lunes, 21 de diciembre de 2020

#47 Guas: Palacio del Infantado

 

Galería de la fachada, por Benjamín Núñez González (2018)
[CC BY-SA 4.0] vía Wikimedia Commons

 

                       

Ubicación: Guadalajara (Castilla-La Mancha, España)

Fecha: 1480 y ss

Estilo: Arte gótico

Tipo de edificación: palacio (edificio civil)

 


 

Donde hay poderío, ya sabéis, que se vea, y los Mendoza no fueron excepción.

 Venga, vamos a por el Sábado Deluxe histórico.

 Domingo, 31 de enero de 1560: en la capilla de este palacio de Guadalajara, el cardenal Mendoza oficia una boda.

Una pizpireta princesa francesa, Isabel de Valois, se casaba con el rey de España, un madurito interesante, arrubiado y culto, Felipe II.

Era el tercer matrimonio del rey, que a la muerte de su segunda esposa, María Tudor, sopesó la posibilidad de casarse con su heredera, la reina Isabel. Aquello no fructificó, primero porque la inglesa se negaba a convertirse al catolicismo (se ve que Madrid no valía una misa) y, en segundo lugar, porque no podía procrear y claro, una reina infértil en aquella época no valía para nada, ya que el proyecto hispano-inglés era más bien para que el fruto de esa unión heredase un reino nórdico uniendo las islas británicas a los Países Bajos Habsburgo.

No era el primer compromiso de la jovencita Isabel. Se iba a casar con el rey inglés Eduardo VI, ya sabéis, el breve sucesor de Enrique VIII, pero este murió; y luego con el español príncipe Carlos, cuando Felipe II aún estaba casado.

Como la alianza hispano-francesa era necesaria, y el hijo del rey no daba para mucho, con sus escasas luces y mal carácter, jorobado y cabezón, siendo dudoso que pudiera consumar el matrimonio en un plazo razonable, se decidió que lo más sensato es que se volviera a casar el rey, ahora viudo.

Luego os cuento cómo fue lo de consumar el matrimonio entre Isabel y Felipe.

El matrimonio en sí ya se había celebrado en Notre Dame de París, el 22 de junio de 1559, por poderes. Al novio lo representaba el duque de Alba, rodeado de súbditos del rey de España como Gómez de Silva, Egmont u Orange. Entre quienes sostenían el manto de terciopelo azul de la princesa francesa estaba toda una reina, María Estuardo de Escocia.

Clouet: Isabel de Valois, h. 1560


Fijaos que la novia no vino a España hasta el año siguiente. Entre las cosas que la retrasaron fue que, durante la celebración de esas bodas, resultó muerto su padre, el rey de Francia. Una lanza le entró por el ojo, los torneos es lo que tienen. Muy gore todo.




Que la bendición nupcial entre Isabel y Felipe se celebrara en este rico palacio de Guadalajara no hacía sino indicar la importancia de los Mendoza.

 


Fachada occidental del Palacio, fotografiada por Pavlemadrid (2007) [CC BY-SA 2.5], via Wikimedia Commons

Fue el II duque del Infantado, III marqués de Santillana, quien construyó este palacio en época de los Reyes Católicos, ochenta años antes de la celebración de esas nupcias reales de su descendiente.

Se llamaba Íñigo López de Mendoza y Luna (1438-1500), que no hay que confundir con su abuelo, el célebre político y escritor marqués de Santillana. El II duque del Infantado empezó las obras en 1480 y la fachada, quizá lo más llamativo, se terminó en 1483. Luego fue el patio y el interior, de manera que para finales del siglo XV ya estaba terminada esta obra.

Cuando en Italia ya empezaban las arquitecturas renacentistas, aquí como en el resto de la Europa atlántica, se seguía con gótico.

Como ya comenté al hablar de la Lonja de Palma de Mallorca, dentro de la arquitectura gótica española, se diferencian varias fases: protogótico, clásica, manierista y luego está la fase barroca. Este Palacio del Infantado de Guadalajara es también de esta última.

Recordemos que a esta fase barroca del gótico que a veces se llama flamígero, por aquello de que emplea calados con adornos inspirados en las ondulaciones de las llamas.

Este rasgo procede de Flandes, y cuando se introduce en España, y se une a características autóctonas, mudéjares, crea este estilo hispano-flamenco. Las formas flamencas llegaron a Castilla por la construcción de la catedral de Sevilla, que empezó en 1401. Como coincide con el reinado de Isabel I de Castilla, también se le llama gótico isabelino.

En esta fachada, orientada al Oeste, se funden elementos góticos, flamencos y mudéjares. Gótico flamenco es parte de la decoración y la estructura de balcones o portadas. Mudéjar es el adorno con cabezas de clavos o puntas de diamante.

Podría entrar en detalles de esta construcción, pero yo me fijo en su elemento más característico, esa galería que remata la fachada.

Juan Guas, el arquitecto a quien se deben las trazas de este palacio, supo fundir muy bien lo flamígero de raigambre flamenca con el mudéjar toledano.

