Galería de la fachada, por Benjamín Núñez González (2018) [CC BY-SA 4.0] vía Wikimedia Commons |
Ubicación:
Guadalajara (Castilla-La Mancha, España)
Fecha:
1480 y ss
Estilo: Arte gótico
Tipo de edificación: palacio (edificio
civil)
Donde
hay poderío, ya sabéis, que se vea, y los Mendoza no fueron excepción.
Una pizpireta princesa francesa, Isabel de Valois, se casaba con el rey de España, un madurito interesante, arrubiado y culto, Felipe II.
Era el tercer matrimonio del rey, que a la muerte de su segunda esposa, María Tudor, sopesó la posibilidad de casarse con su heredera, la reina Isabel. Aquello no fructificó, primero porque la inglesa se negaba a convertirse al catolicismo (se ve que Madrid no valía una misa) y, en segundo lugar, porque no podía procrear y claro, una reina infértil en aquella época no valía para nada, ya que el proyecto hispano-inglés era más bien para que el fruto de esa unión heredase un reino nórdico uniendo las islas británicas a los Países Bajos Habsburgo.
No era el primer compromiso de la jovencita Isabel. Se iba a casar con el rey inglés Eduardo VI, ya sabéis, el breve sucesor de Enrique VIII, pero este murió; y luego con el español príncipe Carlos, cuando Felipe II aún estaba casado.
Como la alianza hispano-francesa era necesaria, y el hijo del rey no daba para mucho, con sus escasas luces y mal carácter, jorobado y cabezón, siendo dudoso que pudiera consumar el matrimonio en un plazo razonable, se decidió que lo más sensato es que se volviera a casar el rey, ahora viudo.
Luego os cuento cómo fue lo de consumar el matrimonio entre Isabel y Felipe.
El matrimonio en sí ya se había celebrado en Notre Dame de París, el 22 de junio de 1559, por poderes. Al novio lo representaba el duque de Alba, rodeado de súbditos del rey de España como Gómez de Silva, Egmont u Orange. Entre quienes sostenían el manto de terciopelo azul de la princesa francesa estaba toda una reina, María Estuardo de Escocia.
Clouet: Isabel de Valois, h. 1560 |
Fijaos que la novia no vino a España hasta el año siguiente. Entre las cosas que la retrasaron fue que, durante la celebración de esas bodas, resultó muerto su padre, el rey de Francia. Una lanza le entró por el ojo, los torneos es lo que tienen. Muy gore todo.
Que la bendición nupcial entre
Isabel y Felipe se celebrara en este rico palacio de Guadalajara no hacía sino
indicar la importancia de los Mendoza.
Fachada occidental del Palacio, fotografiada por Pavlemadrid (2007) [CC BY-SA 2.5], via Wikimedia Commons
Fue el II duque del Infantado, III marqués de Santillana, quien construyó este palacio en época de los Reyes Católicos, ochenta años antes de la celebración de esas nupcias reales de su descendiente.
Se llamaba Íñigo López de Mendoza y Luna (1438-1500), que no hay que confundir con su abuelo, el célebre político y escritor marqués de Santillana. El II duque del Infantado empezó las obras en 1480 y la fachada, quizá lo más llamativo, se terminó en 1483. Luego fue el patio y el interior, de manera que para finales del siglo XV ya estaba terminada esta obra.
Cuando en Italia ya empezaban las arquitecturas renacentistas, aquí como en el resto de la Europa atlántica, se seguía con gótico.
Como ya comenté al hablar de la Lonja de Palma de Mallorca, dentro de la arquitectura gótica española, se diferencian varias fases: protogótico, clásica, manierista y luego está la fase barroca. Este Palacio del Infantado de Guadalajara es también de esta última.
Recordemos que a esta fase barroca del gótico que a veces se llama flamígero, por aquello de que emplea calados con adornos inspirados en las ondulaciones de las llamas.
Este rasgo procede de Flandes, y cuando se introduce en España, y se une a características autóctonas, mudéjares, crea este estilo hispano-flamenco. Las formas flamencas llegaron a Castilla por la construcción de la catedral de Sevilla, que empezó en 1401. Como coincide con el reinado de Isabel I de Castilla, también se le llama gótico isabelino.
En esta fachada, orientada al Oeste, se funden elementos góticos, flamencos y mudéjares. Gótico flamenco es parte de la decoración y la estructura de balcones o portadas. Mudéjar es el adorno con cabezas de clavos o puntas de diamante.
Podría entrar en detalles de esta construcción, pero yo me fijo en su elemento más característico, esa galería que remata la fachada.
Juan Guas, el arquitecto a quien se deben las trazas de este palacio, supo fundir muy bien lo flamígero de raigambre flamenca con el mudéjar toledano.
Es el arquitecto más
importante del gótico isabelino. Trabajó para la Casa de Mendoza no solo aquí,
sino también en el castillo del Real de Manzanares. Pero también lo hizo para
la casa real, y de esa manera se le debe a él el edificio que quizá sea el más representativo
del estilo hispano-flamenco: el convento de San Juan de los Reyes, en Toledo.
Es una iglesia con una sola nave, y con una decoración de grandes escudos, figuras
y con una curiosa epigrafía gótica, en la que se usan las letras como adorno,
como se hacía en el arte musulmán.
Aquí os pongo una imagen del claustro de San Juan de los Reyes, la que se considera obra maestra de Juan Guas, fotografiada por Querubin Saldaña Sánchez en 2011 (CC BY-SA 3.0).
El Palacio del Infantado está catalogado como Bien de Interés Cultural desde el 20 de abril de 1914.
Acabo el cotilleo histórico. ¿Se consumó el matrimonio de Isabel y Felipe? Pues sí, claro, es obvio, ya que como es sabido, fue la madre de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. No menstruó hasta finales de aquel año 1560, y entonces se pusieron al tema.
La cosa fue un poquito difícil, para que todos hablemos del cotilleo actual y cómo se sabe todo. En aquella época, la que ocurría en el lecho del rey se comentaba en las cartas.
En este caso, el embajador francés escribió a la mamá de Isabel:
«La fuerte constitución del Rey causa grandes dolores a la reina, que necesita de mucho valor para evitarlo».
Entristece un poquito leer
esas cosas, la verdad.
No sé cómo lo recibiría Catalina de Médicis.
En fin, para cuando podáis viajar con cierta comodidad, ya sabéis, otra propuesta para un turisteo de fin de semana: Guadalajara. Admirad esa fachada, imaginad al nieto del marqués de Santillana mirando orgulloso cómo enriquecía su herencia con esta obra en tiempos de los Reyes Católicos, y luego, ochenta años después, esa boda del rey de España.