Objeto:
tapiz
Material:
lana y seda
Fecha:
h. 1500
Lugar
actual: Museo Nacional de la Edad Media (M.º de Cluny), París (Francia)
Época:
gótica
Abrigado y hermoso
Los tapices son un tipo de objetos que tuvieron su momento
álgido en la Baja Edad Media. Servían no solo para decorar las habitaciones,
sino que también daban calorcito. Incluso, a veces, se colgaban de las iglesias
o en otros lugares públicos, en determinadas conmemoraciones.
El centro de la tapicería europea estuvo primero en París,
desplazándose después a territorios borgoñones, en los Países Bajos
meridionales, en una zona que actualmente está dividida entre Francia (por
ejemplo Arrás) y Bélgica (Tournai, sin ir más lejos).
A finales del siglo XV se hicieron series de tapices en
torno a la criatura mítica que era el unicornio. Un conjunto famoso, hoy en The
Cloisters de Nueva York, es el dedicado a la Caza del Unicornio.
Pero yo he preferido centrarme en uno grupo también muy conocido: La dama y el unicornio,
que podemos ver en el museo de Cluny de París. Ya he dicho en otra ocasión que
es uno de mis favoritos de la capital francesa, uno de esos museos con encanto
que puedes visitar con relativa comodidad, lejos de ese parque temático en que
se ha convertido el Louvre.
Naranjos tras el unicornio |
Es uno de los ejemplos más famosos de un estilo de tapiz
que se llamaba millefluer, o
milflores. Este nombre procede de todas esas plantitas y flores diminutas que
cubren el fondo, como si estuvieras viéndolas brotar entre la hierba. Recuerda
mucho al primor del estilo gótico internacional de pintura, que tiene escenas
muy parecidas, sobre todo de la Virgen en huertos cerrados, usando la alegoría
de la Virgen como hortus conclusus.
El estilo milflores se usó a lo largo del siglo XV y
llegó hasta mediados del XVI. Pero, sobre todo, abundó en el período entre 1480
y 1520, período en que se confeccionaron estos tapices de La dama y el unicornio (en gabacho, La Dame à la licorne).
Son seis tapices que se cree fabricados en Flandes, probablemente
entre 1484 y 1538. Para hacer un tapiz previamente tenía que haber un dibujo,
al que se llama cartón. Pues bien, los cartones de estos se cree que proceden
de París. De los seis, cinco se cree que representan a los cinco sentidos, y
este es el sexto, con las palabras «À mon seul désir».
Deseo |
Las dimensiones de los tapices oscilan: entre 311 y 377 cm de alto y de 290 a 473 cm de ancho.
El que yo he escogido, À mon seul désir, es un poco más ancho que los otros.
El centro está ocupado por una dama en frente de una tienda. Las palabras que le dan el título están por encima. Cerca tiene una criada que abre un joyero. La dama está guardando un collar, o quizá lo esté cogiendo, no se sabe.
Al otro lado, un perrito sobre un banco. A un lado, el unicornio y, al otro, un león.
Este trío de
dama-unicornio-león se repite en los cinco tapices.
El lema que aparece À
mon seul désir, puede significar varias cosas, a mi deseo solo, o solo según
mi deseo, o solo porque yo lo deseo…
Como todo en aquella época, era un arte refinado, cortés, solo asequible a los
más pudientes, y todo tenía un significado oculto. Así, al unicornio se le daba
un significado cristológico.
Esta escena en particular, dentro del conjunto, ha tenido
diferentes interpretaciones. Podría significar el amor, o la virginidad, o la
renuncia a las cosas mundanas (de ahí que guarde el collar) o incluso un sexto
sentido, que sería el entendimiento o la sensatez.
No se sabe quién los encargó. Por el blasón que aparece en ellos, se ha relacionado con la familia Le Viste, de Lyon, pero vaya usted a saber. De ahí, un salto hasta el siglo XIX, cuando Próspero Mérimée los descubrió en 1841 en el castillo de Boussac.
Fue más tarde cuando, por 25.000 francos de oro, el municipio de Boussac se los vendió a Edmond du
Sommerard, como curador del Museo de Cluny en París.
Si quieres saber más, hay un artículo dedicado a ellos en la Wikipedia.
Los
tapices, en la página web oficial del Musée de Cluny.
Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.
A mí la secuencia de estos tapices siempre me ha intrigado, el significado de su iconografía, la carga simbólica y la autoria de la obra. Me gusta quedarme embobada mirando sus pequeños detalles y dando rienda suelta a la imaginación, no sé. Tu entrada me recuerda que hace años leí La dama y el unicornio de Tracy Chevalier, y bueno, es ficción, bastante decente para mí gusto. Pero, sobre todo, es una forma de acercarse a los tapices sin perder de vista el significado de lo que representan.
ResponderEliminarBuenas entradas, muy interesantes.
Gracias. :-)
Gracias a ti por comentar.
EliminarEl libro de Chevalier lo leí hace años y admito que no recuerdo nada de él.
También yo me quedo embobada mirando estas obras con tanto detalle. Me pregunto qué significan. Pero, cuanto más leo, más me pierdo. Es casi como que cada historiador del arte tiene su propia interpretación.
Escribo lo que leo. Como son cosas que me llaman a mí, siempre pienso que igual le interesan a alguien más.