sábado, 30 de mayo de 2020

#40 «Ajedrez de Carlomagno»







Objeto: relicario
Material: madera de nogal, plata, esmalte
Fecha: mediados siglo XIV
Lugar actual: Museo-tesoro de la Real Colegiata de Roncesvalles, Navarra (España)
Época: Edad Media


Parece un juego, pero no lo es


Hay una leyenda según la cual el ajedrez llegó al Occidente europeo de la mano de Harún al-Rashid, el califa que habría regalado el juego a Carlomagno, entre otros presentes que recibió con motivo de su coronación en el año 800. Y estaría jugando al ajedrez cuando Roldán, desesperado, lo avisó, tocando el olifante, mientras lo masacraban los vascones (los moros, en el canto épico).
Elefante del «otro» ajedrez de C.
BNF


Es por ello que a diversos objetos medievales se les llama «ajedrez de Carlomagno», como una colección de piezas confeccionadas en marfil que se exponen en el Gabinete de medallas de la Biblioteca Nacional de Francia; proceden de la abadía de Saint Denis y a mí me recuerda al ajedrez de la isla de Lewis

…O este tablero, que está en la iglesia colegiata de Santa María en Roncesvalles.

Solo que, fijaos bien, un tablero de ajedrez es cuadrado, con ocho casillas por lado. Este «tablero» es cuadrangular y tiene tantos por tantos. En cambio, aquí hay siete filas y, en cada una, nueve cuadraditos. Así que no, a pesar de su aspecto ajedrezado, no es ningún tablero de ajedrez, sino un relicario en el que se alternan las casillas con reliquias (32) protegidas por un cristal de roca y las pequeñas escenas elaboradas en esmalte traslúcido (31).

Estaríamos ante un ejemplo de las artes aplicadas de la época gótica, en concreto una obra de orfebrería con esmaltes traslúcidos sobre el metal; de la misma época, ya vimos las «Tablas Alfonsíes» de la catedral de Sevilla.  

No es un objeto que proceda de Oriente Medio, sino del Midi francés, pues tiene una marca con punzón, MOP, que indica que se confeccionó en Montpellier, que en aquella época formaba parte de la Corona de Aragón.

Se ubica en torno a mediados del siglo XIV, antes de 1355, pues a partir de esa fecha, las ordenanzas de esa localidad exigían que los plateros dejaran su marca. Ayuda igualmente a situar esta obra en el tiempo las etiquetas que se ven bajo el cristal de roca. Porque sí, aquí, para que no haya dudas, te ponen qué cosa es y de qué santo supuestamente procede. Hay una que está a la vista, que se supone un fragmento del lignum crucis.

Está elaborada en madera de nogal y plata. Alrededor, un marco con otros veinte esmaltes.

El programa iconográfico de los esmaltes no tiene relación con la reliquia concreta. Se refiere más a un tema ya tradicional en la época, como es el Juicio Final. En el centro, tenemos a Jesucristo, con la Virgen María y san Juan a su lado, que son los intercesores por antonomasia. Luego tenemos los conocidos animales que representan a los evangelistas: el toro, el león, el águila y un ángel.

Abajo, escenas de muertos que salen de sus tumbas, como representando la resurrección, despertados de su sueño (no tan) eterno por las trompetas sopladas por ángeles.

Hay otras escenas y personajes que tampoco voy a detallar. Es una de esas obras medievales muy minuciosa que está bien que te la vayan explicando: qué es cada cosa y cómo se sabe lo que representa.

Roncesvalles está en la entrada al Camino de Santiago, por la ruta francesa, así que tiene lógica que pudieran permitirse un objeto tan lujoso, y semejante acumulación de restos que venerar. Ya en tiempos de los romanos, era vía de penetración en la península, lo mismo que en la época de Carlomagno; y desde la Edad Media y hasta ahora, la primera etapa del camino.

Así que si algún día os animáis a hacer el Camino de Santiago, y empezáis la vía por el sitio más tradicional, la entrada en España desde Francia, no os olvidéis de visitar la colegiata, y echarle una ojeada a este relicario precioso.

Acabo simplemente recordando que no, que Carlomagno no conoció este juego. En Europa oriental, incluida Rusia, lo introdujeron los bizantinos. Pero en Europa occidental se produjo más bien la península Ibérica, en pleno siglo IX, cuando los musulmanes lo trajeron a lo que hoy es España.

