jueves, 19 de septiembre de 2024

#96 El universo en tu mano

 

The universe in your hand: a journey through space, time, and beyond

 


Título original: The universe in your hand: a journey through space, time, and beyond

Autor: Christophe Galfard

Año: 2015

Género: Ensayo

Tema: Ciencia / Astronomía

 

Asomarse al abismo infinito

 

En varias listas de libros de divulgación científica ví citado, una y otra vez, este libro. Así que este verano aproveché que estaba en digital en la biblioteca, y me puse a leerlo.

No me extraña que tenga tan buena prensa, porque resulta muy ameno, sin perder el rigor. Al menos, así parece para quienes, como es mi caso, somos de letras, y la afición a las ciencias me ha venido más tarde en la vida. Quiero recuperar el tiempo perdido pero, al faltarme el marco básico de un buen bachillerato de ciencias, tengo que conformarme con libros de divulgación. Los técnicos no podría comprenderlos.

Te enmarca la historia en un relato de cómo él, estando en una isla tropical, comienza a mirar el cielo estrellado. Se ensimisma y viaja a través del espacio y del tiempo, todo con el poder de la imaginación, y te lleva con él, para que veas cómo tú también puedes comprender de qué forma creemos que está hecho el mundo. De vez en cuando vuelve a la Tierra, para recordar a sus amigos, o a su tía la de los jarrones horrorosos.

Este vago hilo conductor le sirve para hablarnos de lo más grande y de lo más pequeño. Con el pensamiento, recorrer el universo visible y elucubra sobre lo que podría haber más allá del muro de Planck, esa parte, o ese momento, que escapa de nuestra facultad de captación y comprensión.esos momentos iniciales...

Porque lo primero que se asume, o se presume, es que realmente podemos comprender lo que hay ahí afuera, pese a nuestros cerebros de simios. Que, de verdad, el universo nos habla en un lenguaje que comprendemos.

... la primera suposición o «postulado» que haremos es esta: que de alguna manera somos capaces de comprender la naturaleza, más allá incluso de lo que nuestros sentidos son capaces de explicarnos. Para ello, de ahora en adelante asumiremos que, en condiciones similares,la naturaleza obedece las mismas leyes en cualquier putno del tiempo y el espacio, tanto si soos capaces de verlo como si no, tanto ahora como en el pasado y en el futuro, tanto si coocemos esas leyes como si no. A esto lo llamaremos nuestro primer principio cosmológico.


Cuando comprendes, sientes el vértigo de asomarte al abismo. Y de cómo, al fin y al cabo, cada uno de nosotros somos el centro del universo... visible. 

 

Curiosamente, eso no significa que no estemos en el centro de nuestro universo visible. Sí que lo estamos. Pero también lo está en cualquier otro lugar. Todo lugar es el centro del universo que puede verse desde él.

Esta arraigada convicción llevó incluso a los científicos a plantear los siguientes principios cosmológicos adicionales: para imaginar lo que sucede en puntos muy, muy lejanos de nuestro planeta, los científicos asumen que no existe ninguna posición preferencial —ese es el segundo principio cosmológico— y que si un observador concreto se pusiese a viajar, todas las direcciones le parecerían siempre iguales, puesto que las galaxias distantes se alejarían de su posició, del mismo modo que lo hacen de nosotros en la Tierras: ese es el tercer principio cosmológico.

Como una esfera que nos rodeara en todas las direcciones. Una metáfora preciosa que utiliza es la de las islas y el mar. Si tú estás en una isla, rodeado por mar, ves a tu alrededor hasta cierto punto, tú eres el centro de todo lo que ves. 

Si otra persona está en su isla, cerca de ti, lo que ve a su alrededor coincidirá, en parte, con lo que ves tú, y otra parte no. 

Si esas dos islas están tan separadas en el mar que no se ven la una a la otra, cada una describirá un mar diferente. Pues eso es lo que ocurre con el universo, tú puedes descubrir hasta donde alcances a ver (o captar) desde la Tierra. Pero en otro planeta, a millones de años-luz, lo que percibirás será algo diferente.

De ahí que la hipótesis de los multiversos pueda ser factible porque al fin y al cabo, lo que nosotros captamos es el universo visible.

