lunes, 24 de junio de 2019

#33 Esmalte de Limoges (Orense)

Esmalte de Limoges
Por Enciclopedia1993 (2019)
[CC BY-SA 4.0], vía wikicommons




Ubicación: Orense (Galicia), España
Fecha: siglo XII
Estilo: Arte románico







Las reliquias se guardaban en arcas preciosas, y para adornarlas, nada mejor que el esmalte.


En la Edad Media, ya lo he mencionado más de una vez, quien tenía reliquias hacía el agosto, porque los creyentes viajaban a aquellas iglesias y monasterios que las tenían. Para mí que en esta veneración a las reliquias hay mucho de pensamiento mágico, quizá superstición; pero bueno, allá cada uno con sus creencias, no voy a eso.

Para guardarlas creaban recipientes especiales, elaborados en metales preciosos y con ornamento de piedras preciosas o semipreciosas, o esmaltes, como por ejemplo arquetas. A veces eran cajas de origen musulmán, y que llegaban como presentes o botín de guerra.

La cosa es que las placas de esmalte de las que voy a hablar hoy se cree que procedían de una arqueta de este tipo, llamada de San Martín. O bien de un frontal, que el DRAE define como «paramento de sedas, metal u otra materia con que se adorna la parte delantera de la mesa de altar».

Se exhiben en el Museo Diocesano de la catedral de Orense. Su autor es desconocido, pero se atribuyen al taller más destacado de la época, el de Limoges en Francia.

Son 53 placas de cobre dorado y esmaltado, realizadas en algún momento del siglo XII. Se cree, a partir de cierta inscripción, que pudo ser un encargo del obispo Alfonso (1174-1213). ´

Las dimensiones de cada placa son de 31 cm de alto por 12,6 de ancho, y un grosor que no llega a los 4 centímetros.

Están representados diversos personajes del Nuevo Testamento, como los apóstoles, tres de los evangelistas (San Mateo, san Lucas y san Marcos) y un santo que encontramos, en la Edad Media, un poco por todas partes, San Martín de Tours. También acá, en Orense, localidad de la que es patrón.

Una de las placas
Fotografiada en 2016 por
Ángel M. Felicísimo de Mérida
[CC BY 2.0] vía WC

El esmalte no es más que polvo de vidrio con un óxido metálico que le da el color. Por poner ejemplos: si es óxido de hierro, se obtiene el color rojo, si es con cobalto, azul, y el verde lo da el cobre. A esa mezcla de sílice y óxido se le da calor, con lo que se vitrifica, es decir, se endurece y así queda como precioso cristal opaco coloreado. Destacaron en este arte suntuaria los bizantinos.

A principios de la Edad Media, la técnica seguida era la del tabicado o cloisonné, que vimos por ejemplo en la visigoda fíbula de Alovera: se hacían unas celdillas con el metal y se rellenaba con la pasta de vidrio. Así el esmalte sobresalía, creando un objeto que, a mi modo de ver, eran como esculturas pequeñitas. 

La técnica de esmaltado llamada excavado, campeado o champlevé, a mí me recuerda más a la pintura por el acabado plano. Esta técnica, más barata, la desarrollaron ampliamente los talleres de Limoges.

¿Cómo se hacía un esmalte campeado? Pues se coge el metal que sirve de soporte, generalmente una plancha de cobre, se hunde en determinados lugares con buril o con ácido para crear huecos; y luego esos espacios se rellenan con la pasta de vidrio. Después de hornearse, se pule. Por eso digo que la superficie quedaba más plana, como una pintura. A veces se incluían cabecitas o detalles en relieve, pero no elaborados con esmalte sino con metal como bronce dorado.

Estos esmaltes son un ejemplo de las sobresalientes obras de artes aplicadas que hubo en el Románico. Otras obras representativas del esmalte románico son, por ejemplo, el frontal de Santo Domingo de Silos, que puede verse en el Museo de Burgos, o San Miguel in Excelsis de Huarte-Araquil (Navarra); fuera de España, puedo mencionar el relicario de san Calminio, que se encuentra en el museo Dobrée (Nantes).


Aquí, ejemplo de Cristo en majestad rodeado del Tetramorfos y los doce apóstoles bajo arcos de medio punto. Procede de la urna o frontal de Santo Domingo de Silos, fotografiado por Rowanwindwhistler [CC BY-SA 3.0]. Actualmente está en el Museo de Burgos. Data de 1165-1170.



Este sería otro ejemplo, de arca para reliquias, que es el relicario de san Calminio. Lo fotografió Matthieu Perona [CC BY 3.0] en 2007. 

Para saber más, se me antoja muy útil este artículo que se publicó en el Faro de Vigo, «Los esmaltes de Limoges de la Catedral», bastante completo respecto a estos esmaltes, y de donde he cogido algunos datos que he puesto aquí.

También resulta muy ilustrativo este otro artículo, que he encontrado en ArteGuías, muy bien ilustrado con ejemplos: «Orfebrería y esmaltes románicos. Artes suntuarias». Además, han colgado un vídeo ilustrativo en You Tube:



Como de costumbre, por si queréis una visita de fin de semana a Orense, os cuento que aparte de la catedral, en cuyo Museo Diocesano se guardan estos esmaltes y que tiene una preciosa portada que llaman del Paraíso, influida por el Pórtico de la Gloria de Santiago, podemos acudir a las caldas, unas termas estupendas, unas privadas y otras públicas, en las cercanías del Sil. Es otro mundo.

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