Es el arquitecto más importante del gótico isabelino. Trabajó para la Casa de Mendoza no solo aquí, sino también en el castillo del Real de Manzanares. Pero también lo hizo para la casa real, y de esa manera se le debe a él el edificio que quizá sea el más representativo del estilo hispano-flamenco: el convento de San Juan de los Reyes, en Toledo. Es una iglesia con una sola nave, y con una decoración de grandes escudos, figuras y con una curiosa epigrafía gótica, en la que se usan las letras como adorno, como se hacía en el arte musulmán.

 

 

Aquí os pongo una imagen del claustro de San Juan de los Reyes, la que se considera obra maestra de Juan Guas, fotografiada por Querubin Saldaña Sánchez en 2011 (CC BY-SA 3.0).

El Palacio del Infantado está catalogado como Bien de Interés Cultural desde el 20 de abril de 1914.

Acabo el cotilleo histórico. ¿Se consumó el matrimonio de Isabel y Felipe? Pues sí, claro, es obvio, ya que como es sabido, fue la madre de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. No menstruó hasta finales de aquel año 1560, y entonces se pusieron al tema.

La cosa fue un poquito difícil, para que todos hablemos del cotilleo actual y cómo se sabe todo. En aquella época, la que ocurría en el lecho del rey se comentaba en las cartas.

En este caso, el embajador francés escribió a la mamá de Isabel:

«La fuerte constitución del Rey causa grandes dolores a la reina, que necesita de mucho valor para evitarlo».

Entristece un poquito leer esas cosas, la verdad.

No sé cómo lo recibiría Catalina de Médicis.

En fin, para cuando podáis viajar con cierta comodidad, ya sabéis, otra propuesta para un turisteo de fin de semana: Guadalajara. Admirad esa fachada, imaginad al nieto del marqués de Santillana mirando orgulloso cómo enriquecía su herencia con esta obra en tiempos de los Reyes Católicos, y luego, ochenta años después, esa boda del rey de España.

viernes, 11 de diciembre de 2020

#51 Lo que el viento se llevó (novela)

 



Título original: Gone with the wind

Autor: Margaret Mitchell

Fecha de publicación: 1936

 

Esta novela también podría estar en otra lista, la de las cien mejores novelas a secas, pero prefiero colocarla aquí, en esta otra lista particular que se centra en el género de la novela histórica.

La leí por vez primera de adolescente. Parece increíble, pero sus mil páginas me las zumbé en cuatro días. Al releerla ahora, he tardado un poquito más, quince días. Pese a todo, compruebo que sigue siendo un libro apasionante, con una tremenda capacidad de enganche.

Por si algún despistado no la ha leído ni ha visto la película, te cuenta la historia de una mujer que vive en una plantación algodonera de Georgia, la guerra de secesión estadounidense le pasa por encima y logra sobrevivir.

Ese es el marco histórico: un mundo esclavista, una guerra brutal (cómo se vivió, un fervor bastante fanático por la Causa), y luego una dolorosa Reconstrucción.

A veces te dejan caer que el verdadero problema era evidentemente la secesión entre estados, si se tenía o no derecho a ello. Una causa ridícula manejada por políticos torpes que arrastraron a toda una sociedad a una de las primeras guerras industriales o sea, brutalmente sangrienta. Tampoco es que profundice en ello.

Como nadie acude alegre a la escabechina por temas de Derecho Constitucional, hace falta motivar a la gente con temas sentimentales que los fanaticen. En el Norte, fue la esclavitud lo que movilizó a la gente con libros como La cabaña del tío Tom; en el Sur, la defensa idílica de su forma de vida, sus familias, el respeto a la mujer, la galantería…

Aunque algo de eso aparece en la novela, no se profundiza en ello. Te lo cuenta todo desde una perspectiva de una mujer blanca del sur de EE. UU. de los años veinte y treinta, así que te lo filtra con un cristal muy rosado, idílico.

Ese es el principal "pero" de la novela, para el lector actual. Yo he notado la diferencia entre mi lectura en los años ochenta y la que he hecho ahora.

El racismo que transmite la novela en muchos momentos es, como mínimo y siendo benévolos, incómodo, y más de una vez te cabrea. Ninguno de los personajes principales, ni uno solo, se plantea ni por un momento que la esclavitud igual es un poquito inmoral. Solo hay un momento en que Ashley dice que él habría emancipado a los esclavos tras la muerte de su padre, pero no explica el porqué. Y ya de la imagen caballerosa que da del Ku Klux Klan, ni hablo.

Pero vamos, que si logras superar eso e irte a lo que es la historia en sí, está narrada de una manera apasionante. Resulta muy efectivo contarte un conflicto bélico desde un lugar concreto del teatro de operaciones, desde una perspectiva muy particular, el de una muchacha que tenía la vida resuelta y de pronto se ve con una mano delante y otra detrás. Cómo lo supera, cómo saca fuerzas de donde no lo hay, es admirable y fascinante de ver.