Luego, se adentra en lo más pequeño, de las partículas subatómicas que son perturbaciones en el campo cuántico, y cómo interactúan, y los misterios que ríete tú del gato de Schrödinger. Llega así a hipótesis como la teoría de cuerdas que es la parte final, más abstracta y, me temo, más ininteligible de todo el libro.

A mí me hizo comprender por vez primera cómo opera la gravedad en el continuo espacio-tiempo.

La gravedad era una curva en el tejido del universo provocada por los objetos que este contiene. Newton no había sido capaz de verlo. Nadie había sabido verlo hasta entonces y, aún hoy, seguimos intentando comprender las consecuencias de esa revelación.

¿Cuánto de todo esto puede comprender una persona normal, el público en general al que va dirigido? Pues la mayor parte, ya que nos ahorra cálculos, prometiendo (y cumpliendo) que sólo incluirá una, la equivalencia entre masa y energía, o sea, E =mc2, y con eso ya es capaz de explicar muchísimas cosas, recurriendo a la imaginación, a repetición de ideas, en su loable esfuerzo de no querer dejar a nadie atrás.

Personalmente, no creo haber entendido todo lo que cuenta, pero sí la mayor parte. No hay nada más apasionante que descubrir un mundo nuevo de conocimiento que te permanecía oculto y, al mismo tiempo, baja los humos a cualquiera, por el desafío que supone a nuestros cerebros.

Muchas veces, entiendes la comparación, símil o metáfora que hace para intentar hacer comprender, pero cuando eso lo trasladas a la realidad, se cierra la mente y no alcanzas a comprender. Como si te estuvieran recitando una poesía en polaco, será preciosa pero no entiendes ni papa

Hay quien critica la obra diciendo que el lenguaje es muy de andar por casa, poco técnico. 

Los electrones detestan que su ondeante personalidad se vea solapada. Es un mundo cruel.

Esta regla de no cohabitación tiene un nombre. Se denomina principio de exclusión de Pauli...

 

 Puede ser, pero creo que no está dirigido a quien ya sabe de esas cosas, sino, al contrario, al ciudadano normal que quiere adquirir unas nociones básicas de estos temas. También pienso que es más fácil llegar a este libro si antes has leído otros, de manera que tienes unas nociones básicas de lo que es, por ejemplo, un agujero negro.

El autor, Christophe Galfard (nacido en París en 1976), es un físico francés que estudió en Cambridge, con Stephen Hawking. Lo escribió originalmente en inglés, en 2015. El mismo año salió la versión francesa. Al año siguiente, 2016, la traducción al español. Ha sido traducido a unos cuantos idiomas (incluido el polaco, el griego o el alemán), al ser uno de los mejores libros de divulgación científica de los últimos años.

Fue considerado el mejor libro científico del año 2015 por la revista Lire. Así que, a poco que quieras desafiar a tu cerebro con cosas nuevas, este libro es totalmente recomendable.

sábado, 14 de septiembre de 2024

#92 Otra vuelta de tuerca (ópera)

 


The turn of the screw

 

2000, Univ. de Brown

 

Estreno: Venecia, 14 de septiembre de 1954

Compositor: Benjamin Britten

Libretista: Myfanwy Piper, basándose en el relato homónimo de Henry James

 

 

Tal día como hoy, del año 1954, se estrenó en la Fenice de Venecia, esta ópera de cámara de Benjamin Britten

 

Henry James es conocido por sus novelas de exquisitos estadounidenses de clase alta y sus tribulaciones en la decadente Europa. Fórmula repetida que tuvo mucho éxito y que quizá con el tiempo acabe aburriendo. Pero es un poco más original y arriesgado en el formato corto, como su cuento de horror gótico Otra vuelta de tuerca (también, La vuelta de tuerca, que de las dos formas lo he visto).

Parece un tema muy apropiado para que Britten le pusiera música, esta historia de una institutriz y unos niños maltratados (incluso, se puede entender, en el sentido sexual) y poseídos por fantasmas, los antihéroes poderosos y ese mal cuerpo que te dejan las historias moralmente ambiguas.

Aunque haya dos niños protagonistas, Miles y Flora, no se habla de inocencia, sino más bien de la pérdida de la misma. Hay algo malévolo flotando en Bly, caserón aislado en el este de Inglaterra, perfecta localización para un cuento gótico de ambientación victoriana.

