Póster de Leopoldo Metlicovitz |
Madama Butterfly
Estreno: Milán, 17 de febrero de 1904
Compositor: Giacomo Puccini
Libretista: Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, inspirado en el obra de David Belasco de 1900 Madame Butterfly, de un relato de John Luther Long, y en una novela francesa, Madame Chrysanthème, de Pierre Loti.
Género: tragedia
japonesa
Tal
día como hoy, del año 1904, se estrenó en el Teatro La Scala una de las óperas más representadas del repertorio.
Una ópera de ambiente exótico. Solo que
no estamos en la época del romanticismo, sino principios del siglo XX, así que
el compositor se esforzó por darle algún toque local, incluir algunos momentos
que sonaran más o menos japoneses.
La historia es trágica, como es habitual en Puccini y la ópera italiana de la época. Generalmente, claro, con mal destino para la mujer, la protagonista de turno.
Una historia de amor tremenda, la que siente ella por él, que pasa bastante de ella.
Cio-Cio-San, la Butterfly del título, es
una chica de quince años cuando empieza la historia. Es una geisha, y se casa, totalmente
enamorada, con un estadounidense, Pinkerton. Para ello incluso ha renunciado a
su religión, lo que hace que su familia la repudie, pero ella encantada de la
vida, enamoradísima. Pinkerton no la quiere ni más ni menos, le gusta, sí, pero
es un picaflor de esos que tiene una novia en cada puerto.
Se casan, y luego él se larga. Pasan los
años y a ella la pretende un ricacho, pero Cio-Cio-San lo rechaza, porque tiene
un hijo y sigue convencida de que su amor volverá.
Y sí, vuelve, pero con una esposa americana. Ante lo cual ella hace el seppuku y el niño se queda con el padre y la nueva esposa de este.
Puccini es un compositor que siempre gusta. Es sentimental e intenso, con melodías pegadizas... Sus obras son de las que funcionan tanto en escena como cuando simplemente la escuchas en una grabación. Puede ser una de las mejores para empezar con este género, yendo al teatro, por lo entretenida que resulta.
Ahora es una de las obras más representadas del repertorio. Pero en su momento, cuando se estrenó, hasta abuchearon la ópera. He leído diversas razones para esto, que si todo fue muy apresurado, que el compositor acabó tarde la ópera y apenas hubo ensayos,… que si la protagonista no era adecuada,… que si el siempre exigente público de La Scala pensaba que Puccini se estaba repitiendo un poco, copiándose a sí mismo, repitiendo en cierto sentido La Boheme. Hubo machirulos que, al parecer, entendían que el chico de la película salía poco, y que todo lo dominaba ella, la mujer. Y que se les hacía largo el segundo acto (tenía entonces solo dos actos). Hasta hay quien dice que era una conspiración contra Puccini, y que buena parte del público ni siquiera se molestaron en escuchar la ópera.
Al final, es una ópera que ha llegado a tener hasta cinco versiones. Como metía mucho en un segundo acto eterno, luego ya se volvió a estrenar, dividido en el II y el III, en Teatro Grande Brescia, y allí gustó más, ¡y solo tres meses después, el 28 de mayo! En el Teatro Regio de Turín se estrenó una tercera versión el 2 de enero de 1906…
Otra curiosidad histórica: resultaba incómoda en tiempos de guerra, porque los estadounidenses no quedaban bien parados, Pinkerton es un tío superficial que desprecia en realidad a otra cultura y a esta niña que lo deja todo por casarse con él. Por eso, en EE. UU. estuvo suspendida durante la Segunda Guerra Mundial.
El principal desafío de esta ópera es dar con una intérprete adecuada para el papel central. Empieza como una jovencita, enamorada e ilusa, y acaba como una mujer despechada, una madre desencantada de la vida, cuyo honor le exige el suicidio. Es difícil dar con una cantante que pueda retransmitir toda esa evolución emocional, y que aguante los tres actos ahí, en primera fila.
Es una de esas óperas con un continuo en
que hay momentos maravillosos que siempre se recuerdan, y fácilmente
reconocibles. Voy a repasar algunas piezas memorables, pero tiene otros muchos
momentos geniales, en realidad, es una gozada de cabo a rabo.
Así, en el acto I, el Solo y Coro «Ancora
un passo», luego el coro de invitados a la boda, «O Kami!» y rematándolo con un
preciosísimo dúo amoroso, «Viene la sera–Bimba dagli occhi–Dolce notte».
Luego, en el acto II, el aria de
Cio-Cio-San, «Un bel dì vedremo», ella ilusionada confía en que algún día
volverá su amado esposo y luego un dúo que yo encuentro algo melancólico, entre
Cio-Cio-San y su sirvienta Suzuki, el llamado dúo de las flores, «Scuoti quella
fronda».
Acaba con un intermedio orquestal y un coro
a boca cerrada muy recordado.
Finalmente, en el acto III, lo que destaca es la última intervención de Cio-Cio-San, «Con onor muore–Tu? Tu? Piccolo Iddio», desesperada, amando a su hijo, a aquel hombre que la ha traicionado, cuando ve que se le cae ese castillo en el aire que ella se había creado y no le queda más que, honestamente, en su idea del honor, suicidarse ritualmente. Tremenda cosa.
La grabación recomendada de esta ópera es la de Tullio Serafin (1958) para la Decca, con la orquesta y coro de Santa Cecilia. Son intérpretes principales Renata Tebaldi (Cio Cio San) y Carlo Bergonzi (Pinkerton). Otros cantantes: Enzo Sordello (Sharples), Fiorenza Cossotto (Suzuki), Lidia Nerozzi (Kate Pinkerton), Angelo Mercuriali (Goro), Michele Cazzato (el príncipe Yamadori), Paolo Washington (el tío Bonzo), Virgilio Carbonari (el comisario imperial), Oscar Nanni (Yakuside) y Oscar Nanni (el oficial del registro).
Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español e italiano, así como discografía de referencia, en Kareol.
Una representación relativamente reciente
que encontramos en You Tube, dirigida por Rudolf Piehlmayer