En Escarlata O’Hara hay una heroína bigger than life memorable. No es perfecta, ni de lejos. Lo que tiene es mucho coraje, voluntad e ingenio, que utiliza para salir adelante ella y proteger a los suyos. Tiene sus defectos, es una muchacha ignorante, con solo una capa superficial de cultura básica, nada sabe de libros, historia o música, que no tiene el menor interés en la política, lo cual -dicho sea de paso- le honra en un contexto de gente exaltada.

Ve el fanatismo a su alrededor y se distancia de él. Es una mujer práctica, y encuentra muy sensata la opinión de quien señala que no te puedes poner a pegar tiros de manera exaltada y a lo loco, si no tienes industria y medios para sostener el esfuerzo de guerra.

Tampoco pilla cómo es la gente en realidad. Sabe coquetear y manipular, ser imperiosa y dominar a quien se deja, pero no acaba de entender a los que le rodean, Ashley, Rhett y Melania, principalmente.

Aparte de la lucha personal por superarse, por no volver a pasar hambre, ni ella, ni ninguno de los suyos, está la historia de sus amoríos, que lo convierte en algo terriblemente atractivo.

Al haberlo leído ahora, después de tener muchísimas más novelas románticas en la mochila, respecto a mi lectura hace tres décadas, me he fijado más cómo lo plantea y cómo lo resuelve.

Sobre todo, la gran historia de amor entre ella y Rhett. Ella está enamorada de otro, su vecino Ashley, un caballero perfectamente inútil para la vida normal. Ese sentimiento de ella por Ashey le ha servido muchas veces para seguir adelante en momentos de desánimo.

En realidad, el hombre adecuado para ella es Rhett, que es el único que la entiende y la única persona con la que puede descansar, ser sincera, ser ella misma.

Ahora me he fijado más en cómo desarrolla el tópico del enamorado que oculta sus sentimientos, pero sigue estando ahí, constante, detrás de ella, ayudándola, echándole una mano incluso sin que ella sea consciente. Guarda silencio, pero tú, avezada lectora de romántica, te das cuenta de sus verdaderos sentimientos a partir de una mirada, un gesto, un comportamiento, que Escarlata capta pero no entiende.

Escarlata piensa todo el rato que Rhett solo desea su cuerpo, la quiere como amante, pero en realidad es al contrario, es el único que de verdad sabe cómo es ella y lo que quiere es su corazón y su alma. Lo dice así en un determinado momento.

¡Tremendo spoiler! Como pretende ser una novela "seria", lamentablemente para quienes gustamos de finales felices, la cosa no acaba bien. Él no le dice que la quiere hasta el momento en que ya no la ama. Y ella se da cuenta de que le quiere cuando lo suyo ya está perdido. Es de estas historias que quieres que acabe distinto y no, no lo consigues.

Destacaría de esta novela lo fantásticos que son sus personajes femeninos, con personalidad propia, tan reales que crees que debieron existir en algún sitio, de verdad. Posiblemente la autora tomara como referencia a mujeres que ella conoció. Escarlata, Melania, Mamita, Elena, la señorita Pittypat… Todas, con trazos más finos o más gruesos, son mujeres de verdad, con sus manías, su personalidad, sus defectos y sus virtudes.

Qué maravilla es, en este sentido, leer libros con mujeres de verdad en sus páginas.

Si te gusta la novela histórica, este es un buen ejemplo de cómo hay que hacer las cosas: crear personajes de ficción que resulten auténticos en el marco de acontecimientos históricos reconstruidos verosímilmente, y que esos eventos influyan en el curso de la vida de los personajes.

Ojo, digo reconstrucción verosímil, no que las cosas ocurrieran realmente así. Una cosa es que los personajes miren su pasado con nostalgia y otra cosa es que la autora, ya en el siglo XX, pretenda que las plantaciones de esclavos eran lugares idílicos donde todos se querían y los negros eran como de la familia, encantados de la vida de ser esclavos.

Vamos, el ser humano se adapta a todo, y acaba conformándose con sus circunstancias y sacar lo mejor en cada momento, eso es evidente. Solo tienes una vida y no vas a vivirla amargado. Y no descarto que entre millones de personas que vivieron en el sur estadounidense habría casos de amos más amables, pero vamos, que en mi opinión, aquello debió ser un infierno más parecido a lo que se cuenta en Raíces o Beloved que lo que te cuenta aquí Mitchell.

La esclavitud es una institución que ha existido siempre, pero no ha sido idéntica en todas las sociedades. Se supone que Mauritania fue el último país en abolirla formalmente, en 1981, aunque ha persistido hasta el siglo XXI en sitios como por ejemplo Uzbekistán.  De hecho, sigue existiendo en nuestras sociedades actuales, de una u otra forma. Pero no siempre ha sido igual en todo tiempo y lugar. El Occidente del siglo XIX no era como que había por ejemplo en el imperio romano, entre otras cosas porque cualquier ciudadano romano podía caer en la esclavitud, y no tenían esas ideas racistas con base seudocientífica que alimentó la ideología dominante en Occidente en los siglos XIX y XX. Quien quiera saber un poquito más, está el siempre ameno Díaz Villanueva con su breve historia de la esclavitud. De todos los regímenes esclavistas, el del sur de EE. UU. me parece de los peores.

