domingo, 7 de diciembre de 2025

#47 El último

El último

 

Der Letzte Mann

Año: 1924

País: Alemania

Dirección: F. W. Murnau

Música: Giuseppe Becce, Florian C. Reithner, Karl-Ernst Sasse, Werner Schmidt-Boelcke (Película muda)

 

Apólogo del expresionismo alemán

 

F. W. Murnau es uno de los grandes del cine, uno de esos tipos que fueron inventando la forma de contar historias con este nuevo formato.

Lo primero que me llamó la atención, siendo una película muda, es la ausencia de intertítulos. Entiendes perfectamente lo que te está contando, la peripecia, y las emociones, pensamientos y sentimientos de los personajes. Está todo ahí, contado a través de imágenes. No hacen falta palabras.

Para mi es una especie de cuento moral o apólogo. Al parecer, se basa —vagamente— en El capote de Nikolái Gógol. Emil Jennings encarna a un portero de hotel de lujo, muy orgulloso de su trabajo. Pero por la edad, parece ya demasiado viejo y le cambian de puesto de trabajo. Pasa a ser mozo de los lavabos

Para ocultar su nueva condición ante sus vecinos, cuando vuelve a casa se pone el uniforme de portero. Y qué uniforme, parece poco menos que un mariscal del imperio, con sus dorados, entorchados, botones, incluida la gorra. Claro que todo acaba sabiéndose, y el pobre viejo acaba sintiéndose tan solo… Lo que ocurre es que incluso en esos momentos, siempre hay algún otro humano que se apiada de ti, en una de las escenas más tiernas que he visto en el cine. 

La película tiene, como postizo, un epílogo con final feliz. Se advierte expresamente al espectador que ésto, en la vida real, sería más bien improbable.

Algunas técnicas que usa Murnau debían ser nuevas entonces, o incluso ser él quien las inventó. Por ejemplo, la cámara se mueve, en lugar de estar fija: avanza, retrocece, o sube o baja, algo insólito en aquella época. Además, te mete imágenes desenfocadas o sueños, que son la perspectiva subjetiva del personaje.

Vale, ya en el siglo XXI se usan muchas cosas en el cine, pero alguien tuvo que inventar ese lenguaje cinematográfico. Murnau fue de los primeros en probar ciertas cosas.

Se cita a esta película como ejemplo de un movimiento dentro del cine alemán, llamado Kammerspiele. Para saber algo más, podéis mirar la Wikipedia, que habla de ello. 

Yo me voy a quedar con que es un ejemplo del expresionismo alemán. En la República de Weimar se produjo un estilo artístico que, para mí, debe ser el primero que ocupó todas las artes. No sólo las Bellas Artes fueron expresionistas, sino también la literatura, la música y el arte moderno por excelencia que es el cine. Creo que no hay nada parecido, ni en el clásico francés, ni la nouvelle vogue o el neorrealismo.

Es todo aquel Berlín de entreguerras el que vivió en ese tipo de estética, exagerada, distorsionada, a veces cruel, sufriendo, con esas diferencias de clase. Aquí, el héroe no es un príncipe, un atleta, millonario o artista, no; el prota es un humilde trabajador de hotel, que se ve degradado desde la puerta hasta los baños. Es curioso el contraste de esos dos mundos, el de la clase alta, hotelera, donde ves a las mujeres elegantes, vestidas muy años veinte, con sus sombreritos, y sus sonrisas pintadas; y luego, el mundo del barrio bajo donde vive el portero, allí las mujeres trabajadoras (en casa o fuera) visten unos faldamentos que parecen sayas largas, delantales, blusones, y se las ve afeadas, envejecidas hasta agotadas por el trabajo. Eso sí, tan crueles y desconsideradas como cualquier otro.

En esta lista de cien películas no sabía yo cuál meter de Murnau. Estuve dudando si Nosferatu (1922), que es la más conocida, o Amanecer (Sunrise, 1927), la primera que hizo ya en Hollywood. En Amanecer hay más presencia femenina, pero es un poco tópica, con la malvada mujer de la ciudad que seduce al gañán campesino, hasta medio provocrle para que mate a su mujer... Pero, cinematográficamente, me parece más convencional, allí hay intertítulos.

