viernes, 20 de noviembre de 2020

#47 Sepulcro del cardenal Juan de Cervantes

 

Detalle del sepulcro
Foto de Nick (2010)
CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons


 

Ubicación: Catedral de Sevilla (Andalucía) España

Fecha: 1458

Época: Arte gótico

 




Ejemplo de la influencia nórdica en el gótico hispano

 

¿Cómo eran las bibliotecas importantes en el pasado? ¿No os lo habéis preguntado?

Todos tenemos en casa nuestra biblioteca, los libros que nos gustan, leídos y sin leer. Pero, la gente estudiosa del pasado, ¿cuántos libros tenían?

La del cardenal Juan de Cervantes pasó al Cabildo de la Catedral, y se consideraba magnífica en su época, se sabe que estaba formada por 306 volúmenes manuscritos.

Lo comparo con los cinco mil libros, más o menos, que tenemos en casa, y sobrecoge lo limitado que era aquello.

Este Juan de Cervantes y Bocanegra (Lora del Río, 1382 - Sevilla, 1453) era de buena familia, por lo que formó parte del alto clero en la España del siglo XV. Acudió a un par de concilios, defendiendo la tesis de primacía del papa. Martín V se lo agradeció nombrándolo cardenal.

Él casó, a los quince años, al rey Enrique IV de Castilla con Blanca de Navarra. Sí, el rey al que luego, despectivamente, se le llamó «el Impotente», medio hermano de Isabel la Católica. Cuando el interés político cambió, ese matrimonio se anuló, en 1453.

Ese fue el último año de vida del cardenal Juan de Cervantes. Para entonces este señor, que había fundado un hospital en Sevilla e impulsado obras en la catedral, ya había encargado un magnífico sepulcro a Lorenzo Mercadante de Bretaña.

Este Lorenzo Mercadante era un escultor bretón que, como otros muchos artistas del norte de Europa, llegaron a Castilla en esta época. Estos provocaron que el gótico hispano se hiciera más ornamentado. Se le atribuye a él la introducción de las formas flamencas en Sevilla, uno de los focos del estilo en Castilla, junto con León y Toledo.

No es de extrañar, entonces, que a Lorenzo Mercadante se le conozca, sobre todo, por sus trabajos en Sevilla, y murió en 1480.

Se enmarca dentro de la escultura gótica en España, fase manierista. En Castilla se notó más la influencia borgoñona y flamenca que en la Corona de Aragón.

Destaca el profundo realismo de la escultura, sobre todo en el rostro del cardenal, cuyos rasgos se procuran reproducir con fidelidad. Es un realismo burgués, muy propio de los Países Bajos, alejado a mi modo de ver tanto de un idealismo clásico como del expresionismo nórdico.

El sepulcro, fotografiado por Ángel M. Felicísimo en 2015
CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons

Es una escultura labrada en alabastro.

Como vemos, hay un túmulo en forma de hexaedro rectangular. Se distinguen seis escudos: uno a la cabecera, otro a los pies y dos en cada uno de los lados largos. Hay ángeles que sostienen el escudo cardenalicio.

Detalle de la cabecera, por Pepe Becerra (2015)
CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons


El sepulcro está sostenido por seis cabezas de leones.

A los pies, tiene una cierva

En el frente, se distinguen escenas de la vida de Jesús.

Encima, descansa la figura yacente del difunto. Su cabeza reposa sobre tres cojines decorados.

Está revestido de pontifical, o sea, en traje de ceremonia o etiqueta. Hay escenas labradas en las ropas, por ejemplo una Anunciación en la mitra y santos en la casulla.

 

Foto de José Luis Filpo Cabana (2011)
CC BY-Sa 3.0, vía Wikimedia Commons

      Este sepulcro se encuentra en la Capilla de San Hermenegildo de la catedral sevillana, y es uno de los ejemplos más famosos de la escultura funeraria en esa ciudad, y de toda España, casi podríamos decir.

Así que si en vuestros viajes pasáis por allí, dejad unos minutos para examinar el rostro de este hombre que vivió hace cinco siglos, que se movió por las altas esferas y que, a su muerte, dejó un espléndido ejemplo de escultura funeraria... y sus trescientos y pico libros.

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