Acabo. ¿Merece la pena leer esta novela? Sí, con esa advertencia de que encontrarás indignante muchas referencias y comportamientos con las personas de piel oscura.

Ya sabéis que de esta novela se hizo una película, de la que ya hable aquí. Eso hace que leas el libro con las caras de Vivien Leigh y Clark Gable, Olivia de Havilland y Leslie Howard, y es bueno y malo. Creo que si hubiera leído la novela sin saber de la película, los habría imaginado de otra manera.

En el libro descubrirás personajes y tramas secundarias que no hay en la película, como los otros hijos que tuvo Escarlata, uno de cada matrimonio, así como Will Benteen, sin ir más lejos.

Como es un clásico, tiene página en la Wikipedia

domingo, 29 de noviembre de 2020

#60 La fábula de Orfeo

 

Portada de L'Orfeo
Ricciardo Amadino (Venecia, 1609)



 

La favola d’Orfeo

 

 

Estreno: Mantua, febrero de 1607

Compositor: Claudio Monteverdi

Libreto en italiano: Alessandro Striggio el Joven

Género: dramma per musica

 

Tal día como hoy, del año 1643, murió en Venecia Claudio Monteverdi, compositor, violagambista, cantante, director de coro y sacerdote italiano que marca el momento de transición entre el Renacimiento y el Barroco.

Se sabe que esta ópera se estrenó con motivo de los carnavales de 1607, en el mes de febrero, pero no la fecha exacta. Hubo una representación en el palacio ducal de Mantua el día 24, pero al parecer ya se había estrenado antes.

Por eso hablo de ella hoy, cuando hace 377 años que murió su compositor.

Esta es una de las óperas antiguas más conocidas y que aún se representa. Marca el momento inicial del género, en el que abundaron historias en torno al mito de Orfeo, algo muy apropiado para ponerle música a las palabras.

Claro que hubo música para escena antes de las óperas de Monteverdi. E incluso cosas que se consideraban como óperas primitivas, como las de Peri o Caccini. Pero estos lo veían más como una forma de literatura, palabras con música en las que lo importante era la letra, por lo que sus obras se nos hacen bola a los espectadores actuales.

Monteverdi, en cambio, puso el énfasis en la música, armonizando los elementos preexistentes para crear algo diferente. Se reunieron los elementos esenciales del género, como la caracterización de los personajes por la música, o eso tan curioso como era el final feliz aunque el mito original no lo tuviera. Aquí la historia no acaba con Eurídice perdiéndose de vuelta en el infierno, sino con Orfeo llevado al cielo, donde volverá a ver a su Eurídice.

Me encanta eso del lieto finale, que durante siglos fue algo exigido por el público. Qué contraste con el momento actual, en que se considera que lo propio de la alta cultura son los remates deprimentes de cualquier narración.

El efecto que produce esta ópera al espectador actual es, sin embargo, extraño. Una representación estilizada, tranquila, casi como tableaux vivant, mezclando la historia de Orfeo, Eurídice, el dios Apolo, etc., junto con otros que son alegóricos, como la Música.

 La parte dramática nos resulta algo ajeno, encuentro difícil que te atrape. No me parece de esas óperas que conviene ver para aficionarse. La impresión general es de belleza elegante, delicada, con cierta distancia, sin que la maravillosa música baste para implicarnos emocionalmente en la historia.

El momento más conocido de la ópera posiblemente es la sonora tocata instrumental, en re mayor. 

También es conmovedor el momento en el que Orfeo interpreta, desesperado por recuperar a su amada Eurídice. Suena muy humano, triste, reflejando quizá la desolación del propio Monteverdi, que perdió a su esposa ese mismo año, según he leído por ahí, aunque ella falleció en septiembre, y esta ópera se estrenó en febrero.

¿Qué grabación proponer de esta ópera? Merece la pena tener la versión de Nigel Rogers y Charles Medlam, del año 1983, para la EMI. La orquesta London Baroque usa instrumentos originales. Los intérpretes son: Nigel Rogers, Patricia Kwella, Guillemette Laurens, David Thomas y Mario Bolognesi, con el Chiaroscuro Ensemble.

Una representación estupenda de esta ópera la encontramos en You Tube, con Jordi Savall dirigiendo a la Capella Reial en el Liceo de Barcelona (2002)

 



Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español e italiano, así como discografía de referencia, en Kareol

lunes, 23 de noviembre de 2020

#28 Piero della Francesca: La flagelación

 




 

La Flagellazione



 

Fecha: 1459-60

Estilo: Arte renacentista

Autor: Piero della Francesca

Técnica: temple sobre tabla

Ubicación: Galería de Las Marcas (Urbino, Las Marcas, Italia)

 

 Cuando las cosas se ignoran, campo libre a la elucubración

 

Ya he comentado que uso trucos para distinguir los pintores de la primera generación renacentista. Piero della Francesca sería el «pintor matemático», por su estudio científico de la perspectiva lineal.

Esta tabla, tan pulidita ella, se incluye entre las obras maestras de la Italia del siglo XV. Actualmente se conserva en la Galería Nacional de Las Marcas, en Urbino.