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

miércoles, 27 de mayo de 2020

#39 Pala de Oro



Objeto: antipendio
Material: madera, oro, perlas y piedras preciosas
Fecha: 1345
Lugar actual: basílica de San Marcos, Venecia (Italia)
Época: Edad Media

Arte mestizo entre Oriente y Occidente

El otro día hablé de la rica República de Venecia, al comentar su Palacio Ducal. Fundada por romanos huidos de los bárbaros, estuvo bajo la égida de los bizantinos. Pero poco a poco las tornas fueron cambiando. La flota veneciana cada vez era más potente que la bizantina, y eran rivales comerciales del imperio.
Baynes, en El imperio bizantino (1925), comenta que:
La lucha entre Constantinopla y Venecia es la lucha entre una aristocracia territorial y una aristocracia mercantil —lucha que se ha repetido en nuestra época– y la tragedia del Imperio reside en que perdieron la batalla los inversionistas que buscaban la seguridad.

El momento trascendental que marcó el cambio de signo en la historia fue el año 1204. Los venecianos lograron que la cuarta cruzada, que iba encaminada a Tierra Santa, cambiara de rumbo y se dirigiera a Constantinopla. Allí, el 12 de abril, se produjo el mayor saqueo de reliquias y objetos de la Edad Media. Se instituyó el Imperio latino en Bizancio, con un emperador occidental católico.
Venecia, ese puente entre Oriente y Occidente, produjo un arte híbrido, bizantino y gótico al mismo tiempo. El ejemplo más llamativo es la propia basílica de San Marcos y, dentro de ella, esta fabulosa joya resplandeciente, que se fue haciendo y rehaciendo a lo largo de los años, para demostrar cada vez más el poderío y la riqueza de Venecia.
Se encuentra in situ, es decir, en el mismo lugar para el cual se elaboró: la basílica de San Marcos, pues se creó para la capilla de los dogos. Impresiona porque, entre las tinieblas del templo, resplandece, grandote, tres metros de ancho por dos de alto. Y todo lleno de oro, plata, perlas y piedras preciosas. Casi dos mil piedras preciosas (granates, esmeraldas, zafiros, amatistas, ágatas, rubíes, topacios, cornalinas y jaspes) y más de quinientas perlas.
Se le llama Pala de Oro (Pala d’Oro) pues en italiano pala es «retablo». Es un antipendio o frontal de altar, que se define en el DRAE como «paramento de sedas, metal u otra materia con que se adorna la parte delantera de la mesa de altar». Se cree que, en este caso, más que colocarse delante del altar (propiamente, un frontal) fue la primera pieza de este estilo que se ubicó encima del altar (lo que sería ya un retablo).
Hubo una primera Pala d’Oro en 976, en plata y oro, encargada por el dogo Pietro Orseolo I a Constantinopla, en plata y oro. Un dogo posterior, Ordelafo Faliero (r. 1102-1117), de nuevo pidió un retablo de estos artesanos bizantinos, a quienes pidió algo de técnica bizantina (sus esmaltes eran del más alto nivel) pero con una iconografía latina. Un antipendio no era algo habitual entre los orientales, pero sí en el arte occidental. De esa época data la parte superior de la Pala.

Ahí se ve al Cristo Pantocrátor, tradicional en el románico, y que procede iconográficamente de Bizancio. Cristo en majestad bendice con una mano mientras sostiene las escrituras con la otra. Alrededor, los cuatro evangelistas. Y, más allá, los apóstoles.


Justo debajo vemos a la Virgen María rodeada por el dogo Faliero y, al otro lado, la emperatriz bizantina Irene. Cada figura tiene al lado una inscripción que los presenta: la de él en latín («Ordelaffo Faletrus Dei gracia Venecie dux») y la de ella en griego («Irene Augusta»). Son, obviamente, esmaltes de la modificación de Faliero en 1105.
A lo largo de la base se colocaron, en 1105, esmaltes con episodios de la vida de San Marcos, pero luego los cambiaron y ahora están a los lados y en la fila superior de la sección inferior.
Pero vamos a un siglo después, principios del siglo XIII, cuando aquello de que los venecianos redirigieron la cruzada contra Constantinopla. Aprovecharon para llevarse unos esmaltes que, en el año 1209, añadieron a la parte superior: el arcángel san Miguel en el centro, y seis escenas de la Vida de Cristo, tres a cada lado.
La apariencia actual de esta obra se debe, sin embargo, a la actuación de un dogo que vivió siglo y medio después: Andrea Dandolo (r. 1342 – 1354). Otorgó a un lujoso marco de oro gótico, y le añadió más esmaltes bizantinos y perlas, y piedras preciosas. Le puso inscripciones que celebraban su propia contribución y las de sus predecesores. Esta fase de la Pala se atribuye al orfebre Giovanni Paolo Bonesegna.
Se cree que en esta época se enriqueció la figura de Cristo entronizado, realzando la figura con paños cuidadosamente doblados, los pies, los dedos, las manos y el libro, todo tridimensional. Se incrustaron gemas y perlas en el halo de Cristo. Las hojas de oro y las filigranas en la mandorla presentan las curvas onduladas tan propias del gótico.
Estamos en la época de plenitud del poderío veneciano, enriquecido gracias a que importaba las mercancías orientales tan ansiadas por el norte de Europa.
Como curiosidad, señalaré que el dogo Dandolo encargó a un pintor de la época, Paolo Veneziano (fl. 1333-58), unos paneles de madera para cubrir la Pala d’Oro en los días ordinarios, formando una especie de retablo exterior. Se quitó en el siglo XV y, actualmente, la Pala se expone abierta.

