Händel (a la izquierda) con el rey Jorge I, en barcaza sobre el Támesis escuchando la Música acuática Por Edouard Jean Conrad Hamman (1819-1888) [Dominio público] via Wikimedia Commons |
Water music / Wassermusik
Compositor: Georg Friedrich Händel
Estreno: Londres,
17 de julio de 1717
Música cortesana y festiva, para no complicarse la vida.
17 de julio de 1717, el rey Jorge I de Gran Bretaña, de cincuenta y siete
años, se sube en una barcaza en el palacio de Whitehall.
El viejo monarca está cansado de que su hijo le robe la atención de los
londinenses. Este príncipe alemán llegó al trono británico gracias a
las carambolas de la historia y el ansia inglesa de anteponer la religión a los derechos dinásticos o la conveniencia de un monarca nacional. Sus muchos años
(para entonces) impacientaban al príncipe Jorge, por entonces de treinta y
tantos, que entretenía la espera al trono con francachelas.
Quiso el rey demostrar quién mandaba aún, y para ello se le ocurrió
dar un espectáculo inolvidable. Aquella tarde de verano, siendo las ocho, se
subió en la barcaza y, aprovechando que subía la marea, dejó que la barcaza
real fuera deslizándose corriente arriba hasta Chelsea.
Con él iban unos cuantos aristócratas, para disfrutar del paseo.
Y en otra barcaza, al lado suyo, una orquesta relativamente grande para lo
que eran las de aquella época, interpretó una pieza compuesta por el maestro
Händel para la ocasión: una serie de movimientos orquestales muy alegres, en
tono mayor, esta Música acuática que
ahora la conocemos agrupada en suites.
Händel, alemán de origen como el propio rey, había viajado por el
continente, incluida Italia, y fue maestro de capilla de Jorge cuando
este era sólo el príncipe elector de Hanóver. Marchó a Inglaterra en
tiempos de la reina Ana. Se suponía que iba a enriquecerse gracias a la ópera, que era lo que en aquella época podía llenar los bolsillos de
los músicos. Como poco después su antiguo señor se convirtió en rey de Gran
Bretaña, hay mucha leyenda y película montada con si fue en realidad una
avanzadilla, o un espía. Muy teatrero pero realmente no hay pruebas.
El rey quedó tan complacido con esta Música acuática que Händel le compuso
que la escuchó más de tres veces durante su viaje, de ida y vuelta, por el
Támesis. También debió gustar al montón de londinenses que se lanzaron al
Támesis en sus embarcaciones, y todos aquellos que se acercaron a la orilla
para escuchar, en aquella noche mágica de verano, esta
música maravillosa que se deslizaba ante ellos por el río.
En La discoteca ideal de música
clásica, de Kenneth y Valerie McLeish, Enciclopedias Planeta, 1996, dicen
de esta pieza:
Tiene la adecuada sonoridad propia del «aire libre», realzada por los oboes y las trompas de la orquesta y por la sencillez nada esforzada de sus melodías y su armonía. Es música ligera, con la única pretensión de entretener, y sus brillantes pasajes rápidos y adornados y sus airosos contrapuntos nos muestran al Händel más festivo.
Esta obra maestra de Händel
ha sido objeto de muchas grabaciones, emparejada normalmente con la Música para los reales fuegos artificiales,
que data de tres décadas después. Además, hay varias versiones, organizando
cada uno a su manera los distintos fragmentos. Hoy en día se prefiere la más
cercana al original.
Recomiendo la de Trevor
Pinnock con The English Concert que usa instrumentos originales.
En You Tube podemos encontrar una grabación de estas dos conocidas piezas de Händel que se interpretaron en los PROMS de 2012:
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