Es una pintura más bien pequeña, dentro de lo que es el arte renacentista, que tenía más a lo monumental: 67,5 × 91 cm

Como se ve, hay dos partes. A un lado, flagelan a un hombre atado a una columna, sobre la que hay una estatuilla dorada de estilo clásico. 

A la izquierda, sobre un trono está sentado alguien vestido con púrpura imperial y con un sombrero típico de los emperadores bizantinos de la época. Otra figura, con un turbante de inspiración oriental, da la espalda al espectador.

Esta escena se enmarca en una arquitectura clásica, con columnas y un suelo ajedrezado, con un obvio esfuerzo en representar con perspectiva lineal la escena. Esta parte del cuadro está iluminada desde arriba, a la derecha, como se ve en el torso del hombre azotado.

Al otro lado hay tres figuras en pie, en primer plano. Uno viste un sombrero oscuro, también de inspiración oriental. En medio, un joven rubio, coronado de laurel y descalzo, va de rojo. A la derecha, un hombre mayor, con una vestimenta bordada de oro sobre azul, con signos que asemeja la típica de un astrólogo.

Este trío tiene otra iluminación, contrapuesta a la de la escena de la flagelación, pues aquí la luz viene desde la izquierda, como se ve en el rostro del personaje de la izquierda.

Es un cuadro de colores claros, luminosos, no muy variados, rojos y blancos. Las arquitecturas se representan de una manera muy exacta, y demuestra el conocimiento que tenía Piero de la arquitectura clásica y renacentista de la época, pensemos en un León Battista Alberti.

En este cuadro, sobresale el estudio de la perspectiva. Además, adopta un punto de fuga original: normalmente se coloca en el sitio más importante. Si estamos ante una flagelación de Cristo, lo lógico es que se situara en la cabeza de este, como lugar más importante del cuadro.

Sin embargo, aquí lo traslada a la derecha de la figura azotada, más bien abajo del soldado que viste de verde. Este recurso le sirve para «acercar» la escena de flagelación al trío del primer plano.

A pesar de que se representa un hecho violento, una flagelación, el aspecto general es frío, tranquilo, con una cierta calma. Esto se logra por los colores que elige, así como por esa iluminación, refulgente pero gélida, casi como de fluorescente. También en las expresiones neutras de los personajes. El trío de la derecha está como aislado, apartado, indiferente a lo que ocurre a un lado. Tampoco están implicados el uno con el otro, no transmiten ninguna emoción.

¿Qué representa?

Como no se sabe exactamente qué representa, esto ha dado lugar a diversas interpretaciones. No voy a entrar en detalles, porque los podéis leer en el artículo de la Wikipedia

Os cuento la clásica: la flagelación de Cristo. Según esto, sería Poncio Pilatos el personaje sentado en el trono sobre el patio enlosado y Herodes Antipas quien está de espaldas. La escena se desarrollaría en el palacio de Pilato en Jerusalén.

En cuanto a quiénes son los personajes de la derecha, ni siquiera hay una sola interpretación tradicional. Una es que el personaje rubio sería Oddantonio II de Montefeltro, el duque de Urbino antecesor de Federico, asesinado en 1444, flanqueado o bien por sus asesores, a quienes se echaba la culpa del asesinato por su negligencia, o bien por sus asesinos, dos ciudadanos de Urbino. También se ha identificado la figura de la izquierda como Ottaviano Ubaldini, astrólogo de Luis III Gonzaga, marqués de Mantua (1412-78) que sería el personaje retratado a la derecha.

Pero también era clásico interpretar el trío como una representación alegórica de la iglesia latina (católica) y la griega (ortodoxa) separados por un ángel. Se trataría así de reflejar un tema por entonces de mucha actualidad, el cisma de Oriente, que se intentó superar a través del Concilio de Ferrara/Mantua/Florencia.

Y es que para estos cuadros antiguos, muchas veces hay que ver no sólo lo que hay en el cuadro, sino también los posibles significados ocultos. Es lo que dicen la iconografía, inagotable. Así, por ejemplo, se ven como símbolos de la gloria divina cosas como el laurel que rodea la cabeza del muchacho rubio, o la estatua dorada en lo alto de la columna.

Historia del cuadro

No se sabe cuándo se encargó, ni para quién. Posiblemente sea un encargo del duque Federico de Montefeltro. La mención más antigua y tradicional procede de un inventario de la catedral de Urbino, donde estaba en 1744; allí estaba, en la sacristía de la catedral, hasta que entró en la Galería en el año 1915.

Este cuadro, como por lo general los de Piero della Francesca, es difícil de datar. En cuanto a la datación, se han propuesto fechas que van desde 1444 hasta 1472. Por ejemplo, si cojo alguno de los libros de arte que tengo por casa, puedo leer como datación: ¿h. 1460?, h. 1447-1449, ¿h. 1455?, posterior a 1459, c. 1450-1460. Para que veáis el desconcierto. Yo he puesto arriba la que dan en la página web de la Galería de Las Marcas.