Redescubrimiento de las reliquias de San Marcos (1345) Temple sobre madera


La llaman pala feriada y se conserva en la colección de la basílica de San Marcos. Me gustaría llamar la atención sobre esta escena de redescubrimiento de las reliquias de San Marcos. Se distinguen en el centro al dogo y al patriarca. Detrás, en un nicho, aparece la cabeza y una mano del santo. En el extremo izquierdo, un ciudadano vestido de rojo señala la escena central. La arquitectura representada recordaría a los mármoles de la propia basílica.

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

domingo, 24 de mayo de 2020

#76 Eva al desnudo

Póster de la película en FilmAffinity





All about Eve
Año: 1950
País: Estados Unidos
Dirección: Joseph L. Mankiewicz
Música: Alfred Newman

Deslumbrante peliculón de actrices

            Hacía tiempo que quería volver a ver esta película y por fin el otro día la dieron en TCM, así que me di el gusto de pasar más de dos horas en un viaje alucinante.

            Porque sí, yo soy de las que tiene muy poquitas películas físicamente en su poder. Por un lado, abomino de la piratería, que me parece criminal para los trabajadores del arte, así que no me descargo nada ilegal. Pero, por otro, tampoco soy fan de comprarme películas y ocupar en casa espacio cuando igual solo las voy a ver un par de veces. Por eso, a pesar de que en casa tengo cientos, miles, de libros que he leído, no tengo físicamente las miles de películas que he visto y revisto.

La historia empieza con una joven actriz recibiendo un premio, la Eva del título. Entre el público, distintas personas recuerdan cómo la conocieron y episodios pasados con ella.
        
    Aparentemente, Eva (Anne Baxter) es una joven modosita y muy fan de una actriz teatral llamada Marlo (Bette Davis). Consigue trabajar para ella y llegará un momento en el que la sustituirá sobre las tablas. Poco a poco, las personas que la rodean van calando que, quizá, no sea una jovencita tan inocente como parece, pero para entonces ya es, quizá, demasiado tarde. Aunque hay quien la cala desde el principio, como el crítico DeWitt (George Sanders), quien no la impide que logre sus ambiciones, pero sí sabe cómo usar a esta trepa en su propio beneficio.

Al parecer, la película está basada en un cuento de Mary Orr, que a su vez se inspiró en la actriz Elisabeth Bergner, quien empleó a una joven admiradora como asistenta y luego resulta que ésta intentó destruir su carrera.

Es una de esas películas redondas. Mankiewicz es un director alucinante. Sabe componer las escenas de manera que tengan algo especial; escribió el guion, así que también encaja perfectamente una escena con otra; sabe pasar hábilmente de un punto de vista a otro, un poco como había hecho el año anterior con Carta a tres esposas; y, finalmente, sabe dirigir extraordinariamente bien a unas actrices fabulosas.


Si alguna vez os habéis preguntado por qué Bette Davis era considerada la mejor actriz de su generación, la Meryl Streep de la época, echad un vistazo a esta película. Era una intérprete contenida, que en una mirada o un gesto lo decía absolutamente todo; ello no quita que a veces estallase apasionadamente si la emoción lo exigía, pero con cuentagotas, para que la cosa destacara mejor. Me parecen fabulosas sus interacciones con Thelma Ritter, que hacía de empleada suya, quien desconfía de Eve desde el principio.

Resulta gracioso darse cuenta de que Bette Davis no fue la primera opción para el papel, ni la segunda, ni la tercera. Leo en la Wikipedia que pensaron en Claudette Colbert, Susan Hayward, Marlene Dietrich, Barbara Stanwyck, Gertrude Lawrence,… Fue al final, Zanuck, el productor, quien llamó a Bette Davis.

También Celeste Holm, que siempre me ha parecido muy normalita, sabe transmitir todo su afecto de buena persona y la profunda decepción y dolor sin por ello hacer esparajismo alguno.

En esta peli aparece también Marilyn Monroe, en un papel cortito, de los de principios de su carrera, y ¿qué deciros? Resplandece.

Si os he de ser sincera, justo Anne Baxter es la que menos me convence de todas las mujeres que aparecen en pantalla, quizá por el propio personaje en sí.

En fin, una de esas películas en las que todo encaja: el guion, las interpretaciones, la fotografía y la cinematografía en el sentido de puesta en escena cuidada y pensada… Inolvidable. De verdad, que si te gusta el Cine, no dejes pasar la oportunidad de verla. Pero mirándola de verdad, comiéndote con los ojos cada una de las escenas.

