Alminar de la mezquita de Samarra Por Izzedine (2009) [CC BY 3.0], via Wikimedia Commons |
Tipo de construcción: mezquita
Época: 848-851
Lugar: Samarra, Irak
Otro minarete de
esos que ha entrado en los libros de historia
Ya hemos visto aquí unos cuantos ejemplos del arte islámico hasta la segunda mitad
del siglo XI, o sea, de la primera parte del mismo: la Gran Mezquita de Damasco, el palacio de Qusayr ‘Amra, la mezquita-catedral de Córdoba y la Gran Mezquita de Kairuan.
No hay que extrañarse, porque en materia de arquitectura, pintura y escultura estoy intentando seguir un orden cronológico y esta es justamente la
época del máximo esplendor del mundo musulmán.
En esta primera fase, tres fueron los
grandes centros creativos: el Damasco omeya, el abasí de Bagdad, y Al-Andalus.
El cambio de Damasco a Bagdad se produjo
en torno a mediados del siglo VIII. Es cierto que no quedan demasiados restos
de este segundo período, pero de lo poco que queda sobresale la gran mezquita de Samarra
(Irak), ciudad que se adoptó temporalmente como nueva capital (836).
Se construyó a iniciativa
del califa Al-Mutawákkil (846-852), que realizó otras construcciones en la
ciudad, además de la gran mezquita. Fue en aquella época, la más grande del
mundo; lo que queda, a día de hoy, es la
muralla perimetral y el gigantesco minarete, llamado Malwiyya (ملوية), ya que el resto lo destruyó el jan mongol Hulagu
en el siglo XIII.
Y ese es precisamente su rasgo más destacado,
ese alminar o minarete único, retorcido,
curvado hacia el cielo. Es una gran torre cónica de más de cincuenta metros
de alto, con una rampa de ascenso que tiene peldaños, en forma de espiral. Realizado en piedra caliza, en origen estaba unido a la mezquita
por un puente.
Recuerda a los
zigurats de la antigua cultura mesopotámica, aunque hay también quien cree que
influyeron más las construcciones sasánidas. En cualquier caso, esta es una de
las características de la arquitectura de este período abasí, la mayor
influencia de las tradiciones arquitectónicas mesopotámicas y sasánidas.
Con lo cual se pone en evidencia, una
vez más, que nada surge en el arte por generación espontánea. Siempre se ve
influida por lo anterior, como evolución o como oposición.
Esta mezquita sirvió como modelo para
otras, como la de Ibn Tulun en El Cairo y, ya en el siglo XX, para la Capilla de Acción de Gracias en la plaza homónima de Dallas (Tejas).
En 2007, la «Ciudad arqueológica de
Samarra» fue incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,
y en su página web la describe de la siguiente
manera:
Situada a 130 km al norte de Bagdad, a orillas del Tigris, esta ciudad fue la capital de las provincias del Imperio Abasida, que dominó durante más de un siglo el vasto territorio comprendido entre los confines de Túnez y el Asia Central. Extendida a lo largo de un eje norte-sur, con una longitud de 41,5 km y una anchura que oscila entre 4 y 8 km, la ciudad posee vestigios que atestiguan las importantes innovaciones arquitectónicas y artísticas realizadas en ella, que luego se extenderían por otras regiones del mundo islámico y más allá. Uno de sus monumentos más destacados es la Gran Mezquita del siglo IX, que posee un minarete en espiral. Queda todavía por excavar el 80% del sitio arqueológico.
A partir de la invasión de Irak en 2003,
Samarra pasó de ser un principal centro turístico a un lugar donde personas y
patrimonio corrían peligro. El incidente más grave tuvo lugar en 2005, cuando
la parte superior fue dañada por una bomba. Según la policía iraquí, los
insurgentes la dañaron porque los soldados estadounidenses lo usaban como puesto
de observación.
Como siempre, para saber más, podéis empezar por la Wikipedia,
aunque es verdad que la wiki en inglés tiene más información.
Puedes leer más en el blog de viajes Destino Infinito. Mónica G. Prieto firmó, en 2009, el
artículo «Samarra, de Patrimonio de la Humanidad a patrimonio del horror» para El
Mundo (2009).
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