Bringing Up Baby
Año: 1938
País: Estados Unidos
Dirección: Howard Hawks
Música: Roy Webb
Máximo exponente de la screw-ball comedy
Ahora que me está dando por meter clásicos del cine estadounidense, tuve que escoger una de Howard Hawks. No fue fácil. Es uno de esos directores tan sólidos que dirigió clásicos en diversos géneros.
Me he decidido por esta película porque creo que es la que más veces he visto. Me va mucho: es una comedia romántica, loca, con su punto de absurdo.
Me sigue pareciendo divertida, absurda, una película que nunca pierde altura.
Como le escuché a Torres Dulce cuando la comentaron en «¡Qué grande es el cine!», Va todo muy deprisa, pero nadie se apresura.
La dinámica de la historia es la típica de sabio despistado y ordenado, el doctor Huxley (Cary Grant) que ve su vida complicada por la aparición de una auténtica manic pixie dream girl. Justo el día anterior a que él se case con otra, una tipa bastante fría.
Obviamente, la MPDG es Katharine Hepburn. Lo es hasta el punto de que la Wikipedia en inglés ilustra el artículo «manic pixie dream girl» con una foto de Katharine Hepburn, con el subtítulo de que el papel de Katharine Hepburn como Susan Vance en la screwball comedy de 1938 «La fiera de mi niña» ha sido descrita como un temprano ejemplo de este personaje.
Si la película fundacional de la screwball comedy es Sucedió una noche de Capra, esta Fiera de mi niña sería la más emblemática del género. Tal como yo lo veo, son comedias románticas de líos, con personajes femeninos potentes, decididas, que hacen lo que les da la gana, van muy a su bola. Es por ella que el héroe se encuentra metido en problemas que no esperaba. No salen de una y ya están metidos en otra. A veces, incluso, con momentos de comedia física. A pesar de que sea de los años treinta, tienen su punto de sofisticación, el público eludía los problemas de la Gran depresión dejándose llevar a otro mundo, el de la alta sociedad. Los protagonistas son gente con dinero, a caballo entre Nueva York y sus casas de campo en Connecticut, que se pueden permitir las mayores extravagancias. Visten todos muy elegantes, llamando la atención el vestuario de Katharine, hasta jugando en el campo de golf va monísima.
La película va de huesos de dinosaurios y perros, de una fiera, un leopardo amaestrado que el hermano de Susan remite a los EE. UU., con personajes bien locos, no solo esta chica que va a su aire totalmente, sino también un psiquiatra peculiar, un cazador que imita la llamada de los animales, el jardinero borrachín, el sheriff tontón, ¡yo qué sé! Cada personaje es peculiar, y tiene su participación bien medida.Entran y salen de escena dejándote perpleja.
Es una película que avanza sin parar, como una sucesión de escenas que cada una de ellas es como un sketch, con su planteamiento y su resolución graciosa. Lo típico que dices qué guion más bien hecho, tan bien trabado,... con independencia de que no sabes luego si, llegados al plató, se cambió algo o no.
Pero esto hay que hacerlo vivo, y eso no es posible si no tienes unos actores que tengan el timing, que sepan esperar para dar la réplica, y hacerla en el tono justo para que rías o, al menos, sonrías. Porque sí, tiene casi cien años y sigue siendo divertida.
Hay cosas que luego has visto repetidas en otras películas, a veces incluso del propio Hawks, porque lo del vestido roto de la Hepburn te lo repite en Su juego favorito (1963), solo que ahí no me hizo tanta gracia. También es que Rock Hudson no tenía la vis cómica que Cary Grant.
Hay imágenes icónicas, como esa de Cary travestido con una bata con plumas, o Katharine cruzando un río por un vado que resulta ser más profundo que lo que esperabas o cómo acaba buena parte del elenco en una cárcel de pueblo, la celda más llena que el camarote de los hermanos Marx, y cómo Katharine finge ser una delincuente, inventándose sobre la marcha que son miembros de una banda…
Sorprende saber que, en su momento, esta película no tuvo mucho éxito. Cero premios. Conforme pasaron las décadas, esta película fue revalorizándose. Es de esas que se te quedan en la memoria, y si la ves de pasada en la televisión, te quedas enganchada, por lo absurdo de su humor, lo rápido que pasa todo. No sobra ninguna escena, ni un diálogo, te lleva tan fácil de una cosa a otra que, cuando te quieres dar cuenta, ha acabado y te quedas con una sonrisa de oreja a oreja.
No puedo decir más, creo que lo mejor de estas obras ligeras y felices, auténticos antídotos para la melancolía, es verlas. Sin que te cuenten mucho de ellas, que te sorprenda.
Podéis leer más en la Wikipedia, Film Affinity, o la Internet Movie Data Base.