Desde la perspectiva actual, parece claro el lesbianismo implícito en el personaje de Eve. Su obsesión enfermiza por Margo, ciertos gestos con otras mujeres que no tiene con los hombres de la historia, se nota que por ellos no siente la menor atracción, y que solo los utiliza en su carrera hacia el éxito. Estas cosas en aquella época había que reflejarlas muy sutilmente, claro.

Fue una película muy premiada. Ganó seis premios Óscar, incluyendo mejor película, director y guion original. No obtuvo premio, sin embargo, ninguna de sus actrices, y eso que fueron nominadas tanto Anne Baxter como Bette Davis en la categoría de mejores actrices y, en mejor actriz de reparto, Thelma Ritter y Celeste Holm. De hecho, es la única película en la historia de los Óscar que recibió cuatro candidaturas para actrices femeninas; puede que le perjudicase precisamente los dobletes de candidatas; a veces pasa, que los fans de la película dividen el voto.

En una película tan de actrices sí que ganó un Óscar, en cambio, al mejor actor de reparto, George Sanders. El de mejor actriz se lo llevó ese año Judy Holliday, por Nacida ayer (1950), que no recuerdo haber visto, así que no puedo decir si fue justo o no.

Ganó el Globo de Oro al Mejor guion; en los premios del Círculo de críticos de Nueva York fue mejor película, director y actriz (Davis); el Sindicato de Directores (DGA) premió al mejor director; el Sindicato de Guionistas (WGA), al mejor guion de comedia; en el Festival de Cannes de 1951, Bette Davis fue reconocida como mejor actriz y la película obtuvo el Premio especial del jurado.

Para saber más: consúltese la Wikipedia, Film Affinity o la Internet Movie Data Base.

No sé vosotros, pero yo siempre que tengo la oportunidad de ver una película de Mankiewicz o de Bette Davis, la aprovecho: siempre hay algo que disfrutar.

jueves, 21 de mayo de 2020

#43 Palacio Ducal (Venecia)




Palacio Ducal desde el Molo
Por Martin Furtschegger (2013)
[CC BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons




                       
Ubicación: Venecia (Véneto, Italia)
Fecha: 1340
Estilo: Arte gótico
Tipo de edificación: Edificios civiles, Castillos y palacios






Un ejemplo del gótico mediterráneo

Cuando llegaron los bárbaros allá por el siglo V, un puñado de habitantes de tierra firme se refugiaron en las lagunas vénetas. Ese es el origen de la ciudad de Venecia: unos que huyeron de los hunos (452) y los lombardos (568).

En época medieval y la Edad Moderna, Venecia se convirtió en una rica república mercantil. Allí quien mandaba era la aristocracia mercantil. El dux o dogo era una figura con poderes limitados, más representativo que otra cosa, nada comparable a los duques de otras ciudades-estado como Milán o Urbino.

Esta ciudad-estado construyó un auténtico imperio que dominó el comercio mediterráneo durante siglos. Se aprovechaba de su ubicación en un cruce de caminos, entre Oriente y Occidente, con lazos comerciales por todo Occidente, y Bizancio, y el mundo musulmán, árabe primero y turco después… hasta las mercancías que venían de la China y la India, pasaban por allí

Ya sabemos que, donde hay comercio, se produce riqueza y desarrollo. Y cuando hay poderío, que se vea... artísticamente.

En una ciudad tan llena de arte maravilloso, voy a mencionar hoy una joya gótica: el Palacio Ducal (Palazzo Ducale), esto es, el del dogo. Es un ejemplo del estilo gótico en el ámbito mediterráneo. A poco que nos fijemos, vemos que es bien distinto al gótico que hemos visto hasta ahora en España o Francia. Es un estilo más achaparrado, tira a lo horizontal, y no a lo vertical; las paredes no son tan abiertas, pues en el brillante sol mediterráneo no hacía falta. La ornamentación recurre más a los sillares de mármol de color diferente según la hilada.

Otra diferencia es que estamos ante un edificio civil, frente a las iglesias que hemos visto hasta ahora. Ahí se ve dónde está el dinero para financiar obra pública.

Me voy a centrar en la parte más antigua, que son estas dos fachadas que dan, una  a la plaza de San Marcos y la otra, al canal. Son prácticamente iguales, con tres cuerpos que curiosamente reserva para la parte inferior lo más ligero, los vanos más abiertos, mientras que la parte maciza se encuentra arriba.

El de abajo, un pórtico con 36 columnas y arcos ojivales. Por encima, en el segundo cuerpo, una galería o logia con 71 columnas, más esbeltas que las inferiores, y óculos con forma de trébol de cuatro hojas. Por encima, el cuerpo más macizo, cubierto por losetas de mármol que utiliza el diverso color para formar rombos, blanco y rosa. En el centro de cada fachada, hay un balcón y, a cada lado, tres ventanales. Por encima de todo se aprecia una crestería.