El último me parece una película más redonda. Muestra en toda su riqueza aquel estilo alemán de los años 20, qué cosas que se atrevía a probar Murnau. 

Podéis leer más en la Wikipedia, Film Affinity, o la Internet Movie Data Base.

domingo, 30 de noviembre de 2025

#100 La muerte de Iván Ilich

 



Título original: Смерть Ивана Ильича (Smert Ivana Ilichá),

Autor: León Tolstói

Fecha de publicación: 1886

 

Mucho talento en formato breve

Parece increíble que en menos de cien páginas (trabajada a lo largo de años) se cuente una historia de esas que se te queda en el alma. Te viene a la cabeza, y le das vueltas.

Trata de una tema más bien lúgubre: la enfermedad y muerte de un juez en el Imperio ruso. Ha procurado llevar una vida correcta, hacer lo que se esperaba de él.Pero, enfrentado al dolor y la inminente desaparición, mira con otros ojos lo que le rodea, y también en qué ha empleado su existencia.

Creo que esto resuena en el corazón de cualquiera que lo lea. Recrea ese momento en que te das cuenta, de verdad, de que tú también eres mortal. Algún día se parará tu reloj. Te das cuenta de tu corporeidad, eres tu cuerpo; cuando este falle, desaparecerás en las sombras.

Sí, vale, todos sabemos que vamos a morir, pero no lo sientes, no lo sabes, realmente, salvo en raras ocasiones.

En esos momentos de dolor es como si se alzara un velo y te topases de frente con la realidad. Es lo que le pasa a Iván...

Con los médicos que hacen como si tuvieran algo que hacer, cuando no hay esperanza. 

Con los compañeros de trabajo, que más bien están calculando, cuando tú faltes, cómo se va a mover el escalafón.

Con tu propia familia, a quien parece molestar tu existencia y tu dolor, y quieren, sin querer, que te vayas de una vez, que ellos no tienen la culpa de lo que te pasa. Sólo el hijo, Vasia, muestra cierto amor y cierta ternura hacia el desahuciado Iván.

El personaje más positivo es el recio Guerásim, un mocetón sanote, de campo, que ayuda al enfermo. Es quien más está al lado del enfermo, atendiendo a sus necesidades físicas cuando Iván ya no puede valerse por sí mismo.

No sólo ves, con los ojos de Iván, su limitadísimo presente, de enfermedad y dolor. 

También echa la vista atrás, a ver qué ha hecho de su vida. Llega a la resignada conclusión de que tiene que retrasarse mucho en el pasado para encontrar momentos con sentido.

Cuando más se acerca a su hoy, menos significado tiene lo que ha hecho. No es que lamente haber perdido la vida en cosas sin sentido. No se desespera. Pero sí parece darse cuenta de que ha sido una vida intrascendente, anodina, sin alegría auténtica.

En cuanto empezaba lo que acabaría siendo el Iván Ilich actual, todas las cosas que entonces le habían parecido alegrías ahora se deshacían ante sus ojos y se convertían en algo insignificante y a menudo abyecto.

En la producción de Tolstói hay grandes novelas, obras monumentales, como Guerra y paz, o Ana Karénina, que reconstruyen toda una época, una sociedad, con decenas de personajes, peripecias que se desarrollan a lo largo de años… Pero también fue un enorme escritor de cuentos o relatos cortos, y esta es una gran prueba de su talento. Hay que saber escribir en corto, coger la anécdota, redondearla, profundizar en ella y que acabe teniendo trascendencia.

Tolstói tuvo un momento de crisis espiritual, a finales de la década de los setenta. Parece que no vio sentido a la creación literaria y recurrió a la religiosidad. A partir de ahí se centró más en ensayos, en obras espirituales. Pero aún así, en medio de esas otras obras, encontraba tiempo para dedicarse a este vicio de componer historias literarias. Esta es un buen ejemplo, una obra maestra de la segunda etapa de su vida.

Surgió por un caso real que le contaron, la muerte de un juez que, estando enfermo, al parecer consideraba que su vida había sido infructuosa. A partir de esto, construyó Tolstói esta novelita. Ahí es donde se ve el talento del escritor, el que, a partir de una historieta chiquita que le cuentan, te hila un relato de talla universal.