Sí que se asume con certeza la autoría, pues hay una inscripción con la firma del autor, a la izquierda bajo el trono: Opus Petri de Burgo S[an]c[t]i Sepulcri. Es decir, obra de Pedro de Burgo S[an] Sepulcro.

El autor: Piero della Francesca

Piero della Francesca nació como Piero di Benedetto en Sansepolcro, cerca de Arezzo, hacia el año 1416. Terminó su formación en Florencia, donde fue discípulo de Fra Angélico, aunque era bastante distinto de su maestro, y allí empezó su carrera artística. Pero luego volvió a su región de procedencia, trabajando en lugares como Arezzo, Rímini o Sansepolcro. Es uno de los cuatrocentistas que más se movió. Entró a trabajar para Federico de Montefeltro, duque de Urbino. Murió en 1492.

Representa el momento cumbre de una línea de investigación que siguieron algunos pintores del siglo XV: el estudio de la perspectiva de una manera científica, partiendo del estudio de la matemática y la geometría. Otros pintores que se interesaron por estos temas fueron Paolo Uccello y Andrea del Castagno.

Se le considera como uno de los maestros del primer renacimiento italiano. Podría decirse que Piero es el ejemplo perfecto del triunfo de la perspectiva lineal en el siglo XV, fusionando conocimientos de matemáticas con los pictóricos.

Su estudio de la técnica es muy preciso, intelectual. Se le llega a considerar, por eso, no solo como artista, sino también como matemático. Llegó a escribir un tratado sobre perspectiva: De prospectiva pingendi, cuyo texto entregó a Federico de Montefeltro en el año 1474.

Otras obras

Creo que La flagelación de Cristo puede considerarse como la obra más conocida de Piero della Francesca, aunque hay otros cuadros suyos que suelen aparecer en los libros de Historia del Arte. Voy a usar los datos que aparecen en la Wikipedia en español, con todas las dudas que se plantea en cuanto a su datación.

Ante todo, su obra maestra: los frescos que ejecutó en Arezzo, con la historia de la Santa Cruz. Son composiciones claras, matemáticas, con un uso expresivo de la luz y del color. Destaca una imagen que se considera de los primeros cuadro nocturnos de Occidente, en los que se ve la maestría del autor en el uso de la luz, para sobrado, él:


«El sueño de Constantino», detalle del ciclo de frescos de la Leyenda de la santa Cruz en el coro de la basílica de San Francisco de Arezzo (1452-1466). 329 × 190 cm, una de las primeras escenas nocturnas del arte occidental.

 


«Batalla de Cosroes », detalle del ciclo de frescos de la Leyenda de la santa Cruz (1452-59). 390 × 747 cm. Basílica de San Francisco, Arezzo.



«Santa Elena halla la Vera Cruz», detalle del ciclo de frescos de la Leyenda de la santa Cruz (1452-66). 356 × 747 cm. Capilla Bacci en la Basílica de San Francisco, Arezzo.

 

Pongo a continuación otras obras conocidas de Piero.


El bautismo de Cristo (h. 1450). Temple sobre tabla, 167 × 116 cm. National Gallery (Londres, Reino Unido).

 


La resurrección de Cristo (1463-65). Fresco y témpera, 225 × 200 cm. Museo Cívico de Sansepolcro (Sansepolcro, Italia)

 


Virgen de Senigallia (1470-85). Óleo sobre papel llevado a tabla, 61 × 53,5 cm. Galería Nacional de las Marcas (Urbino, Italia)

 


Retrato de los duques de Urbino Federico de Montefeltro y Battista Sforza (1472). Temple sobre tabla, 47 × 33 cm. Galería de los Uffizi (Florencia, Italia). Este desde luego es uno de los cuadros más célebres, el de su mecenas y señora. Están representados de perfil a modo de las medallas antiguas.

 


Virgen con el Niño y Santos, con Federico de Montefeltro (1472-74). Temple sobre tabla, 251 × 173 cm. Pinacoteca de Brera (Milán, Italia).

Uno de esos pintores destacados del renacimiento italiano, en su primera fase, de esos que bien merece la pena que visites en un viajecito a Italia, la zona de Las Marcas. Hay que tener cierta esperanza y vamos a pensar en posibles viajes a Urbino y sus alrededores. Tiene playa y montaña, así que para mí, estupendo. Algún día...

viernes, 20 de noviembre de 2020

#47 Sepulcro del cardenal Juan de Cervantes

 

Detalle del sepulcro
Foto de Nick (2010)
CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons


 

Ubicación: Catedral de Sevilla (Andalucía) España

Fecha: 1458

Época: Arte gótico

 




Ejemplo de la influencia nórdica en el gótico hispano

 

¿Cómo eran las bibliotecas importantes en el pasado? ¿No os lo habéis preguntado?

Todos tenemos en casa nuestra biblioteca, los libros que nos gustan, leídos y sin leer. Pero, la gente estudiosa del pasado, ¿cuántos libros tenían?

La del cardenal Juan de Cervantes pasó al Cabildo de la Catedral, y se consideraba magnífica en su época, se sabe que estaba formada por 306 volúmenes manuscritos.

