 4.0
Vía Wikimedia Commons


 

Ubicación: catedral de Sigüenza (Castilla-La Mancha, España)

Fecha: 1486-1504

Época: Arte gótico

Autor: Sebastián de Almonacid / Sebastián de Toledo

 

Aquí yace Martín Vázquez de Arce, caballero de la orden de Santiago, que mataron los moros, socorriendo al muy ilustre señor duque del lnfantado, su señor, a cierta gente de Jaén, a la Acequia Gorda, en la vega de Granada...

 

 

He visitado todas las comunidades autónomas de España, faltándome las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Y, dentro de ellas, he estado en prácticamente todas las provincias. Alguna, sin embargo me falta. Una de ellas es Guadalajara.

Guadalajara está ahí, a un lado, es un poco como Soria o Cuenca o Huelva, que tienes que ir allí expresamente, no es algo que visites de paso hacia otro sitio.

Uno de los atractivos turísticos de esa provincia es Sigüenza, en particular su catedral, bien de interés cultural. Allí destaca la Capilla del Doncel, donde se puede ver este sepulcro gótico español.

Se trata de un sepulcro bajo arcosolio. Se ve el sarcófago en la parte inferior, con la escultura encima. En la pared del fondo, una inscripción. Por encima y a los lados, pinturas.

Aquí os pongo una imagen general, hecha por Servandogotor en 2015:


Me voy a centrar en lo que es la figura del doncel, aunque haya otras cosas de interés en este sepulcro.

Está confeccionado en alabastro, y policromado, como se ve en esa cruz de Santiago que lleva en el pecho.

Lo primero que llama la atención es la postura. Lo habitual en las esculturas funerarias era estar tumbado, como dormido. Aquí el protagonista está recostado, apoyando el codo en un haz de heno, mientras lee un libro.

Refleja el ideal del caballero de aquella época, que maneja la espada y la pluma. Viste armadura, cota de mallas, cubre la cabeza con un capacete , luce puñal y espada… pero a lo que se dedica allí, en su sepulcro, de cara a la eternidad, es a leer.



A la derecha, fotografía de Servandogotor (2015), CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons, en la que se ve el paje que el doncel tiene a sus pies.

El gesto de la criatura es tristón, entre pensativo y pesaroso. Es indudable que la muerte de este joven le causa tristeza. También, como es habitual, un perrillo símbolo de fidelidad.



El doncel, fotografiado por Manuel Parada López de Corselas.

 

Os preguntaréis quien era este muchacho. Aunque lo llaman doncel no era tan joven. Es Martín Vázquez de Arce, un retoño de buena familia, que servía, a su vez, a los Mendoza. Por cierto que del palacio del duque del Infantado en Guadalajara ya hablé aquí, en el mes de diciembre pasado.

La decisión de construir aquel palacio la tomó, hacia 1480, don Íñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado y tercer marqués de Santillana (entre otros títulos). Era nieto del primer marqués de Santillana, el escritor. La cosa es que este Íñigo López de Mendoza participó en la guerra de Granada, especialmente en la campaña de 1486.

Esa guerra de Granada duró diez años, y culminó en 1492 con la toma de la capital nazarí. Fue dura, campaña tras campaña se iban tomando las ciudades, casi una a una, poco a poco. Metiéndose como cuña entre las banderías que dividía a los nazaríes, con asedios implacables a plazas fuertes que parecían inexpugnables...

Martín formaba parte del ejército del duque del Infantado. En una escaramuza tonta en la vega, cerca de la Acequia Gorda, falleció, en esa campaña de 1486. Tenía 25 años de edad. Ahora nos parece joven, en aquella época era todo un hombre.

Su padre recogió el cadáver y con los años lo llevó a las tierras de la familia en Sigüenza. Fue su hermano, obispo de Canarias, el que al parecer encargó este sepulcro.

Esta escultura es ejemplo del estilo gótico español, de la época final. El gótico hispano tiene cuatro fases. Esta se situaría en la última, cuando las influencias flamencas y germánicas sustituyen, en Castilla, a las borgoñonas.

Esto se explica por el intenso tráfico comercial entre Castilla y Flandes en aquella época. De la misma manera que antes se recibieron esas influencias de Borgoña también más en la Corona de Castilla que en la Corona de Aragón.

Al gótico de esta época se le llama estilo hispano-flamenco. Es una de las épocas más ricas de la escultura española. Se nota que era un reino pujante y rico. Lo he dicho muchas veces: donde hay pasta, hay arte. Y el comercio siempre crea riqueza.

Aquí se ven rasgos muy propios del estilo: el realismo (algo muy burgués) más que el naturalismo precedente; es una escultura funeraria (género que predomina en la época) y, finalmente, desprende un cierto aire de melancolía.

Había tres centros artísticos de este estilo hispano-flamenco: Sevilla, Toledo y Burgos. Pues bien, esta escultura se enmarcaría en torno al centro toledano. De la escuela toledana sobresale Egas Cueman, a quien se achaca haber introducido allí las formas flamencas. Se le considera maestro del autor de esta escultura: Sebastián de Almonacid o Sebastián de Toledo. Bueno, de quien se supone que es el autor, que esto no es seguro. De hecho, ni siquiera se sabe si son el mismo artista, o son dos diferentes.

Tampoco se sabe la fecha exacta en la que se terminó este sepulcro. Leo en la Wikipedia que tiene que estar entre 1486, que es cuando murió Martín Vázquez de Arce, y 1504, pues se cita como acabada en el testamento de su padre. Azcárate Ristori lo fija en 1490-1491, o, como mucho 1495.​

Una de las razones por las que he escogido esta pieza en mi lista de cien esculturas es porque el Doncel de Sigüenza es un icono de la época. Refleja bien esa España de la segunda mitad del siglo XV. 

Una España en lucha, la guerra civil primero, la conquista de Granada después. Pero también en la que florecieron autores como Jorge Manrique (otro caballero noble caído en la guerra, en su caso en la civil de Castilla). El otoño de la Edad Media en la península. Una nación pujante, rica, que comerciaba con el norte de Europa, cuyos caballeros aspiraban a luchar con habilidad, que ambicionaban nuevos horizontes y cuyo ideal era la espada y la pluma.

 



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