Por esas coincidencias de la vida, he leído esta novelita en un momento en que he tenido fallecimientos cercanos y me ha hecho pensar en mi propia muerte. No quiero que me pase como el protagonista, que llegado ese momento, entre dolores, acabe pensando que no mereció la pena, que fue una vida anodina, que tenía que haber vivido más intensamente.

Como es un clásico, tiene página en la Wikipedia.  

jueves, 20 de noviembre de 2025

«Paolo Veronese. El tesorero de la pintura», de Humberto Huergo Cardoso

 


Hoy he publicado mi tercera reseña en el programa Masa Crítica de Babelio, un ensayo sobre el pintor veneciano Paolo Veronés. Tardó varias semanas en llegarme, pero luego me lo he leído en un pispás.

Sé que es difícil que te escojan en Masa Crítica, así que le estoy muy agradecida a Archivos Vola (editorial para mí, hasta ahora, desconocida) la oportunidad de conocerlos a través de este librito dedicado a uno de los maestros de la pintura veneciana, Paolo Caliari o Cagliari (1528-1588), a quien en España conocemos como el Veronés.

Ya dije aquí que, mientras en romántica rara vez he aceptado libros para hacer críticas, no tengo problema en otros géneros. La razón es que pido cosas que sé que me van a gustar, por el tema que tratan. En romántica, en cambio, me arriesgo (cada vez más) a encontrarme con bodrios. 

De libros sobre arte, o historia, o divulgación científica,... me gusta hablar en Babelio, es la red social que me parece más idónea para ello. Este ensayo en particular, me ha recordado lo mucho que me gusta leer, y luego escribir, sobre artes plásticas. Me doy cuenta de que ese aspecto de este blog lo tengo algo abandonado. A ver si me animo a retomar las listas de pinturas y esculturas.

domingo, 9 de noviembre de 2025

#39 El mozárabe

 

Título original: El mozárabe

Autor: Jesús Sánchez Adalid

Fecha de publicación: 2005

 

Hacía mucho que no hablaba yo de una novela histórica, así que os traigo una que he leído hace poquito y que yo diría que, pese a su juventud, ya es un clásico de nuestra novela histórica.

Nos lleva a la Córdoba califal, en el esplendor de uno de los califas más pacíficos y culturalmente relevante, Alhakén II

Ya sabéis que en aquella época, en la península Ibérica, coexistían tres religiones: musulmanes, cristianos y judíos. Aunque siempre eran ciudadanos de primera unos (musulmanes en Alándalus, los cristianos en reinos y condados norteños), y de segunda los demás, la situación de las minorías variaba según la época. Unas veces eran tolerados y otras veces reprimidos, tanto en un lado como en el otro de la cambiante frontera. 

Bajo Alhakén II, cristianos y judíos vivieron una época más tranquila. Se centra la historia en un personaje cristiano, a quien el califa recurría de vez en cuando para determinadas misiones.

El mozárabe del título es Asbag, un religioso cristiano dedicado en principio a la copia e iluminación de libros, que sin pretenderlo va ascendiendo hasta convertirse en obispo.

Trabará amistad con otro joven más o menos de su quinta, Abuámir, un árabe de origen yemení, de una familia terrateniente pero sin que les sobrase la riqueza. Acudirá a Córdoba a estudiar derecho y se convierte en un alfaquí.

Luego el argumento se va complicando, separándose los caminos de estos dos durante años. Uno de ellos, el obispo, acabará recorriendo, más bien a su pesar, la mayor parte de Europa, al norte, al este, al Mediterráneo… Largo será su camino antes de volver a Córdoba. Acabará la historia ya con otro califa, el hijo de Alhakén, que no es otro que Hisham II, débil y dominado por Almanzor.

El otro personaje, Abuámir, es un trepa, sin remedio. Va ascendiendo, culebreando por los rincones de la corte califal, con la favorita del califa, con este o con aquel, a los que luego traiciona y hasta se encarga de matarlos. Y no voy a contar más, por no destripar si es que alguien quiere leerla.

Me ha encantado leer esta novela, por lo interesantes que son los personajes principales, lo bien que va hilando el argumento, cómo se mezcla lo histórico con la peripecia personal, que es la piedra de toque, para mi gusto, de la novela histórica. 

Ya digo que, en mi opinión, a pesar de ser ya del siglo XXI, es una clásica del género, al menos en español. Merece totalmente la pena.