Hay decoración escultórica en los capiteles de las columnas de la planta baja, y también en las esquinas o cantones.
 
La ebriedad de Noe
I, User:Amazone7
[CC BY-SA 3.0]
Este palacio tiene un carácter urbano, y una muestra de palacio abierto a la plaza y al canal; es una muestra de confianza en sí mismo de la clase mercantil veneciana, frente a los palacios cerrados como fortalezas militares, como podrían ser las señorías toscanas. Ahí se ve que en Venecia no estaba pegándose tanto con sus vecinos como Pisa, Siena o Florencia.

Se habla entonces de dos tipos de gótico civil italiano; uno sería el toscano, donde los palacios municipales se configuran como auténticas fortalezas, con torres. El otro sería este estilo veneciano, más lujoso, con elementos ornamentales, como los arcos entrecruzados o el uso de columnas en las fachadas.

El Palacio Ducal siguió construyéndose y reformándose a lo largo de los siglos siguientes. Es una auténtica joya que contiene esculturas renacentistas, y pinturas de artistas del Manierismo.


Fachada que da al mar, hacia el bacino di San Marco
(
c)José Luiz Bernardes Ribeiro (2016)

Fachada hacia la Piazetta
(c) Tango7174  (2007)
Porta della Carta
Fotografía de Deror avi (2009)
[CC BY-SA 3.0]

A un lado se encuentra una puerta solemne, la llamada Porta della Carta, de un siglo posterior. 

Se construyó en aquel estilo gótico flamígero muy del siglo XV. Es obra de Giovanni y Bartolomeo Bon y data de 1438-1442. 

Sobre la puerta se ve al dogo Francesco Foscari arrodillado frente al león de San Marcos, aunque esta es una escultura del siglo XIX, pues la original se destruyó con la caída de la República Veneciana (1797).

No queda claro del motivo por el cual tiene ese nombre tan curioso de «Puerta del Papel». Puede ser que allí se sentaran los escribas, o que por ahí se entraba a los archivos de documentos oficiales.

Pues esa era la finalidad de este palacio, la sede del dogo, edificio de administración y también tribunal de justicia y cárcel.


Si quieres saber algo más sobre este palacio veneciano, puedes ver el artículo dedicado a esta edificación en Wikipedia


Y por si quieres visitarlo, alguna vez, dejo el enlace a la página web del Palazzo Ducale

lunes, 18 de mayo de 2020

#38 Aguamanil Yuan

Aguamanil, MA 5657, M.º Guimet






Objeto: aguamanil
Material: porcelana
Fecha: h. 1335-1340
Lugar actual: Museo Guimet, París (Francia)
Época: dinastía YUan


Ejemplo temprano de la cerámica «azul y blanco»


Si hay un ejemplo de porcelana china típica que se extendió por todo el mundo es la «azul y blanco». Se asocia a la dinastía Ming, pero lo cierto es que su origen está en un momento anterior: la dinastía Yuan.

Y aunque nos parezca como muy chino, lo cierto es que no se les ocurrió a ellos, sino que basta mirar este aguamanil, uno de los ejemplos más antiguos de cerámica de este tipo, para darse cuenta de la influencia persa.

Esta pieza se realizó a principios del siglo XIV (h. 1335-1340) en la localidad de Jingdezhen, en la provincia de Jiangxi, en la China meridional. Al principio, allá por la década de 1320, realizaban cerámica azul y blanca cuyo color viraba al azul plateado, pero unos años después adquiría este precioso tono zafiro.

En Jingdezhen, proliferaron cientos de hornos, hasta el punto de convertirse en un gran centro industrial durante siglos. Era un lugar estratégico: cerca de las fuentes de materias primas y también de los ríos del sur, que permitieron su transporte a otros puntos del globo. 

Este aguamanil entró en la colección del museo Guimet de París en el año 1989. Es el museo nacional de Francia dedicado a las Artes asiáticas. Cuenta con una de las mejores colecciones de arte chino en Occidente. Así que, de nuevo, os menciono un museo parisino que merece la pena visitar. No todo va a ser el Louvre, creedme. 

Este tipo de recipiente, el aguamanil (aiguière en francés, ewer en inglés) se define en el DRAE como un «jarro con pico para echar agua en la palangana o pila donde se lavan las manos, y para dar aguamanos». Es decir, tú tienes un jarro básico al que añades un asa y una boquilla y, voilà: un aguamanil, una forma ajena a la tradición china. Al parecer, los aguamaniles más antiguos son persas, pero en Europa se acogieron con entusiasmo. A China llegaría a través del mundo musulmán, es evidente.

Se le conoce por el número de catálogo del museo, MA 5657.

