sábado, 13 de febrero de 2021

Autorretratos de Durero

 

Alberto Durero (1471-1528) fue un excelente retratista. A su magnífica técnica une la penetración psicológica del personaje retratado. Sus numerosos autorretratos son estupendos ejemplos de su inmenso talento. El otro día hablé del que se expone en El Prado. Hoy traigo otros.

Como fue un dibujante increíble, más de uno va con esta técnica.


Autorretrato a los trece años (1484). A punta de plata, 27,5 x 19,6 cm, Albertina (Viena). En esta época, era aprendiz en la joyería de su padre. Alucina tanto talento en alguien tan joven.


Autorretrato a los veinte años (1491-92) Biblioteca de la universidad de Erlangen-Núremberg. El aire melancólico del pintor nos recuerda que, al parecer, Durero padeció esta odiosa enfermedad de la depresión a lo largo de su vida.

Autorretrato con flor de cardo o flor de eringe (1493). Óleo sobre vitela (pergamino) pegado a una tela, 56,5 cm × 44,5 cm, Museo del Louvre. Aquí lo vemos joven, aún lampiño. Era la época de su noviazgo, y la eringe o cardo corredor representaba la fidelidad. Tendría 22 años de edad. 


Autorretrato con estudios de una mano y de una almohada (1493), pluma y tinta sobre papel, 28 cm × 20 cm, col. Lehman (MMoA, Nueva York). Cualquier sitio es bueno para retratarse, incluida una hoja en la que trazó una mano y de una almohada.

Cronológicamente iría aquí el Autorretrato con guantes del Museo de El Prado, del que hablé el otro día.


Autorretrato con pelliza, a la manera de Cristo (1500). Óleo sobre tabla, 67 cm × 49 cm, Alte Pinakothek (Múnich). Dos años después de ejecutar el autorretrato del que hablé ayer, se representó a sí mismo totalmente imitando a Jesucristo, con las melenas sueltas, mirada frontal, expresión serena, al aproximarse a los 30 años de edad.

 Luego a Durero le dio por pintarse pero no en un retrato aislado, sino por colarse en sus grandes composiciones religiosas. 


Autorretrato en La fiesta del rosario (1506), Galería Nacional de Praga. Aquí lo vemos, en una esquinita, con un cartelito o papel en el que pone su conocida firma, su fecha y nos cuenta que tardó cinco meses en hacer el cuadro.

 

Autorretrato con Conrad Celtis, detalle de El martirio de los Diez Mil (1508), óleo sobre tabla transferido a lienzo. Museo Kunsthistorische, Viena. En un rincón de este cuadro de temática religiosa, Durero se pintó a sí mismo con un amigo, el humanista y poeta Conrad Celtis.

 

Autorretrato desnudo (h. 1509), pluma y pincel, tinta negra con plomo blanco sobre papel preparado verde, 29 cm × 15 cm, Weimar, Schlossmuseum. Si los autorretratos no eran abundantes, los desnudos ya ni te cuento.

 


En una esquinita de La adoración de la Trinidad (1511) se autorretrató, de nuevo con un cartelito afirmando que él era el autor, le pone la fecha y firma con su conocido monograma, ese con una D debajo de una A que parece una puerta. Esta obra se encuentra en el Museo Kunsthistorisches de Viena.

 

Autorretrato, enfermo (1521), pluma, tinta marrón de la India y acuarela sobre papel, 12,7 cm × 11,7 mm, Kunsthalle Bremen. Si os acordáis, Durero marchó a Flandes en la época en que fue coronado emperador Carlos V. Allí enfermó. Le mandó una carta a su médico con este dibujo, en el que le indica lo que tenía mal, marcado con un círculo. Diagnóstico a distancia, ¿es que creéis que el teletrabajo se ha inventado ahora...? Se ha identificado con esplenomegalia. Esta afectación del bazo, y el cuadro clínico que presentaba han hecho pensar en que pudo contraer la malaria en este viaje.

Autorretrato como varón de dolores (1522). Dibujo con lápiz de plomo sobre papel preparado verde azulado, 408 mm × 290 mm, Kunsthalle Bremen (Alemania). 51 años, si he contado bien, tenía en este momento. Moriría seis años después.

Seguro que me olvido alguno más, pero yo creo que con esto nos hacemos una cabal idea del talento de Durero como retratista y (auto)rretratista.

Otro día os presento las obras suyas más conocidas.

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