Para esta ópera, encargo de la Bienal de Venecia, Britten usó como libretista a Myfanwy Piper. Britten era mucho de coger buenos materiales de base, literarios, y que se los convirtieran en libreto gente competente.

Se produce un cambio decisivo respecto al relato, y es que, en éste los personajes de Quint y la señorita Jessel no hablan, mientras que en la ópera sí que son papeles cantados.

La música de Britten no es ni convencionalmente tradicional ni tampoco vanguardista. Va un poco a su aire, ecléctico, con facilidad para las melodías y las orquestaciones envolventes, atmosféricas. Por eso, creo yo, satisface al crítico experto pero también agrada al público en general.

Recupera para la ópera los números cerrados, nada del fluir continuo wagneriano. En este caso, un prólogo y dieciséis cuadros o escenas, ocho en cada uno de los dos actos. Al principio de cada escena, usa un tema de doce notas que pretende imitar un poco el retorcimiento en espiral propio de un tornillo.

Screw, por cierto, es el tornillo, no la tuerca. He visto traducido el título del cuento como La vuelta del tornillo, pero luego en las ediciones del libro, o en las representaciones de la ópera, ha quedado como título más usado Otra vuelta de tuerca, más eufónico.

Con obras como esta, Lord Edward Benjamin Britten of Aldeburg (1913-1976) ha sido el único compositor, creo yo que, pasada la Segunda Guerra Mundial, compuso óperas que han pasado al repertorio y se siguen representando.

Ayuda mucho el formato de ópera de cámara. Tiene una duración más bien breve, una hora tres cuartos o dos horas máximo. Utiliza un elenco musical de treces músicos, doce en la orquesta y otro más para las partes de teclado, lo que incluye un instrumento de sonoridad tan peculiar como la celesta.

Luego sabe Britten sabe crear muy bien la música adecuada para cantar en inglés, un idioma que estará fenomenal para el pop y el rock, pero que en clásica es propio de tonadas, o música coral. Hay que saber escribir bien para lo que Martín Triana llama «prosodia esencialmente monosilábica del inglés».

Finalmente, los propios temas que escoge resultan atractivos para una sociedad desencantada de las grandes utopías del pasado. Tiende, y aquí se ve, a las ambientaciones muy de pesadilla, personajes que no son ni buenos ni malos del todo sino inquietantes, tono pesimista… Si tienes una representación con puesta en escena que transmita algo de todo esto, es de las óperas que se aprovechan más en el escenario.

Aquí la ambigüedad se da en muchos sentidos y puedes interpretar la trama de muchas maneras. ¿Son fantasmas, o no, se lo imaginan los niños, o la febril institutriz, enloquecida por la situación de aislamiento en que está? ¿Sabemos realmente lo que les ocurrió, o lo que está pasando en esta casa? ¿Los niños son malvados, o víctimas, han sido maltratados, poseídos, sexualmente abusados...? 

No lo sabemos. Las dudas, las posibles interpretaciones dan juego al director de escena.

Momentos destacados son, del primer acto, el aria de Miles «Malo, malo, malo», mientras estudia latín, momento que se puede entender de muchas formas, hay quien incluso ve un montón de referencias fálicas en las expresiones latinas. Y, en el segundo, «I seek a friend – Obedient to follow where I lead», de Quint y la señorita Jessel, antigua institutriz. También el terrible momento final, con Miles dividido entre lo que le presiona la institutriz y Quint, y acaba sentenciando «Peter Quint, you devil».

Britten fue también un destacado director de orquesta y pianista, y realizó muchas primeras grabaciones de su obra. Otra vuelta de tuerca no es una excepción, así que propongo aquí escuchar precisamente esa versión, de ese mismo año 1954, con él como director y la orquesta English Opera Group. La pareja del compositor, el tenor Peter Pears interviene en el prólogo y asume el personaje de Quint, Jennifer Vyvyan es the Governess, la institutriz sin nombre, y tenemos a David Hemmings (Miles), Olive Dyer (Flora), Joan Cross (Mrs. Grose) y Arda Mandikian (Miss Jessel).

Para saber más, la Wikipedia. El libreto, en español e inglés, así como discografía de referencia, en Kareol

Os pongo enlace a una representación de The turn of the screw en la ópera de Lyon de 2014.

 


Y el momento concreto en que el personaje de Miles canta «Malo» por Tim Gasiorek, en una representación de Opera North.