Tiene una altura de unos 28 cm, con diámetro de 15 cm. Es una jarra con ocho lados; estas formas octogonales no se habían visto en las dinastías anteriores. Está decorado con motivos florales pintados en azul.

Está realizado en porcelana dura, con caolín y decorada con azul de cobalto, con un pincel flexible. El azul parece flotar bajo la veladura. Lo habrían cocido a una temperatura de unos 1280º, pues la porcelana es un tipo especial de cerámica cocida a temperaturas altas, entre los 1200 y los 1400 grados Celsius. El calor vitrifica la arcilla, de manera que facilita que sea un recipiente estanco; la porcelana de este tipo, blanda, dura y transparente, fue apreciada por todo el mundo.

En aquella época, regía China la dinastía Yuan (1279-1368), mongola, unos gobernantes abiertos a la influencia de todas las partes de su imperio. Extendían su dominio desde el océano Pacífico hasta, casi, el mar Mediterráneo. Y dentro de tan amplio territorio, ¿cómo no iban a fijarse en Persia, auténtico centro de creatividad artística durante siglos?

Es uno de los primeros aguamaniles realizados en China, a partir de modelos musulmanes, solo que en el arte islámico solían ser de metal. El azul cobalto que empleaban para elaborar estos jarrones «azul y blanco» procedía de Oriente Medio.

Vasos de este tipo de porcelana azul y blanco anterior a la dinastía Ming se encuentran también en el Museo Británico. Son los jarrones David, porcelana de Yushan (también en la provincia de Jiangxi), que datan del año 1351. Fueron seleccionados para el programa A history of the world in 100 objects. En el libro de Neil MacGregor  te cuentan, al hablar de estos jarrones, lo siguiente:
Jarrones David, M.º Británico

El salvajismo de la invasión mongola desestabilizó y destruyó las industrias cerámicas locales por todo Oriente Medio, especialmente en Irán. De manera que, cuando volvió la paz, se convirtieron en nuevos mercados para las exportaciones chinas. La cerámica azul y blanca había sido popular durante mucho tiempo en estos mercados, de manera que la cerámica fabricada en China imitó el estilo local, y los ceramistas chinos usaron el pigmento de cobalto azul iraní para ajustarse al gusto local iraní. El cobalto de Irán era conocido en China como huihui qing –azul musulmán– lo que es una evidencia clara de que la tradición azul y blanca procede de Oriente Medio y no de China.
Para que se vea, de nuevo, para los preservadores de esencias, que en el arte las influencias van de un lado a otro sin problemas. Un modelo de recipiente y de color originario de Persia (hoy Irán) pasa a China que lo vende por todo su imperio mongol y luego llega a Europa ya en la Edad Moderna, donde lo imitan en sitios como Delft, como veremos algún día, si me da el tiempo y la salud para hablar de los siglos XVII y XVIII. Tengo la duda de si ahora no acusarían a los chinos de apropiación cultural.

Como siempre, salvo otra indicación, las imágenes proceden de Wikimedia Commons.

viernes, 15 de mayo de 2020

#20 Simone Martini: La Anunciación

«Anunciación entre los santos Ansano y Máxima»
184 x 114 cm
Galería de los Uffizi, Florencia
[Dominio público], vía Wikimedia Commons







Annunciazione e i santi Ansano e Massima

Ubicación: Florencia (Toscana, Italia)
Fecha: 1333
Estilo: Arte gótico


El maestro de la escuela gótica sienesa


Entre 1309 y 1377, el papado se trasladó a Aviñón, convirtiendo a esta ciudad del sur de Francia en un centro no solo religioso, sino también artístico. El papado siempre fue buen mecenas de las artes. En 1378 los romanos se cansaron de no tener papa, y eligieron otro, así se produjo el Cisma de Occidente. 

Pero ese momento no había llegado aún en 1340. Ese año solo había un papa y estaba en Aviñón.

Fue por aquel entonces cuando el artista sienés Simone Martini, que había nacido en Siena, h. 1284, se trasladó a esa ciudad, por invitación del cardenal Jacobo Stefaneschi. Dejaba atrás toda una vida de espléndidas obras del estilo italo-gótico. La última que firmó, antes de marchar a Francia, fue precisamente esta Anunciación para la capilla de San Ansano en la catedral de Siena. 

En Aviñón encontraría encargos y la amistad del poeta Francesco Petrarca. Allí  murió, en 1344.

Esta obra es un tríptico, definido por el DRAE como «Pintura, grabado o relieve distribuidos en tres hojas, unidas de modo que puedan doblarse las de los lados sobre la del centro».

Está realizado en madera y, encima, se ha pintado al temple, con pan de oro. Se conoce la autoría y la fecha, porque hay una inscripción que lo dice: 

SYMON MARTINI ET LIPPUS MEMMIS DE SENIS ME PINCXERUNT ANNO DOMINI MCCCXXXIII

En el centro está representada la Anunciación, a los lados, dos santos y, arriba, profetas. Todo ello en una madera muy curvilínea, con arcos apuntados.

