Roma
città aperta
Año: 1945
País: Italia
Dirección: Roberto Rossellini
Música: Renzo Rossellini
Drama bélico al estilo
neorrealista
Ayer volví a ver esta película, un clásico de la
cinematografía italiana y, en realidad, de la mundial. Si te gusta el cine, es
raro que no la hayas visto.
Es un drama, en el sentido de que te cuenta
historias tremendas de personas normales afectadas por la guerra. Es el momento
en que caído Mussolini, los alemanes ocupan Italia para ser ellos quienes
«defiendan» el país frente a los ejércitos aliados.
Es una película coral en la que te cuentan las historias e historietas de diversos personajes, usando como hilo conductor, principalmente, al cura interpretado por Aldo Fabrizi. Hay momentos de humor, otros costumbristas, otros durillos de ver, como la vida misma.
El guion se
inspira en historias de la calle, que Rossellini fue recogiendo nada más acabar
la ocupación alemana. Lo escribió junto a Federico Fellini, Celeste Negarville
y Sergio Amidei.
Ojo, no es un documental, aquí te cuentan
historias de ficción ambientadas en un momento histórico concreto. Aunque sea
durante la SGM, se centra en italianos normales, comunistas de la resistencia,
un cura… contra los fascistas italianos y los ocupantes nazis. Aquí no aparece
gente de otros países.
Pina (Anna Magnani, maravillosa), viuda con niño
pequeño y embarazada de su amante Francesco, espera casarse al día siguiente.
Tienen un momento precioso. En una casa llena de gente, acaban hablando en las
escaleras, a solas. Ella lo mira, totalmente enamorada, luminosa dentro de un
entorno tan humilde. Está cansada, y su
amor le dice que no se desanime, que la
guerra acabará, llegará la primavera, y será más hermosa porque serán libres.
Claro, el problema no es solo eso, lo difícil
que es vivir en épocas de guerra, sino todos los que se quedan por el camino.
Con su historia se entrelaza la de Giorgio Manfredi, otro activista que se refugia en su casa. Tuvo su rollo con
Marina, una chica guapetona aunque de mal vivir, drogadicta, que los alemanes
usan para conocer las andanzas de los comunistas o badoglianos. Pietro Badoglio
fue un militar nombrado para el gobierno por el rey tras la deposición de
Benito Mussolini en 1943.
Lo que vas viendo son las calles de Roma, la
gente que se esfuerza por seguir viviendo, los niños en la escuela, las casas
atestadas de gentes, los que colaboran con los alemanes, los que les combaten y
los que solo quieren seguir un día más.
Rodada en blanco y negro, a veces parece
saturada, otras sombría, otras resulta luminoso… Es una fotografía llamativa,
en parte porque, al parecer, acabada la guerra no es que hubiera mucha
película, y hubo que usar negativos de tipo diferente, en mejor o peor estado. Actualmente
los cambios en iluminación de una escena a otra se atribuyen a un procesado
inadecuado del negativo.
La rodaron, además, como una peli muda y luego
la doblaron.
En su momento, supuso toda una revolución ese
tipo de cine que se llama neorrealismo. Esta película, y Ladrón de bicicletas, de la que ya hablé aquí, serían las más
representativas del estilo. Suponía rodar en escenarios naturales, con actores
no profesionales, historias de gente normal, con poco glamur y fantasía
idealista. Aquí, realmente solo Anna Magnani y Aldo Fabrizi eran profesionales.
A mí, que me van mucho los dramas bélicos, me
encanta, aunque es dura, como en las escenas de tortura, aunque no sean muy
explícitas, tú sufres junto a la persona que está siendo torturada.
Hay momentos de humor, sobre todo a cargo del
cura, es ese tono agridulce en que a una escena divertida le puede suceder otra
trágica.
Hay unas cuantas escenas de esas que se te
quedan en la cabeza para siempre. Anna Magnani en la escalera, mirando
enamorada a ese tipógrafo que quiere casarse con ella y convertirse en padre de
su niño. O corriendo desesperada detrás del camión que se lleva a su enamorado,
hasta que cae.
Pocas escenas en el cine tienen la fuerza de esa en la que Magnani, con los brazos estirados, corre hacia la cámara…, dijo el crítico William Wolf.
Fabrizi en su papel de cura resignado, cegato sin sus gafas, sentado en aquella silla, o los niños silbando…
O la final, con los niños regresando poco a poco mientras ves el mogollón de Roma en el fondo.
Esas panorámicas de Roma, grandiosa y monumental, como telón de fondo de las normales
de gentes humildes a las que les pasa por encima la trituradora de la historia.
Yo se la recomendaría a muchos de esos que se llenan la boca hablando de fascistas, mira no. Puedes ver lo que era auténticamente el fascismo, los estados totalitarios del siglo XX. Es irónico, cuando piensas que muchos de los resistentes eran comunistas, es decir, defendían un totalitarismo frente a otro.
La figura más atractiva es la del
sacerdote, que aun sabiendo que el otro es un ateo, le ayuda porque son hombres
que sufren y son perseguidos. Porque es lo que hay que hacer, ayudar al que sufre, esa es la forma correcta de vivir.
El padre Pietro lo dice en un momento, que no es difícil morir bien, lo difícil es vivir bien.
«Vivir bien» es ayudar al otro, no hacerle sufrir, intentar llevarse con el que piensa distinto a ti. Y seguir adelante… No tengas miedo, pase lo que pase, dice Francesco a Pina. Puede ser buen lema que resuma esta película.
Desde el punto de vista actual, no siempre es políticamente correcta. Hay dos personajes que los puedes ver como LGBT, y son los malos de la historia. El amaneramiento del mayor Bergmann, comandante nazi, puede hacerte dudar. Ahora, tal como mira un cuerpo desnudo y torturado, puedes tomártelo asó.
Ahora, en el caso de la mala, Ingrid, y cómo toca a Marina, cómo la mira, es
totalmente la «pervertida lesbiana malvada» de las historias clásicas. La
narrativa comercial era así, los personajes LGBT eran o trágicos o malos. En el
blog gaylésbico mencionan el
rinconcito homófobo de la peli, centrándose, sobre todo, en Ingrid.
Se aprende del pasado no solo viendo lo que retrata la película, sino también cuando te enteras de que esta película sufrió prohibiciones y censuras. ¿Por qué?
En los EE. UU. cortaron un cuarto de hora. Lo
prohibieron en varios países, como Alemania Occidental (de 1951 a 1960) o
Argentina. Cuando se estrenó, en Italia no entusiasmó, porque claro el público
no iba al cine a que les contaran lo que ellos acababan de vivir. En otros
países, sin embargo, sí que gustó.
Ganó la Palma de Oro a la mejor película en el Festival
de Cannes de 1946, también fue la mejor película extranjera para el Círculo de
Críticos de Nueva York. Anna Magnani fue elegida como la mejor actriz en la National
Board of Review (Asociación de Críticos Norteamericanos) y la película, mejor film extranjero.
Si te gusta el Cine, esta película es
imprescindible. Te sorprenderá que sonrías en más de un momento, puede que
llores en otros, que te emocione. Y hay imágenes que las has visto cien veces,
y ahora se trata de verlas en contexto.
Podéis leer más en la Wikipedia, Film Affinity, o la Internet Movie Data Base.
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