Lo comparo con los cinco mil libros, más o menos, que tenemos en casa, y sobrecoge lo limitado que era aquello.

Este Juan de Cervantes y Bocanegra (Lora del Río, 1382 - Sevilla, 1453) era de buena familia, por lo que formó parte del alto clero en la España del siglo XV. Acudió a un par de concilios, defendiendo la tesis de primacía del papa. Martín V se lo agradeció nombrándolo cardenal.

Él casó, a los quince años, al rey Enrique IV de Castilla con Blanca de Navarra. Sí, el rey al que luego, despectivamente, se le llamó «el Impotente», medio hermano de Isabel la Católica. Cuando el interés político cambió, ese matrimonio se anuló, en 1453.

Ese fue el último año de vida del cardenal Juan de Cervantes. Para entonces este señor, que había fundado un hospital en Sevilla e impulsado obras en la catedral, ya había encargado un magnífico sepulcro a Lorenzo Mercadante de Bretaña.

Este Lorenzo Mercadante era un escultor bretón que, como otros muchos artistas del norte de Europa, llegaron a Castilla en esta época. Estos provocaron que el gótico hispano se hiciera más ornamentado. Se le atribuye a él la introducción de las formas flamencas en Sevilla, uno de los focos del estilo en Castilla, junto con León y Toledo.

No es de extrañar, entonces, que a Lorenzo Mercadante se le conozca, sobre todo, por sus trabajos en Sevilla, y murió en 1480.

Se enmarca dentro de la escultura gótica en España, fase manierista. En Castilla se notó más la influencia borgoñona y flamenca que en la Corona de Aragón.

Destaca el profundo realismo de la escultura, sobre todo en el rostro del cardenal, cuyos rasgos se procuran reproducir con fidelidad. Es un realismo burgués, muy propio de los Países Bajos, alejado a mi modo de ver tanto de un idealismo clásico como del expresionismo nórdico.

El sepulcro, fotografiado por Ángel M. Felicísimo en 2015
CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons

Es una escultura labrada en alabastro.

Como vemos, hay un túmulo en forma de hexaedro rectangular. Se distinguen seis escudos: uno a la cabecera, otro a los pies y dos en cada uno de los lados largos. Hay ángeles que sostienen el escudo cardenalicio.

Detalle de la cabecera, por Pepe Becerra (2015)
CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons


El sepulcro está sostenido por seis cabezas de leones.

A los pies, tiene una cierva

En el frente, se distinguen escenas de la vida de Jesús.

Encima, descansa la figura yacente del difunto. Su cabeza reposa sobre tres cojines decorados.

Está revestido de pontifical, o sea, en traje de ceremonia o etiqueta. Hay escenas labradas en las ropas, por ejemplo una Anunciación en la mitra y santos en la casulla.

 

Foto de José Luis Filpo Cabana (2011)
CC BY-Sa 3.0, vía Wikimedia Commons

      Este sepulcro se encuentra en la Capilla de San Hermenegildo de la catedral sevillana, y es uno de los ejemplos más famosos de la escultura funeraria en esa ciudad, y de toda España, casi podríamos decir.

Así que si en vuestros viajes pasáis por allí, dejad unos minutos para examinar el rostro de este hombre que vivió hace cinco siglos, que se movió por las altas esferas y que, a su muerte, dejó un espléndido ejemplo de escultura funeraria... y sus trescientos y pico libros.

martes, 17 de noviembre de 2020

#27 Ucello: Batalla de San Romano

 

Battaglia di San Romano


Fecha: h. 1435-1440

Estilo: Arte renacentista

Autor: Paolo Uccello

Técnica: temple al huevo con aceite de nuez y de linaza sobre madera de álamo

 

Niccolò Mauruzi da Tolentino en la batalla de San Romano, 182 × 320 cm. National Gallery (Londres, Reino Unido)

 

 


 El contraataque de Michelotto da Cotignola en la batalla de San Romano, 182 × 317 cm. Museo del Louvre (París, Francia)

 

 


Niccolò Mauruzi da Tolentino desmonta a Bernardino della Carda en la batalla de San Romano, 182 × 320 cm. Galería Uffizi (Florencia, Italia)

 Colorido amante de los caballos


Cuando se habla de la primera generación renacentista, es difícil a veces recordar quién es quién. Para mí, Uccello es el «pintor de caballos y sombreros».

Su obra más conocida son estas tres tablas que se refieren a tres momentos de una batalla olvidada entre los sieneses y los pisanos. Los florentinos derrotaron a los sieneses el 1.º de junio de 1432 en San Romano en las cercanías de Lucca. Actualmente están divididas entre tres museos.

Son una forma de pintar que recuerda un poco al gótico internacional, por lo minucioso y el amontonamiento de detalles. Pero usa recursos que consideramos ya renacentistas, como el estudio de las anatomías, especialmente de los caballos. Se ve que la gozaba, el señor, presentando a estos animales desde distintas perspectivas. Eso no significa que no representara también con cuidado a los humanos, siendo famoso un escorzo de un caballero muerto.

A la izquierda, vemos al famoso caballero caído, que se puede ver de la tabla que está en Londres.