El episodio que representa es aquél en el que el arcángel Gabriel le cuenta a María que va a ser la madre del Hijo de Dios sin necesidad de varón, y por ahí ronda el Espíritu Santo que es, por así decirlo, quien la embaraza. Es un tema muy usado en el arte católico. Saldrán en estas páginas mías otras anunciaciones, ya veréis.

El ángel Gabriel, fotografiado por Miguel Hermoso Cuesta
[CC BY-SA 4.0]

Fijémonos en Gabriel.


En la mano lleva una rama de olivo, que es su atributo tradicional. También de esta planta es la corona que porta.

Lleva una capa a cuadros, flotante, y detrás, sus alas, formadas con plumas de pavo real, como si tuvieran ojos, que es la manera habitual en la que se representaban en aquella época, como símbolo de inmortalidad y clarividencia.

Se dirige a la Virgen María, diciéndole aquello de ave maria gratia plena dominus tecum, o sea, «Ave María, llena eres de gracia, el Señor sea contigo». Por si alguien tiene alguna duda, las letras están grabadas en el centro, como en relieve, como si fuera un cómic. En este detalle se puede ver la delicadeza de la pintura, no sólo en las texturas de las telas o las alas o las hojas del olivo sino también, si nos fijamos, en los lirios acampanados que hay entre él y la figura de María.


Frente a él, la Virgen María, con un gesto que he visto descrito de muchas formas. ¿Inquieta, asustada, impresionada, de mala leche…? A mí me parece que no le gusta nada la idea, pero claro, los ojos del siglo XXI no ven las cosas igual que los del siglo XIV.

En un libro leí que ese echarse la Virgen hacia atrás es un gesto muy medieval. En otro, en cambio, que rompe con la tradición medieval, porque expresa un sentimiento muy humano, en lo que sería un anticipo del Renacimiento. 😕

Lo que es muy medieval, es el rostro en sí: esos ojos pequeñitos y algo rasgados, y esa nariz alargada son totalmente de virgen bizantina.

En el fondo, hay un jarrón de orfebrería con lirios. Se usa este objeto en segundo plano, con el suelo, para dar sensación de profundidad o perspectiva

Si nos fijamos, el mármol tendría como vetas que convergen hacia un punto focal, que es precisamente ese jarrón. Los lirios los encontraréis en muchas anunciaciones: representan la virginidad de María.

Otros elementos de la escena contribuyen a crear la ilusión de un espacio real, como la propia forma de estar representadas las figuras, como si se acabaran de mover: parece que María acaba de echarse hacia atrás, agarrando el manto, justo cuando pone pie en tierra el ángel, que recién llegó volando.

Por encima, se ve al Espíritu Santo, en forma de paloma, rodeado de ángeles. 

El resto del fondo es de oro, algo muy bizantino, que aquí contribuye a enfatizar lo preciosos que son los colores. Si te fijas en los iconos, son así, una escena de la Virgen impávida con el Niño, y el fondo dorado. Se consiguen dos cosas, la primera, que el cuadro resplandezca, la segunda, que los personajes, nítidamente recortados, destaquen.

Donde hay poderío, como suelo decir, que se vea.

Queda por hablar de la parte que debemos al pincel de Lippo Memmi (h. 1291-1356), cuñado y alumno de Simone Martini: los medallones superiores y los santos de las alas.

De los cinco tondos de la parte superior, el del centro está vacío; los de los lados representan a profetas, identificados de izquierda a derecha: Jeremías, Ezequiel, Isaías y Daniel. Sostienen en las manos carteles que aluden a los misterios de la Encarnación.

A los dos lados hay santos. A la izquierda, san Ansano, patrón de Siena. Un hombre joven, que lleva el blanquinegro banderín de Siena, y con la palma del martirio en la otra mano. Se supone que es un mártir sienés muerto en 304, época de Diocleciano. Abajo, en la tabla, aparece escrito st ansanvs. Se le encuentra en otras obras sienesas, como la Maestà de Duccio.

La figura del otro lado aún no se sabe con certeza quién es. En una mano sostiene la palma del martirio y, en la otra, la cruz bizantina, que es aquella que lleva tres traveseras. La superior es la del título y la inferior, muchas veces oblicua, representaría el supedáneo en que Cristo apoyó los pies.

Abajo está escrito st iulitta, pero eso parece una falsedad, tal vez añadido posterior. Según el libro de arte que leas te dicen que si es Judit (lo cual no encaja porque no fue ninguna mártir) o Julita (lo cual es raro, porque suele estar representada con su hijo Quirico o Quirce). Otros apuntan a que pueda ser santa Margarita de Antioquía, que es la santa patrona a la que encomendarse en los partos, y que suele llevar como atributo una cruz. Esto último es lo que pone en la Wikipedia.