Además, está narrada con ese estilo ágil que yo llamo «best-seller internacional», o sea, que cumple perfectamente con su misión de entretener al mismo tiempo que reconstruye toda una época, como es la Córdoba califal, su momento más espléndido y sí, justo la antesala de la caída.

¿Es perfecta?

Pues no.

Los personajes femeninos, como suele ser habitual en los escritores XY, no superan el estereotipo. Son simples incluso cuando tienen relevancia histórica, como es el caso de Subh/Aurora, un personaje más rico y complejo que como aparece aquí. Olvídate, por supuesto, de Bechdel. Mira que hay alguna escena en que parece que podría ser que las insuflara con algo más de vida,… pero lo acaba chafando con la mirada masculina, está claro que no le interesa ningún personaje femenino que no esté al servicio del varón de turno.

No hay color si lo comparas con las de Isabel San Sebastián, por ejemplo, cuyos libros pueden no ser tan minuciosos históricamente, ni sepa a veces contar las cosas tan bien pero, a cambio, sus mujeres son reales, de verdad, con toda la complejidad humana, no muñequitas recortables.

Sobre el argumento, todo el periplo de Asbag, aunque indudablemente interesante, me parece algo forzado para rellenar el tapiz con escenas de puntos tan diversos y lejanos de la Europa del siglo X.

Finalizo con que me parece que hay cierto blanquemiento de un personaje de Almanzor, alguien que fue, históricamente, despiadado y brutal, sin más aspiración que acaparar poder, y conservarlo, como fuera. Sólo por mencionar lo que hizo a otros musulmanes: ordenó la muerte de su propio hijo y mandó su cabeza al califa, quemó buena parte de una de las bibliotecas más ricas de la época; se alió con uno para acabar con otro, y luego eliminó a su aliado. Luego ya, que combatiera contra los cristianos, incluso aquellos que se le habían sometido y le pagaban lo que tenían que pagar, va de suyo… Me resulta poco creíble verlo como alguien angélico, que casi que hace maldades porque las circunstancias le obligan a ello. Puedo admitir grisuras y medias tintas, ambigüedades morales, pero no tanta bondad de una persona que me parece uno de los mayores psicópatas de nuestra historia.

También le veo cierto desequilibrio en cuanto al ritmo temporal. Buena parte del libro va transcurriendo despacio, con varios capítulos por año. Luego llega un punto en que todo se acelera y hay saltos de diez o veinte años. Obviamente, para llegar a ese punto álgido ante la tumba del apóstol, pero es como si tuviera pensado el principio y el final y llegara un momento en que se le acabase el gas, o se quedara sin ideas entre más o menos el 50 y el 80 % de la novela.

Luego hay cosas que me suenan anacrónicas, como un personaje hablando de Cataluña en la segunda mitad del siglo X. Hasta donde yo sé, esa palabra no está documentada hasta unas cuantas décadas más allá. Tampoco había esa idea que los condados formaran una unidad superior que no fuera la Marca Hispánica, aunque es verdad que en esta época es justo cuando estaba Barcelona independizándose, aprovechando el cambio de dinastía de los carolingios a los capetos (año 988).

Podría parecer con esto que no me ha gustado y no, no es así, nada más lejos de la realidad. Me lo he pasado pipa leyendo esta novela. Es solo por mencionar cositas que me pueden cantar algo. En general ya digo que es una de esas novelas históricas que sabe reconstruir un tiempo y lugar. Crea un marco histórico totalmente creíble. Además, tiene de bueno que en su mayor parte se ambienta en un tiempo y lugar poco frecuentado por ejemplo por los anglosajones, como es la Córdoba de la segunda mitad del siglo X.

El autor, Jesús Sánchez Adalid es un extremeño nacido en 1962. Tiene formación en Derecho, Filosofía y Teología. Es un ejemplo de lo que yo llamo novelista historiador, que prefiero frente a los historiadores novelistas: sabe contar una historia de manera muy entretenido, sin que la reconstrucción histórica le «coma» el argumento. Aparte de eso, es sacerdote, da conferencias, etc. Esta es, creo yo, su novela más popular. Aparte de este, han tenido cierta resonancia El cautivo (2004) y El camino mozárabe (2013).

Por si queréis saber más sobre el autor, os dejo enlace a su página de la Wikipedia.