Posiblemente este caballero muerto fuese la primera figura humana en escorzo. Un decúbito prono que debió llamar mucho la atención. 

Escorzar es, según el DRAE, «representar, acortándolas según las normas de la perspectiva, las imágenes que se extienden en sentido perpendicular u oblicuo al plano del papel o lienzo sobre el que se pinta».

Este tipo de representación deformada de la figura humana lograba intensificar el dramatismo de la escena. Que el escorzo incrementaba el dramatismo es una de las lecciones bien aprendidas de Uccello, lo mismo que Mantegna con su famoso Cristo muerto, en decúbito supino.

También reflejaba con minuciosidad la moda masculina de la época. Lo que más llamativo nos resulta son esos tocados que parecen turbantes con esteroides. Se les llamaba mazzochi

Uccello representaba a caballeros medievales, con vestiduras de colores y largas lanzas. Llenaba la imagen de colorido y movimiento.

Digo que era el pintor de los caballos por ese empeño de representarlos de cuerpo entero, y también en diversas posturas. Pero al mismo tiempo, hay cierto aire artificioso, como si fueran caballitos de tiovivo.



A la derecha, uno de los caballos, en este caso está a la derecha de la tabla conservada en Londres.

Esta obra nos recuerda cómo eran las batallas en aquel final de la Edad Media

Aún dominaba la caballería pesada, con sus armaduras de suaves líneas curvadas que se ajustaban al cuerpo. Todavía eran enfrentamientos con arma blanca, picas o lanzas, se usa la ballesta o la maza para derribar al contrario. Un caballero en el suelo, con todo el peso de la armadura, podía darse por perdido.

En el siglo siguiente, aunque ya se introdujo la artillería, y la fuerza militar imbatible era la infantería, en concreto los tercios españoles, se siguieron confeccionando armaduras, si bien eran más ceremoniales o para torneos y justas, no tanto para la guerra de verdad.

Historia del cuadro

Este tríptico aparecía en un inventario a la muerte de Lorenzo de Médicis, llamado el Magnífico (1492). Por eso se creyó tradicionalmente que eran cuadros heredados de Cosme de Médicis, el Viejo, quien se los habría encargado a Uccello.

La datación de la obra no es segura. Su estilo es cercano al Monumento a John Hawkwood (1436), por lo que se cree que se realizó poco después de la batalla. Actualmente, gracias a determinadas evidencias documentales, se considera que son un encargo, pagado en 1438 por el rico Lionardo Bartolini Salimbeni.

El Louvre data su tabla así: h. 1435 - 1440?

La National Gallery dice que probablemente alrededor de 1438-40.

Y los Uffizi publican: 1435-1440 ca.

Los hijos de Salimbeni, Damiano y Andrea, habrían llevado los cuadros a Santa Maria a Quinto, en las colinas al noroeste de la ciudad, donde Lorenzo el Magnifico los descubrió y se los compró en 1484.

Estaría en el palacio Médici-Riccardi hasta 1659, donde pasó a la Guardaroba medicea. El tríptico pasó a los Uffizi en 1784, que se quedó con la que consideraban mejor conservada y vendió las otras dos. La National Gallery adquirió una en 1857 y la del Louvre la otra en 1863, con la colección Campana.

 El autor: Paolo Uccello



Uccello se enmarca en el «Quattrocento» florentino. Se llamaba Paolo di Dono, pero le conocemos como Paolo Uccello. No se sabe si nación en Pratovecchio o en Florencia, pero sí la fecha: 1397. 

Se formó en el taller de Ghiberti y trabajó principalmente en Florencia, aunque pasó años en otros lugares, como Venecia (1425-1430), Padua y Urbino. No se sabe si llegó a ir a Roma, pero sí que volvió a Florencia, donde murió en 1475. 

Su principal punto de interés fue lograr la perspectiva visual. Es uno de esos pintores que siguió la línea de investigación racional sobre la forma matemática, geométrica, de reflejar la perspectiva. Se trata, en definitiva, de incluir las tres dimensiones en una superficie bidemensional como es la de una tabla. Uccello estaba obsesionado por representar correctamente el espacio, con paisajes profundos, y las figuras en escorzo.

Pero si te fijas el aire general de sus obras sigue teniendo cierto estilo gótico, minucioso y colorido. Por eso hay quien considera que está un poco a caballo entre dos mundos. O justo en el que le tocaba: la Florencia del siglo XV, medieval y renacentista a un tiempo.

Aunque este tríptico de la Batalla de San Romano es su obra más conocida, hay otras obras de Paolo Uccello que suelen aparecer en los libros de Historia del Arte. A continuación, os pongo un par de ellas.

Monumento funeraro a sir John Hawkwood (1436). Fresco, 732 × 404 cm; con marco de trampantojo añadido en 1524 (820 × 515 cm). Catedral de Florencia (Italia)

 


San Jorge y el dragón (1458-1460). Temple sobre madera, 52 × 90 cm. Museo Jacquemart-André (París, Italia). Hay otro cuadro con este mismo tema, muy parecido, en la National Gallery de Londres.