Actualmente, en la página de los Uffizi, la hipótesis que manejan es que sea Máxima de Roma, matrona y amiga (a veces la ponen como madre) romana que convirtió a Ansano y murió, como él, supuestamente, en 304. Por eso a este cuadro lo denominan Annunciazione e i santi Ansano e Massima, como puede leerse en su página web

Como he dicho al principio, Simone Martini es el más importante maestro de la escuela sienesa, dentro de la segunda fase de la pintura gótica: la «italo-gótica» que ya comenté al hablar de Giotto y la capilla de los Scrovegni, así que no me voy a repetir. Solo que Giotto era de la escuela florentina y Martini, de la sienesa.

Los florentinos tienden a ser más dramáticos y expresionistas y los sieneses tienden más al idealismo y la serenidad. Si lees los libros de arte, al hablar de esta escuela, aluden a cosas como delicadeza o elegancia.

Al parecer, pervivió allí más tiempo la forma tradicional, bizantina, de pintar las tablas. Por ello hablaban de la maniera greca, frente a la maniera latina que sería la de la escuela florentina.

Pero no se quedaron en lo bizantino, sino que le unieron a cierto gusto por lo sinuoso, las curvas o arabescos, que son más propios del gótico francés, especialmente de sus miniaturas. Esta característica se ve muy bien en este cuadro, si te fijas en la capa flotante del arcángel. La transición del bizantinismo al gótico lo representa el florentino Cimabue (1240-1302).

La escuela sienesa se inició con Duccio (h. 1255/1260-1318/1319), más bizantinizante que Martini. Como de Duccio no voy a incluir ninguna pintura en este repaso de solo Cien pinturas, os pongo un ejemplo para que comprendáis de dónde le viene lo de bizantinizante:
Duccio di Buoninsegna: Virgen en Majestad (La Madonna Rucellai)
H. 1285, Temple sobre madera, 450 x 293 cm
Galería de los Uffizi, Florencia
Viendo esta obra de Duccio, se comprende de qué manera se había transformado el estilo en una generación. No hay más que comparar esa Virgen María con la de Simone Martini.

Simone Martini funde las formas tradicionales con el gusto francés, lo que no es raro, porque había trabajado, entre otros sitios, en Nápoles, para el rey Roberto de Anjou. Conserva elementos tradicionales góticos como ese fondo de oro o las curvas, pero al mismo tiempo anticipa elementos del Renacimiento, como el intento de crear cierta perspectiva.

Siena era, en aquella época, una ciudad próspera que rivalizaba con Florencia y Pisa. Luego llegó la Peste Negra de 1348 y la arruinó. Ya no estaban para florituras. Eso sí, había dejado para entonces ya su huella en la historia.

A este estilo italo-gótico podríamos llamarlo también escuela toscana, reconociendo como sus principales nombres a los florentinos Cimabue y Giotto y los sieneses Duccio y Martini. Su influencia llegó, en el siglo XIV, a muchos rincones de la Europa Occidental, gracias a cosas como eso de que artistas italianos se marcharan a Aviñón. Aquí se encuentra una de las semillas de la siguiente fase del gótico, lo que se llama gótico internacional, un estilo preciosista propio de la aristocracia del Otoño de la Edad Media. Una de las obras más significadas e influyentes para dar ese paso fue, justamente, esta Anunciación.

De la capilla de san Ansano, en el transepto de la catedral de Siena, esta obra pasó a las colecciones de los duques de Florencia en 1799 y por eso está ahora en la fabulosa colección de los Uffizi. Un museo alucinante, de esos que hay que ver una vez en la vida. Algún día volveremos. Espero. Mientras tanto, nos quedan los libros de arte y la propia página web, que es estupenda. No es lo mismo que esperar una cola de una hora para entrar, ¿verdad?

Para saber más, tenéis el artículo de la Wikipedia titulado Anunciación entre los santos Ansano y Margarita. 

Hay más obras de Simone Martini muy conocidas. Os pongo solo tres más.

Maestá, 1312-1315
Fresco (con aplicaciones de metal, vidrio, pan de otro y otros materiales) sobre la pared, 763×970 cm
Sala del Consejo del Palacio Público de Siena



San Luis de Tolosa coronando a Roberto de Anjou, rey de Nápoles, h. 1317
Temple sobre tabla, 250 x 188 cm
Museo Nacional de Capodimonte, Nápoles



Virgen de un díptico con la Anunciación, 1333
Temple sobre madera, 23,5 cm × 14,5 cm
Museo de Bellas Artes, Bruselas

Como se ve, esta otra Anunciación que guardan en Bruselas es una versión en pequeñito de la Anunciación sienesa.